Fernando Mires
Para quienes no son chilenos y no saben quien es Carlos Caszely, un par de informaciones. Caszely es uno de los más grandes futbolistas que ha tenido el fútbol chileno en toda su historia. Pero, además, uno de los pocos que han sabido emitir opiniones sobre temas culturales, sociales y políticos. Fue un adversario declarado de la dictadura de Pinochet.
Recientemente causaron emoción en Alemania las declaraciones de Caszely en el documental dirigido por el ex futbolista Eric Cantona titulado Rebellen am Ball (Canal Arte) en donde relata acerca de las torturas a las que fue sometida su madre por la dictadura mientras él jugaba en España. Fue, además, uno de los más activos militantes en la causa del “NO” que llevó a la salida de Pinochet. Durante el segundo gobierno de Bachelet fue nombrado agregado de Deportes en la Embajada de Chile en España.
Y bien, Carlos Caszely ha sido destituido de su cargo diplomático por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. ¿Cuál fue la razón? Las siguientes declaraciones emitidas en una entrevista hecha por el diario El Mundo de España:“No me parece bien que PODEMOS hable de libertad y reciba bajo la mesa dinero de (Nicolás) Maduro”
Caszely, estemos de acuerdo o no, no dijo nada que no se hubiera sabido; no reveló ningún secreto de estado; emitió una opinión muy personal y en ningún caso comprometió al gobierno chileno opinando sobre algo acerca de lo cual hablan todos en España (caso de los mal ganados dineros de Monedero, dirigente de Podemos). En su chilenísimo lenguaje lo explicó así: “Yo nunca le quito el poto a la jeringa. Aquí (el tema) estaba muy de moda. Salía en los diarios, en la televisión, en las radios, en el café. En todos lados salía eso. Por lo tanto, yo hice el mismo comentario. Nada del otro mundo”
Los argumentos del Ministerio del Exterior para justificar la destitución de Caszely fueron, en cambio, de bajísimo corte leguleyo. Según el instructivo, afirma el comunicado, no está permitido a los diplomáticos “hacer declaraciones o publicar artículos referentes a la política interior de Chile y por cierto a la de los estados ante los cuales se encuentran acreditados”. Sin embargo, Caszely no se refirió al estado chileno ni tampoco al español; solo al gobierno venezolano y a un partido político sin responsabilidades gubernamentales; y nada más.
¿Caszely no fue muy diplomático? Por supuesto. Caszely no es un diplomático de carrera; y si llegó a ocupar ese puesto fue por sus dotes deportivas y personales. Por lo demás, el mismo lo dijo con gran sinceridad: “Yo de diplomático no tengo nada (Ríe). Voy a seguir diciendo las cosas que estimo conveniente. Y si me tengo que ir ¿Cuál es el problema?”
Caszely es un ex futbolista que ocupaba un cargo diplomático de baja importancia política y de nivel más bien simbólico. Esa es la razón que hace pensar que su destitución tiene un carácter oscuramente politiquero, una intriga, algo que nunca va a reconocer, por supuesto, el gobierno chileno. Pues en Chile se reconoce todo, todo menos a la verdad.
Basta leer las declaraciones de personeros de alto cargo sobre los casos de corrupción que azotan a toda la clase política, desde la derecha hasta la izquierda, hasta alcanzar a la propia familia de la presidenta. Allí, en ese país, todos mienten, mienten descaradamente, mienten a destajo, mienten sin parar. Pero quienes mienten no son destituidos. En Chile solo se destituye a la gente cuando dice la verdad. Y Caszely la dijo.
Por cierto, la verdad política no es la verdad religiosa. El político tampoco debe ser un buscador permanente de la verdad. Si todos los políticos dijeran lo que piensan a cada momento, habría más conflictos de los que ha hay; de eso no cabe duda.
Pero Caszely -eso es lo que no entienden en Chile- tampoco es un profesional político. Opina sobre política y da respuestas políticas solo cuando le preguntan sobre política. Y responde con la que él piensa es la verdad: su verdad. Y su verdad es muy clara: “Yo creo que existen los buenos y los malos. Punto. No existen más. Existe gente buena y gente mala en todos lados. Y eso lo dije siempre”
Pero ¿qué se puede esperar de un gobierno que pese a tener detrás de sí a una feroz dictadura, calla cuando en Venezuela -país que recibió a muchísimos chilenos que huían de esa misma dictadura- son violados los derechos humanos, la justicia transformada en una oficina del poder ejecutivo, la prensa silenciada, los estudiantes reprimidos a balazos? Chile, digámoslo claro, es un país que no tiene política internacional. Pero eso no es ni puede ser culpa de Caszely.
Hace ya muchos años lo vi debutar en Colo Colo, el equipo de mis amores. Fue contra el Santiago Morning, en 1967. Él era casi un niño. Pero de inmediato llamó la atención por su capacidad para moverse con inteligencia en los más pequeños espacios. “El rey del metro cuadrado” fue su apodo futbolístico. La gente lo quería y muchos, todavía hoy, lo queremos.
Pobre gente la que lo destituyó. Ni siquiera se han dado cuenta del daño que han hecho a la imagen del gobierno chileno en el exterior. Porque esa destitución sí fue un gran error diplomático. Hoy en casi toda España hablan de Caszely, de Maduro y de Podemos. Justo lo que los genios diplomáticos de Chile querían evitar.
¿Qué habrá dicho Carlitos Caszely cuando se enteró de la noticia de su destitución? Quizás dijo, en su lenguaje tan directo: ¡Métansela por ahí mismo! Yo creo que eso dijo. Estoy seguro. Lo mismo habría dicho yo.
Para leer la entrevista que hizo el diario el Mundo a Carlos Caszely hacer clic
Para leer la entrevista que hizo el diario el Mundo a Carlos Caszely hacer clic
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