EL UNIVERSAL
sábado 27 de octubre de 2012 08:25 AM
Los 23,7 millones de hispanos registrados para votar, que representan 11% del electorado, coinciden en señalar el tema migratorio entre sus cinco mayores preocupaciones, después de la economía y el empleo, según el instituto Pew Hispanic.
Los Ángeles, EEUU - El demócrata Barack Obama falló en cumplir su promesa de hacer una reforma migratoria y el republicano Mitt Romney agitó una dura retórica contra los indocumentados. Ahora ambos necesitan la absolución de los hispanos, que se sienten desilusionados de uno y amenazados por el otro.
A 10 días de los comicios, los republicanos cosechan los frutos de su reciente discurso contra la inmigración ilegal y tienen pocas esperanzas de remontar el 20% de apoyo que les dan los latinos, recelosos luego de que estados conservadores aprobaran leyes que criminalizan a los "sin papeles", indicó AFP.
Pero los 52 millones de "hispanos" en el país -término que engloba desde inmigrantes recientes hasta estadounidenses de segunda y tercera generación- tampoco están muy entusiasmados con un presidente que incumplió su promesa en uno de los tópicos que más les toca: una reforma migratoria amplia.
Al menos no lo estaban hasta que Obama sacudió su varita mágica y suspendió por dos años las deportaciones de los estudiantes indocumentados.
Cuando se le pregunta sobre el 71% de apoyo que, según una encuesta divulgada por Latino Decisions el lunes, tiene el presidente entre los hispanos, el académico Gabriel Sánchez responde: "¿Cómo es eso posible cuando están tan frustrados por no tener una reforma migratoria?".
"Esto sucede porque la opción es entre Obama como un 'bien inmaterial', en el sentido de que dice muchas cosas pero no ha hecho demasiado, y la 'autodeportación' como un modelo de política migratoria", dijo este profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Nuevo México (suroeste).
El concepto de "autodeportación", que según sus críticos consiste en hacerle la vida tan miserable a los indocumentados que acabarán por irse, fue defendido por Romney, un exgobernador de Massachusetts, durante las primarias republicanas.
Los 23,7 millones de hispanos registrados para votar, que representan 11% del electorado, coinciden en señalar el tema migratorio entre sus cinco mayores preocupaciones, después de la economía y el empleo, según el instituto Pew Hispanic.
Pero los hispanos republicanos insisten en que este tema es abordado por los demócratas de forma falaz.
"Las preocupaciones de los hispanos son las mismas que las del resto del electorado", a saber la economía, dijo Alci Maldonado, presidenta de la organización partidista Asamblea Nacional Hispana Republicana.
"Los demócratas intentan usar la migración como un tema que divide al Partido Republicano de las heterogéneas comunidades hispanas", agregó, "cuando es un hecho que los republicanos promovieron una reforma migratoria amplia durante la presidencia de George W. Bush".
En efecto, una reforma promovida por Bush fracasó en el Senado en 2007.
No obstante, los analistas coinciden en que, aunque no sea el asunto que más preocupa a los latinos, el tema migratorio sí tiene el potencial de definir su voto que, a la vez, aún puede inclinar la balanza en varios estados clave de gran población hispana como Nevada, Colorado y Florida.
Pero los republicanos "están pagando las consecuencias del contexto negativo que han creado para los latinos", dijo a la AFP Jody Vallejo, profesora de Sociología de la Universidad del Sur de California. "En particular en estados como Arizona (suroeste), donde los latinos han sido criminalizados por los legisladores republicanos".
En Arizona, por ejemplo, la policía debe controlar el estatus migratorio de los detenidos en base a una "sospecha razonable" de que son indocumentados.
Y aunque los hispanos de segunda o tercera generación no tienen problemas migratorios, este tipo de leyes -copiadas en parte por otros estados- afectan a toda la comunidad: "No importa si acabas de llegar o eres estadounidense de origen latino: te pedirán los papeles sólo si pareces mexicano", dijo Sánchez.
Además, los hispanos estadounidenses tienen nexos afectivos con indocumentados y "se preocupan especialmente cuando se enfrentan a un partido que ataca a los inmigrantes", estimó Vallejo.
Así, los 11,5 millones de indocumentados -la mayoría latinoamericanos- se convirtieron durante la campaña en un gigante sin voto, pero con voz.
Romney ha buscado hacerles olvidar que hace sólo unos meses prometía vetar una ley que legalizara a los estudiantes indocumentados, abogaba por vallas fronterizas más disuasivas y defendía la "autodeportación" a capa y espada.
Pero a pesar de su actual cautela, en su segundo debate con Obama se refirió a los indocumentados como "ilegales", un desliz semántico políticamente incorrecto que no pasó inadvertido.
"Si logro un segundo mandato", dijo el propio Obama en una entrevista el miércoles, "una razón de peso de mi triunfo habrá sido que el candidato republicano y el Partido Republicano se ganaron la antipatía del grupo demográfico que crece con mayor rapidez en el país, los latinos".
El presidente, quien se enfrenta también al rechazo de los latinos por el fracaso de su gestión en materia migratoria y a la cifra récord de deportaciones que ostenta su mandato -400.000 expulsiones al año-, suspendió en junio las deportaciones de estudiantes sin papeles.
Su directiva ha sido criticada como un truco de campaña, pero recibida como un soplo de aire fresco por sus beneficiarios, los 1,7 millones de "dreamers" ("soñadores"), como se conoce a los jóvenes indocumentados traídos por sus padres cuando eran pequeños.
Por ejemplo el activista "dreamer" Iván Ceja, un estudiante de ingeniería biomédica en Los Ángeles que estaba destinado a trabajar ilegalmente, acaba de recibir un permiso de trabajo gracias a esta medida.
"Ahora sí puedo buscar empleo y tener una licencia de conducir", dijo a la AFP el joven de 20 años. La directiva "cambió mi vida completamente".
Según Pew, nueve de cada 10 latinos aprueban la tregua migratoria de Obama.
Y gracias a esta simpatía que generan los "dreamers", sumada al rechazo hacia la retórica antiinmigrante, "la pregunta ahora no es si Romney podrá capturar suficientes votos latinos", dijo Sánchez, "porque claramente no lo hará, sino si los latinos acudirán a las urnas para ayudar a elegir al presidente".
A 10 días de los comicios, los republicanos cosechan los frutos de su reciente discurso contra la inmigración ilegal y tienen pocas esperanzas de remontar el 20% de apoyo que les dan los latinos, recelosos luego de que estados conservadores aprobaran leyes que criminalizan a los "sin papeles", indicó AFP.
Pero los 52 millones de "hispanos" en el país -término que engloba desde inmigrantes recientes hasta estadounidenses de segunda y tercera generación- tampoco están muy entusiasmados con un presidente que incumplió su promesa en uno de los tópicos que más les toca: una reforma migratoria amplia.
Al menos no lo estaban hasta que Obama sacudió su varita mágica y suspendió por dos años las deportaciones de los estudiantes indocumentados.
Cuando se le pregunta sobre el 71% de apoyo que, según una encuesta divulgada por Latino Decisions el lunes, tiene el presidente entre los hispanos, el académico Gabriel Sánchez responde: "¿Cómo es eso posible cuando están tan frustrados por no tener una reforma migratoria?".
"Esto sucede porque la opción es entre Obama como un 'bien inmaterial', en el sentido de que dice muchas cosas pero no ha hecho demasiado, y la 'autodeportación' como un modelo de política migratoria", dijo este profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Nuevo México (suroeste).
El concepto de "autodeportación", que según sus críticos consiste en hacerle la vida tan miserable a los indocumentados que acabarán por irse, fue defendido por Romney, un exgobernador de Massachusetts, durante las primarias republicanas.
Los 23,7 millones de hispanos registrados para votar, que representan 11% del electorado, coinciden en señalar el tema migratorio entre sus cinco mayores preocupaciones, después de la economía y el empleo, según el instituto Pew Hispanic.
Pero los hispanos republicanos insisten en que este tema es abordado por los demócratas de forma falaz.
"Las preocupaciones de los hispanos son las mismas que las del resto del electorado", a saber la economía, dijo Alci Maldonado, presidenta de la organización partidista Asamblea Nacional Hispana Republicana.
"Los demócratas intentan usar la migración como un tema que divide al Partido Republicano de las heterogéneas comunidades hispanas", agregó, "cuando es un hecho que los republicanos promovieron una reforma migratoria amplia durante la presidencia de George W. Bush".
En efecto, una reforma promovida por Bush fracasó en el Senado en 2007.
No obstante, los analistas coinciden en que, aunque no sea el asunto que más preocupa a los latinos, el tema migratorio sí tiene el potencial de definir su voto que, a la vez, aún puede inclinar la balanza en varios estados clave de gran población hispana como Nevada, Colorado y Florida.
Pero los republicanos "están pagando las consecuencias del contexto negativo que han creado para los latinos", dijo a la AFP Jody Vallejo, profesora de Sociología de la Universidad del Sur de California. "En particular en estados como Arizona (suroeste), donde los latinos han sido criminalizados por los legisladores republicanos".
En Arizona, por ejemplo, la policía debe controlar el estatus migratorio de los detenidos en base a una "sospecha razonable" de que son indocumentados.
Y aunque los hispanos de segunda o tercera generación no tienen problemas migratorios, este tipo de leyes -copiadas en parte por otros estados- afectan a toda la comunidad: "No importa si acabas de llegar o eres estadounidense de origen latino: te pedirán los papeles sólo si pareces mexicano", dijo Sánchez.
Además, los hispanos estadounidenses tienen nexos afectivos con indocumentados y "se preocupan especialmente cuando se enfrentan a un partido que ataca a los inmigrantes", estimó Vallejo.
Así, los 11,5 millones de indocumentados -la mayoría latinoamericanos- se convirtieron durante la campaña en un gigante sin voto, pero con voz.
Romney ha buscado hacerles olvidar que hace sólo unos meses prometía vetar una ley que legalizara a los estudiantes indocumentados, abogaba por vallas fronterizas más disuasivas y defendía la "autodeportación" a capa y espada.
Pero a pesar de su actual cautela, en su segundo debate con Obama se refirió a los indocumentados como "ilegales", un desliz semántico políticamente incorrecto que no pasó inadvertido.
"Si logro un segundo mandato", dijo el propio Obama en una entrevista el miércoles, "una razón de peso de mi triunfo habrá sido que el candidato republicano y el Partido Republicano se ganaron la antipatía del grupo demográfico que crece con mayor rapidez en el país, los latinos".
El presidente, quien se enfrenta también al rechazo de los latinos por el fracaso de su gestión en materia migratoria y a la cifra récord de deportaciones que ostenta su mandato -400.000 expulsiones al año-, suspendió en junio las deportaciones de estudiantes sin papeles.
Su directiva ha sido criticada como un truco de campaña, pero recibida como un soplo de aire fresco por sus beneficiarios, los 1,7 millones de "dreamers" ("soñadores"), como se conoce a los jóvenes indocumentados traídos por sus padres cuando eran pequeños.
Por ejemplo el activista "dreamer" Iván Ceja, un estudiante de ingeniería biomédica en Los Ángeles que estaba destinado a trabajar ilegalmente, acaba de recibir un permiso de trabajo gracias a esta medida.
"Ahora sí puedo buscar empleo y tener una licencia de conducir", dijo a la AFP el joven de 20 años. La directiva "cambió mi vida completamente".
Según Pew, nueve de cada 10 latinos aprueban la tregua migratoria de Obama.
Y gracias a esta simpatía que generan los "dreamers", sumada al rechazo hacia la retórica antiinmigrante, "la pregunta ahora no es si Romney podrá capturar suficientes votos latinos", dijo Sánchez, "porque claramente no lo hará, sino si los latinos acudirán a las urnas para ayudar a elegir al presidente".
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