LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
domingo 12 de febrero de 2012 12:00 AM
Sobre las probabilidades de los candidatos, que nos ayuda a entender quién o quiénes podrían ganar hoy las elecciones primarias ya hablamos la semana pasada. Hoy quiero compartir mi opinión en torno a qué gana la oposición con estas primarias.
No importa lo que ocurra en términos de participación, todo es ganancia como resultado de esta elección. Mucho se ha dicho sobre la importancia de lograr una participación masiva, lo cual funcionaría para que esta noche el candidato electo tenga un "momentum" especial y capitalice su éxito electoral. Pero es importante entender dos cosas sobre este tema: ¿Qué significa masiva? Y ¿qué pasa si no lo logra?
La discusión popular ubicó el éxito de las primarias en la idea de que votaría todo "el país" que sufragará en contra de Chávez en las presidenciales de octubre. Esa es una meta absurda. Por definición, las elecciones primarias se dirigen hacia los votantes comprometidos con la parcialidad política que promueve el evento, lo que deja por fuera al grupo más importante de electores potenciales de la oposición: los independientes, cuya participación es escueta en eventos internos de cualquier bando. Que ellos no voten hoy no significa que tampoco lo harán después por el candidato unitario, lo que de plano indica que el resultado numérico de votos en las primarias no define la cantidad de votos potenciales por la oposición el 7 de octubre. Adicionalmente, no todos los opositores comprometidos votarán, pues existen varios factores (miedo, pasividad, cambios de centros de votación y hasta indiferencia por quien gane) que disminuyen la expectativa de participación en las elecciones primarias pero no en las presidenciales. Si votan muchos más de los esperados, pues bien bueno para la oposición porque podrá celebrarlo mejor en su fiesta de esta noche. Pero eso no es indispensable. Obama fue elegido candidato en primarias con 6% del total de electores, en un país de tradición de primarias. Obviamente que Chávez, independientemente del número de votantes hoy, tirará a matar diciendo que eso muestra el tamaño diminuto de los "escuálidos", típica paja de campaña y su impacto será limitado en el tiempo. No se espera menos de lo normal y, en todo caso, podría ser más. Con alta o con baja participación, la realidad es que el evento habrá cumplido su objetivo de elegir un candidato unitario, legitimado por un proceso electoral y bañado por el triunfo que, si las estimaciones de las encuestas no son alteradas por distorsiones de abstención y/o maquinarias, será amplio y contundente. Para remate, esta elección primaria habrá entubado la unidad en las bases opositoras, no importa por quién voten hoy, considerando que menos del 10%, de los dispuestos a votar, afirman que tendrían problemas para migrar hacia un elegido distinto a su favorito, porcentaje que tenderá a desaparecer. Esto indica que no quedará ningún espacio para excéntricos divisionistas, llámese partidos o líderes, que serían demolidos por sus bases ante cualquier movimiento torpe. Desde todo punto de vista, este evento oxigena a la oposición y garantiza que mañana, el candidato unitario amanezca con una popularidad y disposición de voto superior a la suma de la popularidad de los precandidatos que hoy se enfrentan.
¿Es esto suficiente para que la oposición gane las presidenciales?
Por supuesto que no, pero es un paso fundamental para poder enfrentar a Chávez de tú a tú y podría considerarse el mejor arranque que ha tenido la oposición en 13 años. ¿Ganará el 7 de octubre? No lo sabemos aún, pero de que se puede, se puede... y muchas veces, antes no se podía.
No importa lo que ocurra en términos de participación, todo es ganancia como resultado de esta elección. Mucho se ha dicho sobre la importancia de lograr una participación masiva, lo cual funcionaría para que esta noche el candidato electo tenga un "momentum" especial y capitalice su éxito electoral. Pero es importante entender dos cosas sobre este tema: ¿Qué significa masiva? Y ¿qué pasa si no lo logra?
La discusión popular ubicó el éxito de las primarias en la idea de que votaría todo "el país" que sufragará en contra de Chávez en las presidenciales de octubre. Esa es una meta absurda. Por definición, las elecciones primarias se dirigen hacia los votantes comprometidos con la parcialidad política que promueve el evento, lo que deja por fuera al grupo más importante de electores potenciales de la oposición: los independientes, cuya participación es escueta en eventos internos de cualquier bando. Que ellos no voten hoy no significa que tampoco lo harán después por el candidato unitario, lo que de plano indica que el resultado numérico de votos en las primarias no define la cantidad de votos potenciales por la oposición el 7 de octubre. Adicionalmente, no todos los opositores comprometidos votarán, pues existen varios factores (miedo, pasividad, cambios de centros de votación y hasta indiferencia por quien gane) que disminuyen la expectativa de participación en las elecciones primarias pero no en las presidenciales. Si votan muchos más de los esperados, pues bien bueno para la oposición porque podrá celebrarlo mejor en su fiesta de esta noche. Pero eso no es indispensable. Obama fue elegido candidato en primarias con 6% del total de electores, en un país de tradición de primarias. Obviamente que Chávez, independientemente del número de votantes hoy, tirará a matar diciendo que eso muestra el tamaño diminuto de los "escuálidos", típica paja de campaña y su impacto será limitado en el tiempo. No se espera menos de lo normal y, en todo caso, podría ser más. Con alta o con baja participación, la realidad es que el evento habrá cumplido su objetivo de elegir un candidato unitario, legitimado por un proceso electoral y bañado por el triunfo que, si las estimaciones de las encuestas no son alteradas por distorsiones de abstención y/o maquinarias, será amplio y contundente. Para remate, esta elección primaria habrá entubado la unidad en las bases opositoras, no importa por quién voten hoy, considerando que menos del 10%, de los dispuestos a votar, afirman que tendrían problemas para migrar hacia un elegido distinto a su favorito, porcentaje que tenderá a desaparecer. Esto indica que no quedará ningún espacio para excéntricos divisionistas, llámese partidos o líderes, que serían demolidos por sus bases ante cualquier movimiento torpe. Desde todo punto de vista, este evento oxigena a la oposición y garantiza que mañana, el candidato unitario amanezca con una popularidad y disposición de voto superior a la suma de la popularidad de los precandidatos que hoy se enfrentan.
¿Es esto suficiente para que la oposición gane las presidenciales?
Por supuesto que no, pero es un paso fundamental para poder enfrentar a Chávez de tú a tú y podría considerarse el mejor arranque que ha tenido la oposición en 13 años. ¿Ganará el 7 de octubre? No lo sabemos aún, pero de que se puede, se puede... y muchas veces, antes no se podía.
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