En: http://www.lapatilla.com/site/2011/12/23/argelia-rios-ano-nuevo-esperanza-renovada/
Argelia Ríos
Finalmente termina este año infernal en el que la salud perturbó sus planes. Hace unos años, en antesalas electorales similares, Chávez ya no estuviera enfrentando inquietudes tan protuberantes como las que ahora lo ocupan. Hoy no existen preocupaciones menores: como se sabe, el peor de los imponderables se hizo presente y se mantiene allí, firme e incólume… El suspenso es el signo de este nuevo momento político, impactado por la enfermedad sorpresiva, que si bien complicó la tarea de revolcar anticipadamente a sus competidores, no obstaculizó, sin embargo, sus esfuerzos por vencer aquella atmósfera fatal con que se inauguró este 2011, cuando el revés de las parlamentarias contribuyó a pespuntear la posibilidad de una derrota en la reelección.
Por lo pronto Chávez puede respirar profundo y satisfecho tras haber logrado diluir algunos de los temores que lo acecharon punzantemente entre enero y marzo de este 2011 moribundo. Justo cuando se habían desgastado todos los motivos para ratificarle al Presidente un nuevo período, los “cerebros” de la nomenclatura lograron “el milagro” que se les había encomendado: la invención de un conjunto de nuevas misiones sociales, destinado a reanimar a la clientela roja, desde cuyo núcleo se proyectaba una peligrosa combinación de desengaño y cansancio que, al fusionarse con los pronósticos de la enfermedad presidencial, ayudaba a completar la fórmula de una derrota electoral poco discutible… Aún así, de ningún modo puede señalarse que los riesgos han sido conjurados: en efecto, Chávez no termina este año con la presea de la reelección asegurada, pero nadie puede negar las grandes diferencias que existen entre este cuarto y último trimestre -repleto de anuncios y de repartos- y ése primero, impregnado de optimismo, en el cual -por la cercanía del 2012- todo anunciaba la clara factibilidad de la revolución.
Es claro que el gasto público, incrementado para efectos de resolver las urgencias, ha sido el factor dinamizador de la campaña del mandatario. No obstante, tampoco serán las Misiones las que evaporen por completo la amenaza de un posible revés, cuya concreción dependerá en realidad de la culminación del proceso de escogencia del abanderado opositor. El lustre con que termine esa escogencia -si todo el país descontento asiste a ella en febrero próximo- decolorará el impacto del gasto púbico e iluminará, aún más, la oportunidad de que una nueva generación de tome el testigo de la política venezolana. Ya sabremos si el dinero tiene el poder para volatilizar la polarización entre el pasado y el futuro. Ya sabremos cuánto se prolongará la esperanza de triunfo que, sin duda, el país opositor volverá a experimentar al clarear el alba de 2012.
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