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La voluntad de equilibrio puede llevar a la prensa a igualar propuestas serias con ideas irresponsables
Paul Krugman El País Mayo 26, 2016 http://economia.elpais.com/economia/2016/05/27/actualidad/1464350371_842961.html
En general, no se debería prestar demasiada atención a los sondeos a estas alturas, sobre todo si recordamos que los republicanos están cerrando filas en torno a Donald Trump mientras que Bernie Sanders sigue sin admitir lo inevitable. Aun así, me han sorprendido varios sondeos recientes en los que Trump se impone a Hillary Clinton en la pregunta de quién puede gestionar mejor la economía. Es bastante llamativo, dada la incoherencia y la absoluta irresponsabilidad de las afirmaciones políticas de Trump. De acuerdo, es probable que la mayoría de los votantes no sepa nada al respecto, gracias en parte a una cobertura informativa insustancial. Pero si los votantes no saben nada de las políticas de Trump, ¿a qué se debe esa impresión favorable sobre su capacidad para la gestión económica? Sospecho que la respuesta es que el electorado ve a Trump como un empresario de enorme éxito, y creen que el éxito en los negocios se traduce en pericia económica. Sin embargo, es probable que se equivoquen respecto a lo primero, y sin duda están errados en cuanto a lo segundo: hasta los empresarios verdaderamente brillantes a menudo no tienen la menor idea de política económica. Una aclaración: no cabe duda de que, en parte, es una cuestión partidista. A lo largo de los años, los sondeos han puesto de manifiesto, por lo general aunque no en todos los casos, que se confía más en los republicanos que en los demócratas para gestionar la economía, aun cuando a esta siempre le ha ido mejor con los presidentes demócratas.
Pero a los republicanos se les da mucho mejor divulgar leyendas, por
ejemplo, exagerando constantemente el crecimiento de la economía y el
empleo durante el mandato de Ronald Reagan, a pesar de que los
logros de Clinton (Bill) superaron a los de Reagan.
Volviendo a Trump: una de las muchas peculiaridades de su carrera
hacia la Casa Blanca es que se sustenta en gran medida en la afirmación
de que es un experto empresario, aunque no esté nada claro hasta qué
punto se le da realmente bien el “arte de hacer negocios”. Los cálculos
independientes apuntan a que es mucho menos rico de lo que él afirma,
y probablemente también tenga unos ingresos mucho menores que los
que dice tener. Pero como, a diferencia de todos sus antecesores, se ha
negado a publicar sus declaraciones de la renta, es imposible resolver
esa disputa. (Y quizás sea esta la razón por la que se niega a publicar
dichas declaraciones).
Recuerden también que Trump es un caso claro de alguien de buena
cuna que imagina que se lo ha ganado todo con el sudor de su frente:
heredó una fortuna y no está claro, ni mucho menos, que haya
acrecentado dicha fortuna más de lo que lo habría hecho si se hubiese
limitado a meter el dinero en un fondo de inversiones ligado a un
índice.
Pero dejemos a un lado las preguntas sobre si Trump es el genio de los
negocios que afirma ser. ¿Está ligado el éxito empresarial a los
conocimientos y los instintos necesarios para hacer buenas políticas
económicas? No, no lo está.
Es cierto que los datos históricos no dan muchas pistas, puesto que solo
ha habido un presidente moderno con una exitosa carrera empresarial
previa. Y quizás Herbert Hoover fuese un presidente atípico.
© The New York Times Company, 2016.
Traducción de News Clips.
Paul Krugman (Albany, 1953). Economista (Universidad
Yale, 1974), Ph.D. en Economía ( Massachusetts Institute of
Technology [MIT] 1977). Fue profesor de Yale, MIT,
London School of Economics y Stanford, antes de
pertenecer al claustro de la Universidad de Princeton,
desde el 2000 en las cátedras de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton. Desde 2000 escribe una columna en el periódico New York Times que semanalmente reproduce El País. Ha escrito más de 200 artículos y 21 libros -alguno de ellos académicos, y otros de divulgación-. Su Economía Internacional: La teoría y política es un libro de texto estándar en la economía internacional. En 1991 la American Economic Association le concedió la medalla John Bates Clark. Ganó el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en el año 2004 y el Premio Nobel de Economía en 2008. De 1982 a 1983, fue parte del Consejo de Asesores Económicos (Council of Economic Advisers) de la administración de Reagan. Cuando Bill Clinton alcanzó la presidencia de EE.UU. en 1992, se esperaba que se le diera un puesto en el gobierno, pero ese puesto se le otorgó a Laura Tyson. Esta circunstancia le permitió dedicarse al periodismo para amplias audiencias, primero para Fortune y Slate, más tarde para The Harvard Business Review, Foreign Policy, The Economist, Harper y Washington Monthly. Sus críticos cuestionan su papel como miembro del panel de asesores de Enron durante 1999, antes de los escándalos de la empresa en 2002. Krugman es probablemente mejor conocido por el público como fuerte crítico de las políticas económicas y generales de la administración de George W. Bush, que ha presentado en su columna. Ha sabido entender lo mucho que la economía tiene de política o, lo que es lo mismo, los intereses y las fuerzas que se mueven en el trasfondo de la disciplina; el mérito de Krugman radica en desenmascarar las falacias económicas que se esconden tras ciertos intereses. Se ha preocupado por replantear modelos matemáticos para resolver el problema de dónde ocurre la actividad económica y por qué.
En 2012 publicó “Acabad ya con esta crisis”, en el cual analiza las causas de la actual crisis económica, los motivos que conducen al sufrimiento de la población, sus consecuencias y la forma de salir de ella, recuperando los puestos de trabajo y los derechos sociales amenazados por los recortes, se explican con una claridad y sencillez que cualquiera puede, y debería, entender.“Naciones ricas en recursos, talento y conocimientos –los ingredientes necesarios para alcanzar la prosperidad y un nivel de vida decente para todos- se encuentran en un estado de intenso sufrimiento”. ¿Cómo llegamos a esta situación? Y, sobre todo ¿cómo podemos salir de ella? Krugman plantea estas cuestiones con su habitual lucidez y ofrece la evidencia de que una pronta recuperación es posible, si los dirigentes tienen “la claridad intelectual y la voluntad política” de acabar ya con esta crisis.
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