AXEL CAPRILES @axelcapriles
Todo lo que tiene que ver con los chinos y el
manejo del Fondo Chino es opaco. Lo que sí está claro es que prestan y se dan
el vuelto y que ese vuelto, acumulado como deuda de la nación, va a parar a los
bolsillos revolucionarios. Poco valen las denuncias repetidas, por más
explícitos que sean los rastros. Los chinos y sus cómplices bolivarianos son
intocables. Así se hizo evidente, por ejemplo, en la sentencia del Tribunal de
Corts de Andorra, investigada y reseñada por Cuentas Claras Digital la semana pasada,
con la cual los abogados de Diego Salazar lograron desbloquear los muy
publicitados 200 millones de dólares del primo de Rafael Ramírez y otros
funcionarios chavistas que habían sido congelados en 2012 por la Unidad de
Inteligencia Financiera de Andorra.
La peregrina defensa se convierte en acusación al alegar el origen
lícito de los fondos señalando expresamente que “existe un acuerdo entre el
gobierno venezolano y el gobierno chino, otorgando el segundo un préstamo al
primero con la condición de que el importe del préstamo se utilice para
contratar empresas chinas para hacer los trabajos en Venezuela, y que Diego
José Salazar Carreño fue quien consiguió la representación de las empresas
chinas en Venezuela, llevándose la mayor parte, de lo que se desprende
la existencia de una actividad empresarial real” (Cuentas Claras). Es decir, la
nación recibe un empréstito condicionado a la contratación de unas empresas
representadas por el primo y testaferro del presidente de Pdvsa y superministro
de la revolución, quien es a la vez miembro del comité ejecutivo del Fondo
Chino, y ello, en lugar de disparar las alarmas de la Contraloría venezolana,
sirve a Andorra para dejar sin efecto las medidas cautelares. Nada mejor que
endeudar a la nación para pagarse comisiones y darse contratos a sí mismo.
El discurso de la
izquierda latinoamericana se ha nutrido durante toda su existencia de la
denuncia del imperialismo y la corrupción norteamericana. Ahora Nicolás Maduro,
Daniel Ortega y toda la banda populista de la izquierda revolucionaria son los
más fervientes defensores y cómplices de una nueva forma de colonialismo, el
imperialismo chino, llamado “blando” por ablandar las almas de los gobernantes
con dólares en lugar de marines. El “neoextractivismo” chino es la nueva cara
el despojo latinoamericano, la preservación de la dependencia. ¿Otra vez las
venas abiertas? Que lo digan los agentes de inmigración en el aeropuerto de
Maiquetía que le dan prioridad a las inmensas colas de chinos antes que a los
venezolanos.
Vía El Nacional
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