MARCOS CARRILLO | EL UNIVERSAL
viernes 26 de octubre de 2012 12:00 AM
Los seis años del nuevo gobierno ya empezaron a correr a máxima velocidad. El 8 de octubre mientras Chávez, una vez más, hablaba de diálogo, el vicepresidente Elías Jaua dijo algo tan claro que no caben interpretaciones: Las expropiaciones seguirán.
Las universidades se encuentran, otra vez, en la mira. Al momento de redactar estas líneas se informa de pandillas que pretenden asaltar el Consejo Universitario de la UCV, mientras amenazas presupuestarias se ciernen sobre casas de estudio públicas y privadas, que literalmente ya no pueden soportar sus estructuras (un profesor con doctorado gana poco más del sueldo mínimo y pretenden seguir reconduciendo los presupuestos).
Se retoma, además, el tema de la injerencia en la educación básica. Se aprueban normas que limitan la necesaria relación entre padres, representantes y escuelas y se sustituye por una relación de subordinación de éstas a las comunas, entidades para las que la impertinencia gubernamental pide celeridad en su implementación.
La premura por la consumación del estado comunal es evidente. La prioridad es acabar con la descentralización, con los factores de poder local y regional, y sustituirlos por la imposición de un centralismo caudillista, clientelar y necesariamente sumiso, para seguir asfixiando todo espacio de disidencia política.
Como si esto fuera poco, se desprecian las solicitudes de amnistía a los presos políticos y el Presidente con arrogancia de dictador recuerda en cadena nacional que fue él quien ganó y que la oposición no está en el lugar de exigir nada, ni siquiera el respeto a los derechos humanos, agregamos nosotros.
Por esto la lucha por la democracia tiene que seguir con voluntad de hierro. El siguiente paso es ganar las elecciones de diciembre para evitar el desmoronamiento del estado federal. Pero hay que estar claros en que luego se deberá combatir aun más férreamente frente a un gobierno que no respeta los valores inherentes a la democracia y que tiene inmenso apuro en acaparar los espacios que le permitan implementar su modelo de comunismo.
Ha quedado demostrado que formas de lucha no violenta que defienden con firmeza principios inalienables han sido altamente eficientes en el combate al totalitarismo. Las experiencias de los movimientos en defensa de los hijos y la educación, son ejemplos del coraje con el que se ha logrado evitar la toma de espacios vitales. Debe profundizarse también la lucha por la liberación de los presos políticos, pues esto ataca varios puntos neurálgicos que desenmascaran la verdadera naturaleza del gobierno. Los ciudadanos deben desarrollar fórmulas para resistir la implantación del estado comunal que viola los fundamentos más elementales de la Constitución.
En resumen, para sobreponerse al oprobio totalitario que se pretende profundizar es necesario votar en diciembre, pero es igualmente importante preparar desde ya las formas, más allá del voto, de combatir la receta comunista que pretende implantarse.
Los seis años del nuevo gobierno ya empezaron a correr, es verdad, pero van tan rápido y con tal petulancia que pueden voltearse en la primera curva.
Las universidades se encuentran, otra vez, en la mira. Al momento de redactar estas líneas se informa de pandillas que pretenden asaltar el Consejo Universitario de la UCV, mientras amenazas presupuestarias se ciernen sobre casas de estudio públicas y privadas, que literalmente ya no pueden soportar sus estructuras (un profesor con doctorado gana poco más del sueldo mínimo y pretenden seguir reconduciendo los presupuestos).
Se retoma, además, el tema de la injerencia en la educación básica. Se aprueban normas que limitan la necesaria relación entre padres, representantes y escuelas y se sustituye por una relación de subordinación de éstas a las comunas, entidades para las que la impertinencia gubernamental pide celeridad en su implementación.
La premura por la consumación del estado comunal es evidente. La prioridad es acabar con la descentralización, con los factores de poder local y regional, y sustituirlos por la imposición de un centralismo caudillista, clientelar y necesariamente sumiso, para seguir asfixiando todo espacio de disidencia política.
Como si esto fuera poco, se desprecian las solicitudes de amnistía a los presos políticos y el Presidente con arrogancia de dictador recuerda en cadena nacional que fue él quien ganó y que la oposición no está en el lugar de exigir nada, ni siquiera el respeto a los derechos humanos, agregamos nosotros.
Por esto la lucha por la democracia tiene que seguir con voluntad de hierro. El siguiente paso es ganar las elecciones de diciembre para evitar el desmoronamiento del estado federal. Pero hay que estar claros en que luego se deberá combatir aun más férreamente frente a un gobierno que no respeta los valores inherentes a la democracia y que tiene inmenso apuro en acaparar los espacios que le permitan implementar su modelo de comunismo.
Ha quedado demostrado que formas de lucha no violenta que defienden con firmeza principios inalienables han sido altamente eficientes en el combate al totalitarismo. Las experiencias de los movimientos en defensa de los hijos y la educación, son ejemplos del coraje con el que se ha logrado evitar la toma de espacios vitales. Debe profundizarse también la lucha por la liberación de los presos políticos, pues esto ataca varios puntos neurálgicos que desenmascaran la verdadera naturaleza del gobierno. Los ciudadanos deben desarrollar fórmulas para resistir la implantación del estado comunal que viola los fundamentos más elementales de la Constitución.
En resumen, para sobreponerse al oprobio totalitario que se pretende profundizar es necesario votar en diciembre, pero es igualmente importante preparar desde ya las formas, más allá del voto, de combatir la receta comunista que pretende implantarse.
Los seis años del nuevo gobierno ya empezaron a correr, es verdad, pero van tan rápido y con tal petulancia que pueden voltearse en la primera curva.
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