Sunday, July 8, 2012

La Vega, clonación de la realidad

En: http://www.lapatilla.com/site/2012/07/08/alonso-moleiro-la-vega-clonacion-de-la-realidad/

Alonso Moleiro

Atrincherados en tornos a sus fetiches ideológicos y enloquecidos ante la eventualidad de perder sus puestos, los miembros de la alta gerencia informativa del gobierno nacional, acompañados de algunos formadores de opinión que hace rato vieron pasar sus mejores días, pisan al acelerador para producir un curioso proceso de clonación de la realidad.
Un rasgo que no es nuevo –lo hemos señalado antes en estas páginas- pero que, con el paso de los meses, y a la espera de momentos decisivos, se torna especialmente llamativo y peligroso.
Cada pocas semanas se producen en las calles de las ciudades venezolanas vergonzosas escaramuzas violentas, teledirigidas desde los laboratorios del oficialismo, concebidas para intimidar a sus adversarios políticos y crear el pánico entre los indiferentes. Cotiza, el 23 de enero, Caricuao y La Vega. Verdaderos escenarios de sabotaje orquestado, intentos desesperados por impedir el contacto del candidato de la Unidad con la población urbana.
Episodios inspirados en la barbarie fascistoide que, con asombrosa rapidez, son maquillados y retocados para ser propalados y presentados en el Sistema de Medios Públicos con todos los aditamentos perfumados de la propaganda. El objetivo final persigue causar el efecto deseado: mantener, bajo engaño, en sobreaviso a su propia militancia.
Una operación política millonaria y especialmente ambiciosa, que, tal y como ocurre con el montaje de compañías encuestadoras de dudoso pelaje, están diseñadas con la vana intención de hacerle creer a los venezolanos que la victoria electoral del gobierno nacional es un hecho consumado, sobre el cual, independientemente de los esfuerzos ajenos, poco queda por hacer.
Refrendado, a los efectos de Caracas, de un dato peligrosamente cierto y, a estas alturas, omitido con mucho cuidado por el oficialismo y los voceros que sirven a su causa: la derrota electoral del chavismo en las últimas elecciones parlamentarias, no sólo en todo el perímetro urbano de Caracas, sino en el que había sido uno de sus feudos: el Municipio Libertador.
Nadie debe menospreciar el depurado y costosísimo esfuerzo que hace en este momento el chavismo para separar quirúrgicamente lo que parecer ser de lo que en realidad es. El gobierno ha comprendido que, para poder manejar escenarios complejos en situaciones limite, tiene que aprender a tener el control de las percepciones divorciándose cuando es preciso de la realidad.
Es una conducta que pudo presenciar toda la nación en la noche misma de las parlamentarias: una vez que les fuera restregada su derrota en la cara, se aparecieron como si nada hubiese sucedido al día siguiente, con una sonrisa tatuada en cincel, celebrando una victoria numérica inexistente y prometiendo nuevas expropiaciones.
Para ellos, sin embargo, no hay buenas noticias. Los recorridos de Capriles Radonski por todos los rincones del país han sido, a la fecha, sencillamente apoteósicos. No hablamos sólo de las laberínticas concentraciones que han tenido lugar en ciudades como Valencia, Barquisimeto y Maracay. También en aquellas zonas tenidas tradicionalmente como dominios del oficialismo: pueblos de Monagas, el alto Apure, los municipios andinos de Barinas, ciudades del llano como San Carlos y San Juan de los Morros.
Vientos de cambio que pueden palparse con entera facilidad en el entorno, corolario de una inteligente campaña electoral, que privilegia el contacto con las masas a los gastos millonarios y que ha escogido desnudar con crudeza las terribles verdades en torno a los problemas de los venezolanos en lugar de dedicarse a insultar a los demás.
El divorcio entre lo que se palpa en la calle y lo que se construye en los costosos escenarios de percepción del gobierno tiene dos antecedentes previos: el poderoso volumen de votantes de las elecciones primarias y los ríos humanos que acudieron al CNE a inscribir al candidato de la Unidad Nacional.
Todo parece indicar que la maniobra les quedará incompleta. El sabotaje de La Vega es parte de esos esfuerzos inútiles.

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