José Rafael López Padrino
El nuevo opio del pueblo
01:01 PM - 21 / Octubre / 2012
Ha culminado una de las campañas electorales más ruines en la historia de nuestro país. No se trató del enfrentamiento político de dos candidatos por la silla presidencial, sino la de un aspirante en contra de la maquinaria de un Estado todopoderoso, y despótico que apeló al miedo, al chantaje, al soborno, a la mentira y a la coacción para torcer la intensión del voto ciudadano. Aunado a un CNE que avaló toda esa política ventajosa y abusiva a favor del tte coronel.
El inquilino de Miraflores ha resultado ganador, sin haber logrado los 10 millones de votos que había fijado como meta para estas elecciones; su caudal electoral solo creció en 827.884 votos con respecto a los resultados de 2006, mientras que la oposición alcanzó un récord histórico de votación, al totalizar 6.5 millones de sufragios, un sustancial incremento con relación a los 4.3 millones de votos que obtuvo en el 2006.
Estos resultados son totalmente paradójicos después de 14 años de despotismo, de corruptelas, de atropellos, de militarización del país, de destrucción de las industrias básicas, de PDVSA, y de exclusión política como política de Estado. Comprender estos resultados electorales pasa por aceptar que el esfuerzo discursivo de Capriles, no logró desmontar el mensaje oficialista basado en la manipulación “discursiva” mediante la palabra, o “coercitiva” mediante la fuerza. Es bien sabido que las personas alienadas pierden la conciencia crítica de si mismas, y van asumiendo los pensamientos o ideologías que los manipuladores intentan implantar.
El discurso demagógico del tte coronel y su simbología maniquea han generado una falsa sensación de empoderamiento en los sectores populares. Ello ha logrado discursiva o coercitivamente, cautivar o corromper la conciencia de los sectores populares, transformándolos en enajenados feligreses de su religión bolivariana. Venezolanos cuya mente ha sido moldeada en tal sentido que sólo les preocupa los beneficios de las misiones, los alimentos de Mercal, los electrodomésticos subsidiados por el Estado, etc., pero que lamentablemente no les inquieta que la infraestructura de las vías de comunicación, de las escuelas y hospitales se desplomen, que entreguen nuestra soberanía, que atropellen a los trabajadores y estudiantes, así como el deterioro de los servicios públicos.
Perdimos electoralmente, más no políticamente frente a la barbarie socialfacista del vocinglero de Miraflores. Ganó el ventajismo, la mentira, el miedo, la coacción y la petro-chequera. Nunca las luchas contra los gobiernos autoritarios han sido fáciles, y mucho menos breve. Venezuela es hoy rehén de la manipulación de su propia miseria por parte de un régimen inescrupuloso.
Es crítico entender las dimensiones de la monstruosidad oscurantista del socialfacismo bolivariano, para poder delinear las estrategias políticas que permitan el desmontaje ideológico de este nuevo “opio de los pueblos” parafraseando al viejo Marx.
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