Thursday, December 15, 2011

El fantasma del taita en la UCV

En: http://www.lapatilla.com/site/2011/12/15/vladimiro-mujica-el-fantasma-del-taita-en-la-ucv/

Vladimiro Mujica

Los eventos de la Central descubren a una revolución chavista más heredera de Boves que de Bolívar El atropello a la UCV le abrió los ojos a muchos indecisos sobre la naturaleza de la revolución.
Con frecuencia me he preguntado porqué la revolución chavista no se declaró heredera de José Tomás Boves sino de Simón Bolívar. A pesar de que se conocen muy pocas cosas escritas por el Taita, hay suficiente documentación sobre sus actuaciones. Boves fue un caudillo popular marcado por un profundo resentimiento contra los blancos y los criollos y se convirtió en un líder de los zambos, indios y negros contra las fuerzas patriotas que pretendían la liberación del dominio español. La respuesta sencilla a mi ingenua reflexión sobre la inspiración de la revolución es indudablemente que la operación de mercadeo y travestismo político alrededor de la figura de Bolívar es más sencilla que en torno al odiado Boves, pero viendo la conducta de las hordas del chavismo más recalcitrante y agresivo actuando en la UCV no pude menos que pensar en el Taita. Paradoja sin igual de la actuación de los autodenominados bolivarianos el atentar contra la universidad que en su versión moderna fue creada por decreto del propio Libertador en 1827.
La crueldad de Boves y su historia tumultuosa han sido retratados espléndidamente en el libro de Francisco Herrera Luque. En cierto modo uno podría decir que en la misma medida que las actuaciones de Boves generaban terror, también generaban coraje y determinación para enfrentarlo. Lo mismo se puede decir de otros instigadores del terror y del miedo que terminaron víctimas de su propio juego; la historia es pródiga en ejemplos de cómo la violencia y la brutalidad tienen a veces el efecto de revertirse contra quienes las ejercen.
La reacción de indignación que ha corrido por los predios de la UCV en protesta por los terribles eventos de la semana pasada es una buena señal de que se está generando una saludable respuesta de los agredidos.
La visión de los automóviles incendiados, de la Comisión Electoral de la UCV perseguida, el fuego a las puertas del Aula Magna, los disparos, las vulgaridades, el atropello y la soberbia constituyen evidencia de tres cosas fundamentales: (1) La impunidad absoluta que reina en Venezuela en relación a actos de esta naturaleza, especialmente cuando son estimulados desde el propio gobierno (2) El miedo y la impotencia que agobian a quienes se sienten elegidos para dirigir nuestros destinos en virtud de su condición de revolucionarios al verse rechazados por quienes presumiblemente deberían venerarlos, y (3) Que hay sectores del chavismo que están dispuestos a recurrir a cualquier nivel de violencia si ven amenazado su proyecto de poder.
Los tres elementos anteriores no son nuevos y han estado presentes desde el comienzo de la era autoritaria chavista.
Lo que distingue este momento es que por primera vez los sectores más extremistas han recurrido a sabotear una elección, un acto electoral soberano, y a intentar un arrebatón de modo tan abierto y descarado. La supuesta revolución es rechazada mayoritariamente por estudiantes y obreros, los dos sectores que deberían ser su alma misma y esto se ha convertido en una contradicción insoportable para las fuerzas del chavismo. Sin duda que lo que vimos en la UCV es un preámbulo de lo que puede ocurrir en octubre de 2012 si se evidencia que Chávez, o su ungido, están en riesgo de perder la elección presidencial, un hecho que debe levantar un alerta rojo en todos los sectores democráticos del país, civiles y militares, por las implicaciones que ese nivel de violencia tiene para la paz de la República.
Por otro lado, y esto no es menos importante, los sucesos de la UCV debieran terminar de una vez por todas con la postura de algunos sectores universitarios que sostienen que el conflicto del gobierno con las universidades y la asfixia presupuestaria entre otros, no debe politizarse y que cada institución debe negociar por separado. Ahora debería estar meridianamente claro que el conflicto es esencialmente político y que todas las decisiones y amenazas del gobierno tienen su correlato en las bandas armadas que aterrorizan a la UCV. Lo uno y lo otro conforman un solo plan para hacerse con el control de las universidades porque ello es un elemento sustancial del control de la sociedad.
Por último, los propios resultados de las elecciones de la FCU evidencian que la unidad es el valor superior de la oposición. Las divisiones en el movimiento estudiantil deben cederle paso a una unidad férrea que entienda que no habrá universidad libre si no conseguimos liberar a Venezuela del yugo autoritario. Como afirma el dicho popular castellano “No hay mal que por bien no venga”. El horrendo atropello chavista contra la UCV le ha hecho un flaco servicio a la causa de la revolución porque muestra su peor cara, no bolivariana sino bovecista y, al mismo tiempo, le ha abierto los ojos a mucha gente indecisa que pensaba que nunca se atreverían a tanto.

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