ALEXANDER GUERRERO E. | EL UNIVERSAL
viernes 10 de febrero de 2012 12:53 PM
En la opinión pública el tema del control de cambio, en la discusión y debate entre los precandidatos de la unidad democrática se ha presentado como una suerte de falso dilema en torno a dos mecanismos, aparentemente encontrados: desmontaje súbito o desmontaje gradual. En los medios, el tema se suele presentar fuera de un definido contexto, lo cual ha creado cierta asimetría para que se discrimine entre lo súbito o lo gradual, un dilema, que como sabemos -de teoría de juegos- una solución óptima es generalmente con costo, cuando no es insoluta.
Se conoce, aunque a medias en los círculos políticos que hay que curar las distorsiones y perversiones causadas en la economía por la revolución, y que el control de cambio es la cola del diablo: la fuente principal de la inflación, ineficiente asignación de recursos privados y públicos, de la escasez, de la corrupción; la razzia a las casas de bolsas viene de allí. Además el control de cambio es un mecanismo discriminatorio utilizado para demoler la economía privada.
El presidente Chávez afirmó en enero 2003, días de la implementación, que el control de cambio era un control político, así ha sido en reglas y decretos y en los hechos en estos 9 años de control. Cadivi se organizó como mecanismo represivo para controlar la actividad económica privada y ha sido un mecanismo de intervención para manipular las importaciones requeridas para el crecimiento, el costo en inversión. El costo del control de cambio lo hemos estimado alrededor de 3-4 puntos porcentuales de crecimiento económico por año.
En la medida que el gobierno iba sustituyendo al sector privado como productor e importador de insumos y bienes finales, la tasa preferencial era utilizada masivamente por gobierno en la importación de insumos y cachivaches traídos de China, Rusia, Bielorrusia y desde sus "compadres" económicos y políticos en Argentina, Uruguay, Paraguay, del Caribe y desde luego Cuba. Diferentes convenios cambiarios fueron desplazando a la economía privada hacia un racionamiento creado con la desaparición del "permuta" en 2009; el Sitme, un mercado de títulos públicos -que no un mercado cambiarios para ser canjeados y así adquirir dólares off shore a un precio 30% mayor que el dólar oficial que disfrutan los clientes y "cronies" del gobierno y sus empresas, un racionamiento de 32 millones de dólares diarios. Por ello, y de igual manera como cuando el "dólar permuta", emisiones de deuda pública y de Pdvsa se utilizan para racionar el canje de títulos vía Sitme, con lo cual la economía privada se amarra en demanda de divisas al ritmo que el gobierno y Pdvsa se endeudan, una costosa intervención del gobierno en el "mercado cambiario". El control de cambio es la herramienta política que ha coadyuvado el cierre de más de 2.000 empresas.
¿Cómo desmontar el control de cambio? Hay que retornar a la libre convertibilidad del bolívar de inmediato para promover un crecimiento sustentable por impacto de la inversión privada. El procedimiento normativo-positivo para desmontarlo no puede conducirse entre lo gradual o el súbito como extremos del -falso- dilema mencionado, lo cual no ayuda a los lideres políticos a comprender la compleja red de variables institucionales, económicas y políticas requeridos para la vuelta a la libre convertibilidad, algo que todos los venezolanos piden a gritos, porque el control usurpa derechos y libertades económicas individuales.
¿Qué se requiere entonces? Sencillo. Cambios institucionales, monetarios y fiscales que garanticen una paz cambiaria. El nuevo gobierno debe restaurar los mecanismos regeneradores de confianza, ya que ellos traerán la inversión de la gente y con ella la creación masiva de empleos y oferta de bienes nacionales e importados para eliminar las distorsiones de precios y escasez que ha traído el control de cambio. Los inversionistas privados y público en general recibirán la noticia de la creación de un marco jurídico que imponga respeto a la propiedad y a las libertades económicas; sin ellas, no habrá libre convertibilidad del bolívar, ni crecimiento económico. En primer lugar, restablecer la independencia del BCV, habilitándolo para administrar el régimen de libre convertibilidad. La discusión de ayer de bandas, crawiling peg, fijo o flexible es extemporánea en el debate político porque hay que conocer si el nuevo gobierno trae metas antiinflacionarios duras, o trae lo de siempre, una "inflación" suave de objetivo.
Esta acción institucional monetaria, requerirá del gobierno un arreglo de las distorsiones financieras generadas por el desorden fiscal creado por el actual gobierno en sus relaciones con Cuba, el Caribe y China para empujar un elevado endeudamiento. Con esas decisiones políticas, se generará el volumen de divisas requerido -62 mil millones de dólares- para proveer a un mercado cambiario de reservas internacionales y evitar las maxidevaluaciones producidas por la eliminación de la libre convertibilidad del bolívar cuando los gobiernos no traen una formulación antiinflacionario dura. No es primero, ¡el huevo o la gallina, ambos al mismo tiempo!
Se conoce, aunque a medias en los círculos políticos que hay que curar las distorsiones y perversiones causadas en la economía por la revolución, y que el control de cambio es la cola del diablo: la fuente principal de la inflación, ineficiente asignación de recursos privados y públicos, de la escasez, de la corrupción; la razzia a las casas de bolsas viene de allí. Además el control de cambio es un mecanismo discriminatorio utilizado para demoler la economía privada.
El presidente Chávez afirmó en enero 2003, días de la implementación, que el control de cambio era un control político, así ha sido en reglas y decretos y en los hechos en estos 9 años de control. Cadivi se organizó como mecanismo represivo para controlar la actividad económica privada y ha sido un mecanismo de intervención para manipular las importaciones requeridas para el crecimiento, el costo en inversión. El costo del control de cambio lo hemos estimado alrededor de 3-4 puntos porcentuales de crecimiento económico por año.
En la medida que el gobierno iba sustituyendo al sector privado como productor e importador de insumos y bienes finales, la tasa preferencial era utilizada masivamente por gobierno en la importación de insumos y cachivaches traídos de China, Rusia, Bielorrusia y desde sus "compadres" económicos y políticos en Argentina, Uruguay, Paraguay, del Caribe y desde luego Cuba. Diferentes convenios cambiarios fueron desplazando a la economía privada hacia un racionamiento creado con la desaparición del "permuta" en 2009; el Sitme, un mercado de títulos públicos -que no un mercado cambiarios para ser canjeados y así adquirir dólares off shore a un precio 30% mayor que el dólar oficial que disfrutan los clientes y "cronies" del gobierno y sus empresas, un racionamiento de 32 millones de dólares diarios. Por ello, y de igual manera como cuando el "dólar permuta", emisiones de deuda pública y de Pdvsa se utilizan para racionar el canje de títulos vía Sitme, con lo cual la economía privada se amarra en demanda de divisas al ritmo que el gobierno y Pdvsa se endeudan, una costosa intervención del gobierno en el "mercado cambiario". El control de cambio es la herramienta política que ha coadyuvado el cierre de más de 2.000 empresas.
¿Cómo desmontar el control de cambio? Hay que retornar a la libre convertibilidad del bolívar de inmediato para promover un crecimiento sustentable por impacto de la inversión privada. El procedimiento normativo-positivo para desmontarlo no puede conducirse entre lo gradual o el súbito como extremos del -falso- dilema mencionado, lo cual no ayuda a los lideres políticos a comprender la compleja red de variables institucionales, económicas y políticas requeridos para la vuelta a la libre convertibilidad, algo que todos los venezolanos piden a gritos, porque el control usurpa derechos y libertades económicas individuales.
¿Qué se requiere entonces? Sencillo. Cambios institucionales, monetarios y fiscales que garanticen una paz cambiaria. El nuevo gobierno debe restaurar los mecanismos regeneradores de confianza, ya que ellos traerán la inversión de la gente y con ella la creación masiva de empleos y oferta de bienes nacionales e importados para eliminar las distorsiones de precios y escasez que ha traído el control de cambio. Los inversionistas privados y público en general recibirán la noticia de la creación de un marco jurídico que imponga respeto a la propiedad y a las libertades económicas; sin ellas, no habrá libre convertibilidad del bolívar, ni crecimiento económico. En primer lugar, restablecer la independencia del BCV, habilitándolo para administrar el régimen de libre convertibilidad. La discusión de ayer de bandas, crawiling peg, fijo o flexible es extemporánea en el debate político porque hay que conocer si el nuevo gobierno trae metas antiinflacionarios duras, o trae lo de siempre, una "inflación" suave de objetivo.
Esta acción institucional monetaria, requerirá del gobierno un arreglo de las distorsiones financieras generadas por el desorden fiscal creado por el actual gobierno en sus relaciones con Cuba, el Caribe y China para empujar un elevado endeudamiento. Con esas decisiones políticas, se generará el volumen de divisas requerido -62 mil millones de dólares- para proveer a un mercado cambiario de reservas internacionales y evitar las maxidevaluaciones producidas por la eliminación de la libre convertibilidad del bolívar cuando los gobiernos no traen una formulación antiinflacionario dura. No es primero, ¡el huevo o la gallina, ambos al mismo tiempo!
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