Wolfgang U. Molina
12 Octubre, 2012
La MUD nos pide reconocer nuestra derrota y animarnos para seguir votando. Nos pide mucho. No nos pidan reconocer “la victoria de Chávez” después de un proceso electoral cargado de inequidad y trampas; sobre todo cuando el resultado desafía la intuición y la percepción de un pueblo que ya daba por descontada la victoria de Capriles o a lo sumo, un resultado cerrado.Como demócratas y apegados al estado de derecho, es lógico que la MUD acate la resolución del CNE de proclamar a Hugo Chávez ganador de los comicios. Pero no podemos reconocer una victoria que no se concilia con la atmósfera que se respira en el país. Detrás de la semántica están las ideas y detrás de estas, la posibilidad de motivarnos de nuevo para seguir adelante. Seamos realistas. Nadie puede motivarse aceptando una diferencia de más de diez puntos después de 14 años de una gestión catastrófica.
Los líderes de la MUD deben entender que no nos pueden pedir tragar estoicamente el trago amargo de una derrota que más bien es un descalabro, para luego levantarnos voluntariosamente a votar el 16 de diciembre. Pedir esto desmoviliza. Superar la etapa de duelo no es igual para todo el mundo. Es un asunto personal que tampoco se logra en un día. No necesitamos de psicoterapia para superar el duelo, sino de un nuevo plan realista para sacar al país de esta perdición que realmente nos conforte y nos aliente.
Por ejemplo, exigir de inmediato un informe médico independiente que determine si Chávez está apto para ejercer el cargo, promover en 2013 una reforma constitucional para eliminar la relección presidencial, preparar la activación del referendo revocatorio apenas se cumpla el plazo exigido en la constitución, etc. No toda nuestra acción política se debe focalizar en procesos electorales que satisfagan la ambición de los dirigentes de la MUD.
Claro que no debemos dejar de votar, pero paralelamente tampoco dejar de decir que el CNE no es un árbitro justo. Cuidando el peso de las palabras, la MUD tampoco puede asegurar que no hubo fraude. Solo puede decir que no lo ha detectado. Su deber es seguir atendiendo todas y cada una de las denuncias que formule la gente de nuestro bando. Nunca llamarlos radicales y desestimar de entrada sus planteamientos.
Henrique Capriles hizo una campana electoral orientada a captar a los “ni-nis” y al chavismo “light”. Sin duda una sabia estrategia que rindió sus frutos, pues no tenía ningún sentido tener un discurso que satisficiera a los votantes convencidos y al antichavismo duro. Capriles se cuidó de dar declaraciones altisonantes y procuró mantener un mensaje integrador presentándose en algunos momentos como el relevo natural de Hugo Chávez. La estrategia fue tácitamente entendida por los sectores duros de la unidad democrática ¿No podemos esperar la misma condescendencia para con nuestros electores decepcionados?
Con los tristes resultados del domingo pasado los líderes de oposición deben saber leer el ambiente político reinante y cuidar también los votos de este lado. Llamar “Radicales” a los que exigen explicaciones que pueden resultar incomodas es promover la división y la desmovilización.
Nunca se debe renunciar al dialogo, pero es de una ingenuidad infantil creer que Chávez pueda echar atrás su demoledor discurso para minar la dignidad de sus contrincantes políticos. Ya lo hemos visto en el pasado lanzar estas señales engañosas. La voluntad de diálogo se demuestra con gestos. La MUD puede pedirle al presidente que libere a la juez Afiuni, que indulte a los comisarios, etc., pero sobre todo, que se nombre un CNE equilibrado y una vez cumplido esto, considerar la posibilidad de un dialogo. Pero no puede ser tan inocente de dejarse convencer con una llamadita
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