En: http://www.lapatilla.com/site/2011/12/27/orlando-viera-blanco-el-perdon-es-dos-veces-bendito/
Orlado Viera-Blanco
Hay hombres que nacen creyendo tener la razón. Hombres que al respirar, chillan dictando sentencia. Van por la vida enarbolando justicia como valor, honestidad como virtud, inteligencia como norte, sin darse cuenta en medio de sus egoísmos, cuán injustos, deshonestos o pocos inteligentes pueden llegar a ser. Son hombres que se ven dueños de la verdad, por lo que tener la nobleza de la manumisión, es casi imposible.
Estos hombres crecen en blanco y negro, con poco color; imbuidos en pueriles disciplinas que apuntan no oír música porque aturde, no vestir distinto porque no interesa a lo convencional; no-leer lo que no escriben; no cambiar de rutina porque temen fracasar; no soñar (ni dejar hacerlo), porque “no es cosa seria” y, en fin, no buscar un nuevo hábito, un nuevo saber o un nuevo amor, porque salirse del redil, es perder el tiempo… El tiempo para ellos es su comodín, su gran armadura, desde la cual no tienen tiempo para más nadie; no interpretan su propio tiempo, no disfrutan de los tiempos con los suyos, por lo que se les va el tiempo diciendo: ¡no tengo tiempo! Imponen permanencia, decisiones, brechas y divisiones, que los conducen a una erosiva soledad, nutrida de un autoritarismo banal. La castración grupal puede ser irreversible, si aquellos que se cobijan bajo sus aparentes alas, no comprenden que acatar a quien sólo ve el mundo a su medida, pronto los hará tanto o más frustrados, tanto o más inútiles, ¡tanto o más solitarios!, que ese “pastor” a quien la música, los colores, los nuevos horizontes; los mejores modales y formas de pensar, le importa menos, que el poder que ejercen sobre sí mismos y sobre los demás.
Estos hombres displicentes -es justo advertir- sufren más ellos en silencio, que sus víctimas. Marchan lentamente como recitaba Neruda, marchitando su alma y su esplendor, por no ver en el espejo cómo su rostro y su corazón, jamás fueron capaces de derramar una fragancia de redención, en el talón que la aplastó. Talantes que ni piden ni dan clemencia, por creerse autosuficientes. ¿Soberbia o ignorancia? Ambas quizás… mismas que impiden entender que esta dedicatoria, no es mera coincidencia.
Borges-hombre que en mucho sí tuvo la razón, por tanto leer y escribir, dijo: “Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón”. Shakespeare agregó: “El perdón es dos veces bendito. Bendice al que lo da y al que lo recibe”. Pues nada, yo olvido. No soy nadie para no perdonar, porque si Dios lo hace, no soy quien para desestimarlo. Yo os deseo paz por vuestros angostos modos y costumbres, con los que creísteis arriar a otros, y donde el único entrampado terminasteis siendo tú.
¡Feliz año 2012!
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