Wednesday, December 12, 2012

Los ingenieros de "MIT" salen a rescatar la economía mundial

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BASILEA, Suiza—Una vez cada dos meses, más de una docena de banqueros centrales se reúnen en esta ciudad los domingos para hablar y cenar en el piso 18 de un edificio cilíndrico con vistas al Rin.
Las conversaciones giran en torno al dinero y la economía. Se sientan a la mesa los presidentes de los principales bancos centrales del mundo, que representan a países con un Producto Interno Bruto anual del orden de los US$51 billones (millones de millones), equivalente a tres cuartas partes de la economía mundial.
En los últimos tiempos, las reuniones secretas se han centrado en los problemas que afligen a la economía global y las agresivas medidas que los bancos centrales han adoptado para reactivar sus economías nacionales. Los bancos centrales han inundado desde 2007 en adelante el sistema financiero con más de US$11 billones y planean inyectar miles de millones adicionales en bonos soberanos, hipotecas y préstamos comerciales.
La estrategia monetaria no se encuentra en los libros de economía ni de historia. En realidad, los banqueros centrales están en medio de un experimento de alto riesgo en el que usan como guía el trabajo académico de algunos de los hombres que estudiaron y enseñaron en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en los años 70 y 80.
Aunque muchos gobiernos nacionales, incluido el de Estados Unidos, no han logrado ponerse de acuerdo sobre la política fiscal, los banqueros centrales han forjado su propio camino, unidos por conversaciones frecuentes y relaciones personales que se remontan a los días en que estudiaban economía.
Si aciertan, la economía mundial podría eludir un prolongado estancamiento. En cambio, si se equivocan, podrían generar presiones inflacionarias o sentar las bases de una nueva crisis financiera. Un fracaso también podría dar lugar a nuevas restricciones sobre el poder y la independencia de los bancos centrales, herramientas consideradas esenciales en emergencias como la crisis financiera de 2008 y 2009.
"¿Decidirá la historia si hicieron mucho o muy poco? No lo sabemos porque es algo que todavía está en evolución", sostiene Kenneth Rogoff, profesor de economía de la Universidad de Harvard. "Están asumiendo riesgos porque es una estrategia experimental", añade.
La Reserva Federal de EE.UU. compra US$40.000 millones al mes en valores hipotecarios y parece decidida a invertir otros miles de millones en bonos del Tesoro. El Banco de Inglaterra acordó distribuir miles de millones de libras a las empresas y las familias a través de los bancos. El Banco Central Europeo (BCE) prometió mantener bajos los costos de endeudamiento de los gobiernos de la zona euro que solicitaran ayuda. El Banco de Japón gasta alrededor de US$1,14 billones en bonos gubernamentales, deuda de empresas y acciones.
El objetivo es reducir el costo del crédito y estimular las bolsas en un intento por fomentar el gasto y la inversión de los hogares y las empresas. El método, sin embargo, no se ha probado a escala global y los banqueros centrales se han reunido a menudo para evaluar los riesgos.
Un día después de la cena de junio en Basilea, los banqueros centrales recibieron la advertencia de uno de sus anfitriones en un discurso ante el grupo. "Estas medidas de emergencia podrían tener efectos indeseados si persisten por mucho tiempo", dijo Jaime Caruana, director general del Banco Internacional de Pagos, donde se celebran las cenas.
Otra preocupación es que estimular las bolsas y abaratar el costo del crédito permiten a los gobiernos aplazar las difíciles decisiones políticas necesarias para solucionar problemas tales como el alza de los déficits fiscales, según algunos.
Los bancos centrales controlan la oferta monetaria mundial. Cuando la aumentan, la inyección de fondos estimula las economías, reduce las tasas de interés y el desempleo, pero se corre el riesgo de generar inflación. Al disminuirla, por otro lado, aumentan las tasas de interés y se enfría la economía, pero los precios descienden.
Los bancos centrales han prometido que una vez que la economía se recupere, van a cerrar el grifo lo suficientemente rápido para impedir que aparezcan presiones inflacionarias. Pero retirar tanto dinero del mercado en el momento preciso podría ser un desafío político y económico.
Los banqueros centrales están entre las personas más aisladas de un gobierno. Si se reúnen con mucha frecuencia con los banqueros privados, corren el riesgo de desestabilizar a los mercados o dar a los operadores una ventaja injusta. Asimismo, tratan de mantenerse a distancia de los políticos para preservar su independencia.
Desde que estalló la crisis financiera a fines de 2007, se han consultado mutuamente. Juntos, ayudaron a detener la espiral descendente de la economía mundial, recortado las tasas de interés a mínimos históricos, inyectado miles de millones de dólares, euros, libras esterlinas y yenes en bancos y mercados en dificultades.
Tres de los presidentes de los bancos centrales más poderosos del mundo iniciaron sus carreras en un edificio conocido como "E52", sede del departamento de economía del MIT. Ben Bernanke, presidente de la Fed, y Mario Draghi, presidente del BCE, obtuvieron allí su doctorado en la década de los 70. Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra, impartió clases en los 80 y compartió una oficina con Bernanke.
Muchos economistas salieron del MIT con la creencia de que el gobierno podía ayudar a atenuar los bajones económicos. Los bancos centrales juegan un papel particularmente importante desde este punto de vista, no sólo mediante el uso de las tasas de interés, sino también al tratar de influir en las expectativas de las personas a través de declaraciones cuidadosamente redactadas.
Entre los invitados a las cenas dominicales en Basilea figuran los líderes de la Fed, el BCE, el Banco de Inglaterra y los responsables de los bancos centrales de India, China, México, Brasil y otros países.
King, el gobernador del Banco de Inglaterra, es quien lleva la batuta en las conversaciones. Los hombres tienen sus asientos asignados en una mesa redonda en un comedor de paredes blancas, techo negro y una vista panorámica de la ciudad. No hay transcripciones ni minutas.
En momentos en que lidian con dudas y desacuerdos sobre la reactivación de la economía global, forman una estrecha fraternidad. Sus relaciones se desarrollan a través de conversaciones telefónicas y en persona. "Un gran secreto de la cooperación entre los bancos centrales", dice King, es que en una crisis "uno puede tomar un teléfono y tener muy rápido acuerdo sobre algo".
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