ANTONIO PÉREZ ESCLARÍN | EL UNIVERSAL
martes 11 de diciembre de 2012 12:00 AM
Cómo es posible que haya personas que, desilusionadas por no haber ganado las elecciones presidenciales, dicen que no van a votar? Eso demuestra un temple derrotista que desdice del genuino espíritu ciudadano, capaz de crecerse con los reveses y las dificultades.
¡Nada de adelantar las vacaciones navideñas ya que suspendieron las clases! La pelea es peleando y no ir a votar supone dejar que otros decidan por ti. Es bien cierto que en Venezuela las elecciones no se dan en términos equitativos pues el Gobierno utiliza todos sus recursos y poderes para imponer a sus candidatos, pero eso debería motivar a los genuinos demócratas a combatir con más vigor y con más esperanza.
Los espíritus más nobles y aguerridos se crecen en las dificultades. Si se viene repitiendo que "la esperanza es lo último que se pierde", en Venezuela pareciera que es lo primero que muchos han perdido. Pero la esperanza, como lo expresaba Ernst Bloch, impide la angustia y el desaliento, pone alas a la voluntad, se orienta hacia la luz y la vida.
Sin esperanza, languidece el entusiasmo, se apagan las ganas de luchar y de vivir. La esperanza se opone con fuerza a los abusos de poder y al pragmatismo de los que buscan egoístamente acomodarse y obtener beneficios personales e inmediatos sin pensar en el futuro del país.
Deberíamos siempre recordar que la lucha por la justicia y la libertad vale la pena también cuando se pierden.
Fiel a su pueblo
Paulo Freire, un hombre que siempre permaneció radicalmente fiel al pueblo y a sus luchas por una mayor libertad y justicia solía repetir cuando le insistían en las enormes dificultades de establecer un mundo fraternal como él lo soñaba: "reconozco los obstáculos, pero rechazo acomodarme en silencio, o simplemente ser el eco vacío, avergonzado o cínico del discurso dominante".
El voto es el ejercicio supremo de la libertad. En consecuencia, debe ser bien reflexionado y no puede ser objeto de presiones, chantajes o miedos. Al votar en las próximas elecciones, uno debe pensar cómo sueña a su estado y cómo sueña a Venezuela y qué candidatos representan mejor su sueño. Si alguien ha sido objeto de presiones o chantajes para condicionar su voto, esa debería ser una razón poderosa para votar con valor en contra de esa forma mezquina de entender la política.
¡Todos a votar el 16 de diciembre y a seguir expresando con el voto la decisión inquebrantable de trabajar por una genuina democracia respetuosa y justa!
¡Nada de adelantar las vacaciones navideñas ya que suspendieron las clases! La pelea es peleando y no ir a votar supone dejar que otros decidan por ti. Es bien cierto que en Venezuela las elecciones no se dan en términos equitativos pues el Gobierno utiliza todos sus recursos y poderes para imponer a sus candidatos, pero eso debería motivar a los genuinos demócratas a combatir con más vigor y con más esperanza.
Los espíritus más nobles y aguerridos se crecen en las dificultades. Si se viene repitiendo que "la esperanza es lo último que se pierde", en Venezuela pareciera que es lo primero que muchos han perdido. Pero la esperanza, como lo expresaba Ernst Bloch, impide la angustia y el desaliento, pone alas a la voluntad, se orienta hacia la luz y la vida.
Sin esperanza, languidece el entusiasmo, se apagan las ganas de luchar y de vivir. La esperanza se opone con fuerza a los abusos de poder y al pragmatismo de los que buscan egoístamente acomodarse y obtener beneficios personales e inmediatos sin pensar en el futuro del país.
Deberíamos siempre recordar que la lucha por la justicia y la libertad vale la pena también cuando se pierden.
Fiel a su pueblo
Paulo Freire, un hombre que siempre permaneció radicalmente fiel al pueblo y a sus luchas por una mayor libertad y justicia solía repetir cuando le insistían en las enormes dificultades de establecer un mundo fraternal como él lo soñaba: "reconozco los obstáculos, pero rechazo acomodarme en silencio, o simplemente ser el eco vacío, avergonzado o cínico del discurso dominante".
El voto es el ejercicio supremo de la libertad. En consecuencia, debe ser bien reflexionado y no puede ser objeto de presiones, chantajes o miedos. Al votar en las próximas elecciones, uno debe pensar cómo sueña a su estado y cómo sueña a Venezuela y qué candidatos representan mejor su sueño. Si alguien ha sido objeto de presiones o chantajes para condicionar su voto, esa debería ser una razón poderosa para votar con valor en contra de esa forma mezquina de entender la política.
¡Todos a votar el 16 de diciembre y a seguir expresando con el voto la decisión inquebrantable de trabajar por una genuina democracia respetuosa y justa!
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