Friday, October 12, 2012

El diálogo según Chávez

En: http://www.eluniversal.com/opinion/121012/el-dialogo-segun-chavez

MARCOS CARRILLO |  EL UNIVERSAL
viernes 12 de octubre de 2012  12:00 AM
Lo más destacado de las palabras post-electorales de Chávez ha sido el llamado al diálogo, una vez más. Un hecho que, de entrada, levanta suspicacias pues la democracia se fundamenta en el consenso, de modo que, en un régimen de libertades, tal convocatoria no sería en absoluto necesaria sino que se daría por sentado.

Chávez es ante todo un militar. En sus esquemas no cabe el debate, sino la subordinación. Para comprobar esto no basta sino recordar que en el discurso de rendición de cuentas del año 2011 puso a su pana Arias Cárdenas como el paradigma de la posibilidad de llegar a acuerdos. Como se sabe, Arias se separó por un tiempo de aquél, para luego volver en condiciones de una sumisión tan extremadamente repugnante y humillante que hoy en día se podría decir que ni Chávez le tiene respeto. Quien hoy gobierna ha demostrado que no está en capacidad de lograr consensos, aspira a que sus órdenes se acaten, y punto. Otro resabio militarista. Cuando ha apelado al diálogo no lo ha hecho sino para rearmarse políticamente. Ejemplo de su alergia a las concesiones propias de los acuerdos es su ahora famoso lema: "los que quiera patria, vengan conmigo"; ergo, el que no lo siga y tenga una perspectiva distinta es un traidor a la patria. De allí una primera advertencia: El pluralismo es un presupuesto de la democracia, el diálogo no puede culminar con la subordinación de la otra parte.

Chávez no aspira al mutuo respeto, sino a la adulancia. Su campaña se basó en insultar de todas las formas posibles a Henrique Capriles, llamando a  "arrasar" a la "burguesía", "los escuálidos", "los majunches". Fue él quien introdujo el término "enemigo" en la política venezolana (así lo confesó el año pasado) y ofendió las victorias democráticas del referéndum constitucional y Asamblea Nacional. Por otro lado, ha implantado una relación vejatoria y cruel con sus diputados y ministros, dejándolos en ridículo cada vez que le es necesario salvar su pellejo. Aun así, sus adláteres están dispuestos a sufrir cualquier metamorfosis para seguir disfrutando de los favores del jefe. Este tipo de relación es, evidentemente, inaceptable para cualquier demócrata y cualquier persona que se respete a sí misma. Otra advertencia: el diálogo presupone el respeto del interlocutor.

Valdría la pena preguntarse si el chavismo está dispuesto a seguir estos dos principios y, si lo hace, por cuánto tiempo se mantendrá. En cualquier caso, es deber de los demócratas responder positivamente a este llamado siempre que se haga desde una perspectiva realista, conociendo a su interlocutor y sus intenciones subyacentes, y sin descuidar mecanismos extra diálogo que han puesto presión sobre el gobierno y han dado resultados.

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