ALEXANDER GUERRERO E. | EL UNIVERSAL
domingo 9 de septiembre de 2012 12:00 AM
En 1996, con la Agenda Venezuela, el Gobierno firmó con el FMI sin asistencia financiera. El tipo de cambio voló de 170 a 260 Bs/$ cuando se desmanteló el control de cambio. Se arrastraban las consecuencias de la crisis financiera que el Gobierno decidió monetizar. El ministro Matos, dijo, "el BCV me engañó...", pese a que salía ganando, más bolívares para al Fisco; según el BCV, el cambio no llegaría tan lejos, ¿por qué ocurrió así? Mal manejo por parte del BCV y el Gobierno, junto con quienes apostaban sus profecías autocumplidas. El impacto inflacionario de ¡100%! Historia que hay que evitar cuando Capriles tome el poder. En 1996 la balanza de pagos no era caótica como en 1989, pero la situación fiscal era insostenible dado el bail-out de la crisis financiera. Su costo se estimaba en 13.000 millones de dólares -y aunque monetizada- destrozó al Fisco que finalmente se derrumbó en 1997 con la caída de los precios del petróleo debido a la crisis asiática.
Esa maxidevaluación causada como consecuencia de la crisis financiera (1995-1997) fue activada por la salida de capitales, pero subyacía el hecho de buena porción grande de la banca estaba podrida, auxilios financieros y maxidevaluación; una ecuación con pocos dueños. La pérdida de confianza en la gobernabilidad y la debilidad de la balanza de pagos, combinada con un desequilibrio fiscal que se arrastraba por la crisis financiera. La inflación causada por la corrida de capitales que activó la crisis respondía así a la terapia monetaria erróneamente utilizada para monetizar la crisis financiera, se apagaba un incendio con gasolina. Con el precio del petróleo en $7 la campana electoral terminó como sirviendo la mesa para lo que hoy tenemos: consecuencias no intencionadas.
El ganador de esa maxidevaluación, y todas- el Gobierno recibe buena parte de la renta del petróleo que se realiza en dólares, la devaluación genera bolívares al Gobierno, es el impuesto inflacionario. Hay otros ganadores, los que poseen portafolios de deuda pública en dólares; el perdedor, el ciudadano de a pie, así se conectan los errores en los gobiernos. El petróleo a $18 generaba una contribución fiscal de 6-7% del PIB, un nivel de ingreso fiscal muy inferior al comparar con los $100 -promedio- de 2011/12, esta relación es crucial para comprender el entorno de un régimen cambiario a partir de la llegada de Capriles al poder. Las cosas hoy son muy distintas, aupar una maxidevaluación mirando el actual "precio de sombra" del dólar como un faro, como se vende en el mercado político, innecesaria, sería devastadora, tendría un impacto catastrófico sobre un gobierno que llegaría montado sobre grandes esquemas redistributivos dejados por Chávez; un gasto que habría que mantener mientras se recupera la capacidad productiva del sector privado, que enganchada a una moneda firme y libremente convertible con un gobierno revertiendo arbitrariedad y propiedades confiscadas, restableciendo el régimen de protección de los derechos de propiedad.
Hoy, aunque en medio de un desorden fiscal, derroche de liquidez fiscal y monetaria, con inflación represada, galopante corrupción, también se cuenta con una voluminosa liquidez internacional en un mercado de $100 que compensa ese desgaste fiscal. La contribución fiscal petrolera hoy dobla (15% del PIB) la de 1999 (7%), suficiente para sostener una economía en crecimiento sin devaluar. El ingreso petrolero con un barril a $100 entre 2011 y 2012 permitió acumular liquidez internacional pese al derroche mencionado- incluyendo reservas internacionales en volúmenes -a la fecha- cercanos a los 70 MM de $. Ese nivel de liquidez es un importante amortiguador para sostener flotando un dólar libre administrado por el BCV que recupere su autonomía e independencia, permitiendo que el dólar circule en cuentas corrientes y activos líquidos en poder del publico, un régimen bimetal que tantos éxitos ha producido en Brasil, Perú y otros. Habrá que reactivar el FEM para contener el impacto fiscal de una eventual caída del precio del petróleo; aunque por ahora no luce probable.
El debate sobre qué hacer con el control de cambio, fluye sobre prejuicios dilemáticos en cuanto al tipo de control y a la fijación del precio del dólar. La convertibilidad del bolívar vuelve sobre un prejuicio y un concepto ambiguo y mal utilizado, de la "sobrevaluación", un claro subterfugio que propone una maxidevaluación. El razonamiento fluye en el sentido que el dólar estaría abaratándose frente al bolívar; el bolívar estaría comprando más dólares.
Hay una buena cantidad de medidas para desmontar el control de cambio, que permitan el acceso libre y garantizar la convertibilidad del bolívar. Hay que poner al Fisco en orden y devolverle al BCV la independencia requerida para cumplir sus objetivos de inflación y estabilidad monetaria; para blindar la balanza de pagos en una economía que no debiera tener, dado el volumen de divisas que produce, controles ni racionamiento, un atentado a los derechos de propiedad. La democracia es consustancial al régimen de libertades económicas, para invertir y producir hay que eliminar restricciones político-institucionales de decenas de leyes que han amarrado y descapitalizado al sector privado; un shock de oferta para que el venezolano se reencuentre con el mercado y pueda masivamente crear empleos.
Esa maxidevaluación causada como consecuencia de la crisis financiera (1995-1997) fue activada por la salida de capitales, pero subyacía el hecho de buena porción grande de la banca estaba podrida, auxilios financieros y maxidevaluación; una ecuación con pocos dueños. La pérdida de confianza en la gobernabilidad y la debilidad de la balanza de pagos, combinada con un desequilibrio fiscal que se arrastraba por la crisis financiera. La inflación causada por la corrida de capitales que activó la crisis respondía así a la terapia monetaria erróneamente utilizada para monetizar la crisis financiera, se apagaba un incendio con gasolina. Con el precio del petróleo en $7 la campana electoral terminó como sirviendo la mesa para lo que hoy tenemos: consecuencias no intencionadas.
El ganador de esa maxidevaluación, y todas- el Gobierno recibe buena parte de la renta del petróleo que se realiza en dólares, la devaluación genera bolívares al Gobierno, es el impuesto inflacionario. Hay otros ganadores, los que poseen portafolios de deuda pública en dólares; el perdedor, el ciudadano de a pie, así se conectan los errores en los gobiernos. El petróleo a $18 generaba una contribución fiscal de 6-7% del PIB, un nivel de ingreso fiscal muy inferior al comparar con los $100 -promedio- de 2011/12, esta relación es crucial para comprender el entorno de un régimen cambiario a partir de la llegada de Capriles al poder. Las cosas hoy son muy distintas, aupar una maxidevaluación mirando el actual "precio de sombra" del dólar como un faro, como se vende en el mercado político, innecesaria, sería devastadora, tendría un impacto catastrófico sobre un gobierno que llegaría montado sobre grandes esquemas redistributivos dejados por Chávez; un gasto que habría que mantener mientras se recupera la capacidad productiva del sector privado, que enganchada a una moneda firme y libremente convertible con un gobierno revertiendo arbitrariedad y propiedades confiscadas, restableciendo el régimen de protección de los derechos de propiedad.
Hoy, aunque en medio de un desorden fiscal, derroche de liquidez fiscal y monetaria, con inflación represada, galopante corrupción, también se cuenta con una voluminosa liquidez internacional en un mercado de $100 que compensa ese desgaste fiscal. La contribución fiscal petrolera hoy dobla (15% del PIB) la de 1999 (7%), suficiente para sostener una economía en crecimiento sin devaluar. El ingreso petrolero con un barril a $100 entre 2011 y 2012 permitió acumular liquidez internacional pese al derroche mencionado- incluyendo reservas internacionales en volúmenes -a la fecha- cercanos a los 70 MM de $. Ese nivel de liquidez es un importante amortiguador para sostener flotando un dólar libre administrado por el BCV que recupere su autonomía e independencia, permitiendo que el dólar circule en cuentas corrientes y activos líquidos en poder del publico, un régimen bimetal que tantos éxitos ha producido en Brasil, Perú y otros. Habrá que reactivar el FEM para contener el impacto fiscal de una eventual caída del precio del petróleo; aunque por ahora no luce probable.
El debate sobre qué hacer con el control de cambio, fluye sobre prejuicios dilemáticos en cuanto al tipo de control y a la fijación del precio del dólar. La convertibilidad del bolívar vuelve sobre un prejuicio y un concepto ambiguo y mal utilizado, de la "sobrevaluación", un claro subterfugio que propone una maxidevaluación. El razonamiento fluye en el sentido que el dólar estaría abaratándose frente al bolívar; el bolívar estaría comprando más dólares.
Hay una buena cantidad de medidas para desmontar el control de cambio, que permitan el acceso libre y garantizar la convertibilidad del bolívar. Hay que poner al Fisco en orden y devolverle al BCV la independencia requerida para cumplir sus objetivos de inflación y estabilidad monetaria; para blindar la balanza de pagos en una economía que no debiera tener, dado el volumen de divisas que produce, controles ni racionamiento, un atentado a los derechos de propiedad. La democracia es consustancial al régimen de libertades económicas, para invertir y producir hay que eliminar restricciones político-institucionales de decenas de leyes que han amarrado y descapitalizado al sector privado; un shock de oferta para que el venezolano se reencuentre con el mercado y pueda masivamente crear empleos.
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