Fermín Lares
Si las
cosas estuvieran más o menos normales en Venezuela, hace rato que hubiera
empezado la campaña electoral para renovar la Asamblea Nacional, que debería
producirse en algún momento de este año, palabra del CNE vaya adelante.
Los
medios de comunicación estarían proyectando planteamientos de los candidatos
nacionalmente y en las distintas regiones. Pero no es así. Las noticias son
sobre los insultos de Maduro al presidente español, sobre la escasez, las colas
y los bachaqueros, sobre la amenaza imperial al régimen, la matanza de
policías, escoltas y ciudadanos comunes a manos de un hampa incontenible... Y
sobre el empeño del régimen en callar muchas de esas noticias, persiguiendo
judicialmente a quienes las difunden.
En
Estados Unidos ya empezó la campaña presidencial, más de un año antes de la
votación, que será en noviembre de 2016. Como ocurría antes en Venezuela, que
apenas cambiaba el gobierno, florecían los potenciales candidatos.
En
Estados Unidos, el Partido Republicano, el llamado Grand Old Party (GOP), hoy
en la oposición, pero con mayoría en el Congreso, tiene 29 precandidatos, 12 de
ellos declarados, 13 que dicen estar en una fase exploratoria y 4 considerados
potenciales. La etiqueta, en cada caso, es un tanto curiosa. Jeb Bush, por
ejemplo, hermano e hijo de 2 otrora inquilinos de la Casa Blanca, dice estar en
fase exploratoria. Bush no solo está haciendo campaña, movilizándose hacia los
estados que escogerán primero a los candidatos de los diferentes partidos, sino
que está recolectando buena plata y figura entre los cuatro más preferidos por
los electores de su tolda política. Los otros tres son Marco Rubio, expupilo
del mismo Bush en Florida; Rand Paul, conservador libertario (¿se entiende
eso?) con ascendencia entre los jóvenes, y Scott Walker, el gobernador de
Wisconsin que en 2011 limitó la afiliación obligatoria a sindicatos de los
empleados públicos, medida que le permitió reducir el poder de la contratación
colectiva en su estado y le produjo entonces gran visibilidad nacional, sobre
todo entre los más conservadores del partido. Walker también dice estar en fase
exploratoria. Paul y Rubio son candidatos declarados.
Entre los
demócratas, hay 15 candidatos potenciales, que se suman a los 6 declarados y a
3 que dicen estar explorando su candidatura. Hillary Clinton es candidata
declarada, lo que significa que ya presentó la documentación necesaria a la
Comisión Electoral Federal (FEC), donde indica que es candidata a la
presidencia y que tiene un comité de campaña que la ayudará a alcanzar su
objetivo. Los candidatos declarados tienen que rendir cuentas regularmente
sobre los fondos que recolectan, también sobre sus gastos y están sujetos a
límites en la contribución de fondos federales. Los exploratorios están
“testeando las aguas”, y los fondos que recolecten deben ser usados solo en
movilizaciones para llegarles a sus potenciales electores, y en encuestas, es
decir, en actividades “exploratorias”, no para hacer llamados al voto.
Clinton
es una candidata abrumadoramente preferida por los electores de su partido. No
baja de 60% de preferencia en las encuestas entre demócratas. Quien más se le
acerca es Joe Biden, el vicepresidente actual, quien es solo un candidato
potencial, con 15% o 16% en algunas encuestas.
Entre los
republicanos, hay dos candidatos que suenan también en los medios, bien sea por
su ubicación en las encuestas, o porque crean noticia y entonces son tomados en
cuenta. Ellos son el expastor y exgobernador de Arkansas, Mike Huckabee, un
hombre que hasta hace poco tenía su propio programa de televisión, y Ted Cruz,
tejano favorecido por el movimiento ultraconservador Tea Party (Partido del
Té).
¿Quién de
todos estos cuentan con la simpatía del electorado hispano? Hillary arranca con
buen pie, por la ventaja natural que tienen los demócratas entre los latinos,
frente a los republicanos. El latino puede ser conservador y muy religioso, y
sin embargo, vota por los demócratas, que son más liberales y más seglares que
los republicanos. El latino siente más aceptación entre los demócratas. El voto
latino, como se sabe, es clave hoy día en las elecciones presidenciales de
Estados Unidos. Los latinos representan 16% de la población general, más que
los negros y asiáticos, y 11% de los electores, y en ambos renglones siguen
creciendo. Obama conquistó alrededor de 70% de los votos hispanos en sus dos
elecciones. La reelección de George W. Bush tuvo que ver en buena medida con
44% de los hispanos que votaron por él en 2004. Mitt Romney, que perdió con
Obama, obtuvo 27% del voto latino.
En las
últimas elecciones parlamentarias (2014), los demócratas ganaron nacionalmente
el voto latino por un margen de 62% a 36%, aunque algunos candidatos
republicanos, como en Georgia y Tejas, obtuvieron más de 40% del voto hispano.
En
apariencia, se supone que el hecho de que Marco Rubio, un cubano-americano de
Florida, y Ted Cruz, hijo de un cubano y una estadounidense, tengan apellidos
hispanos, pudiera ayudarles en la conquista del voto latino. Pero ello no es
necesariamente así. Sigue siendo importante cómo se ubican los candidatos en
los temas de interés para los latinos. El tema que más cohesiona a los
hispano-americanos de Estados Unidos es el migratorio, quizás porque muestra la
solidaridad y la actitud que pudiera haber hacia la comunidad latina en
general. Y en ese tema hay más empatía entre demócratas e hispanos que con los
republicanos. Cruz y Rubio han tomado posiciones contrarias a la flexibilidad
migratoria y contra rutas que permitan a los actuales inmigrantes ilegales
transitar hacia la ciudadanía estadounidense.
Rubio fue
uno de los senadores promotores de la ley migratoria integral aprobada por el
Senado hace dos años, que beneficiaba a los indocumentados, no aprobada por la
Cámara Baja. Cuando Obama aprobó una orden ejecutiva en noviembre pasado,
ofreciendo estatus legal temporal a millones de indocumentados con hijos que
tienen residencia legal o ciudadanía y han estado en el país por más de cinco
años, Rubio fue uno de los que objetó la medida e incluso dijo que la ley que
él mismo copatrocinó era un error. A partir de allí, los números de latinos que
lo favorecen en las encuestas han bajado significativamente; 31% lo ven con
simpatía y 36% rechazan al senador floridano.
Ted Cruz
ni siquiera respaldó la ley aprobada en el Senado. Más aún, ha propiciado
normas que permitan deportar inmediatamente a menores que crucen la frontera
sur norteamericana sin autorización legal, en respuesta a los inmensos
contingentes de niños que el año pasado llegaron de Centroamérica huyendo de la
violencia en algunos de esos países, otro de los aspectos que Obama incluyó en
su orden ejecutiva de 2014.
El
anglosajón Bush, en contraste, quien vivió en Venezuela un par de años, habla
fluido el castellano, y está casado con una mejicana, puede tener más cercanía
con el electorado hispano. Sus posiciones sobre el tema migratorio están
precisamente entre los tópicos que le crean problemas con la gente de su
partido. El exgobernador de Florida ha llegado a decir que aunque los
inmigrantes indocumentados infringen la ley al entrar sin permiso a Estados
Unidos, lo hacen por un acto de amor, de compromiso con sus familias, en la
búsqueda de oportunidades que no tienen en sus países de origen. “Pienso,
honestamente, que es un tipo de crimen diferente, que debería que tener un
precio a pagar, pero no debería irritar a nadie gente que está llegando a este
país realmente para proveer por sus familias”.
Hillary
va tan cómoda por ahora entre los de su tolda que los opinadores en los medios
y compañeros de su partido han expresado el deseo de que alguien se le oponga
internamente, mucho mejor si está a la izquierda de sus posiciones. No quieren
que la proclamación de su candidatura se vea como una coronación, ni que haga
campaña sin la oportunidad de confrontar sus ideas internamente; y que se vea
realmente más inclinada hacia la clase media que hacia Wall Street. En cuanto a
su búsqueda del voto latino, en algún momento se ha mencionado la posibilidad
de que uno de los hermanos Castro, gemelos dirigentes políticos tejanos de
ancestro mexicano, diputado uno y ministro el otro, la acompañe en la boleta
como candidato a la Vicepresidencia.
En todo
caso, queda mucho por rodar de aquí a noviembre de 2016. Hillary es centro de
ataque de todos los precandidatos republicanos; y entre ellos mismos, por ser
muchos, habrá mucha tela que cortar, como ocurrió cuando compitieron contra la
reelección de Obama.
La fascinante competencia
electoral democrática comenzó ya en Estados Unidos. Estamos a la expectativa de
cómo será la cosa en Venezuela.
Vía El Nacional
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