Luis Marín
Los asistentes a la Cátedra Pío Tamayo de historia actual, que dirige el profesor Agustín Blanco Muñoz, fuimos testigos de excepción de unos hechos inconcebibles en la Universidad Central de Venezuela, irónicamente, hoy Día del Profesor Universitario.
El ponente invitado era el embajador Diego Arria, que ocupa un foco de atención nacional e internacional por incontables motivos, que no es necesario enumerar. Es el caso que en medio del acto estalló una bomba lacrimógena que obligó a desalojar la sala, con las consecuencias que también sería arduo enumerar, pero que son fáciles de imaginar.
No obstante, el profesor ABM sugirió que los asistentes se desplazaran a las instalaciones del doctorado de historia, para continuar allí la actividad, lo que estábamos haciendo cuando unos sujetos atacaron al doctor Arria por la espalda, golpeándolo repetidas veces con un cilindro forrado en una cinta plástica, de las que se usan para acordonar las zonas de siniestros, que últimamente son frecuentes en la UCV.
Quien esto escribe fue golpeado de rebote, en la cara, por los agresores, que ni siquiera se apuraron mucho en huir. Al rato comenzaron a darnos vueltas en tres motos, amenazando que: “si lo vuelven a traer, la próxima vez, lo vamos a matar”.
En el acto aparecieron unos supuestos reporteros que se identificaron como de Ávila TV, para recoger las impresiones de Diego Arria. Nos consta que no dijo ni una palabra, en cambio, nosotros nos limitamos a decirles, lo que es la verdad: “Esto lo hicieron ustedes”. Insólitamente, los supuestos reporteros nos acusaban a nosotros de estarlos empujando y al embajador Arria de no querer declarar nada “para el pueblo venezolano”. Es decir, que ellos son víctimas y nosotros victimarios.
Ya en este punto, más allá del relato de los hechos, entramos a las reflexiones que sugieren respecto del presente y futuro de la Universidad, que desde ya el profesor ABM comienza a llamar “ex-universidad”.
El hecho cierto y palmario es que se ha perdido toda autoridad, incluso eso que los marxistas gustaban llamar “auctoritas”, como poder espiritual, por lo que quien haga vida universitaria lo hace a su propio riesgo y sin garantía alguna, de nada ni de nadie.
Las bandas que asolan el campus universitario actúan con absoluta impunidad, porque no puede esperarse ni siquiera el precario apoyo del cuerpo de vigilantes, que está, como los sindicatos, controlado por el oficialismo.
Así que el cerco contra la universidad puede resumirse así: primero, el presupuestario. Con el 38% de lo solicitado, parece garantizado el fracaso de cualquier gestión; mientras que con la otra mano se exacerban las demandas irracionales de piquetes estudiantiles y gremiales afectos al oficialismo.
Segundo, la deslegitimación de las autoridades universitarias, impidiendo las elecciones, con lo que todas tienen los períodos vencidos. Para esto se han utilizado el concurso de tribunales, incluso, el Tribunal Supremo de Justicia.
Tercero, pero no menos, la ingobernabilidad, para lo que el régimen utiliza por un lado sus bandas armadas y por otro, policías y fuerzas armadas, sea por acción u omisión. Incluso se han prohibido las más mínimas medidas de seguridad, como la colocación de puertas en los accesos del recinto universitario.
Quizás sea preciso aclarar que la agresión aquí fue contra la Universidad, más que contra la persona de Diego Arria quien, para nuestra vergüenza, la ha sufrido en carne propia, en nuestra Casa, ahora aparentemente vencida por Las Sombras.
SINCRETISMO IDEOLÓGICO
Todas las ideologías totalitarias tienen como plataforma fundamental un universalismo extremo, profundamente anti-individualista, lo que es, por cierto, su mascarón de proa contra el liberalismo, pero, en general, contra cualquier posición que valore la libertad.
Los nacionalsocialistas tanto como los comunistas inscriben en su estandarte la frase: “El interés colectivo prevalece sobre el interés individual”; pero además, les encanta profesar cierto causalismo de acuerdo con el cual, todos somos responsables de todo.
De manera que si usted come o tiene una casa, de algún modo misterioso es responsable de que otros no tengan qué comer ni dónde vivir. Es sorprendente la cantidad de filósofos respetables que caen en esta suerte de holismo, que no se queda en el aspecto material sino que traspasa también a la moral, así que todos somos culpables de todo.
Lo extraordinario, lo realmente sorprendente del totalitarismo postmoderno, es que pueden asumir esta posición cuándo les conviene; pero con la misma facilidad con que acusan a unos de las carencias de otros, se exculpan a sí mismos de los crímenes del régimen del que forman parte.
En este punto se tornan “atomistas” a ultranza, ellos no saben ni son responsables de nada.
Por volver al ejemplo del ataque contra Diego Arria, los supuestos reporteros de Ávila TV se presentan como si fueran elementos imparciales, no enterados, casi satélites, que pueden con el mayor desparpajo desembarazarse de estos hechos como si les fueran ajenos.
Este cinismo de pacotilla es el reflejo de lo que ellos quieren ver en los medios libres, aparatos de propaganda del imperialismo o la oligarquía para engañar al “pueblo”. Así mismo son los tribunales, que en ninguna sociedad administran justicia, sino los intereses mezquinos de grupos económicos.
Es decir, que ellos reproducen en la práctica lo que critican en los demás. Fabrican la sociedad que objetan: Si todo es mentira entonces es lícito mentir; si en ninguna parte hay justicia, entonces se puede ser injusto en dirección contraria.
La única solución a su relativismo jurídico y moral es el nudo Poder. Quien lo tenga, tendría también la razón, la verdad y la justicia, por añadidura.
La pregunta crucial es: ¿Puede un régimen así funcionar? ¿Puede la paradoja convertirse en sistema? ¿La incongruencia trastocada en filosofía?
AULA MANUEL RODRÍGUEZ MENA
En el extremo opuesto, la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales ha tomado una iniciativa que da qué pensar, adoptando el gesto tan sencillo de dar a algunas aulas el nombre de profesores distinguidos.
Visto de un modo más trascendente, podría pensarse en la idea de reivindicar “próceres civiles”, si cabe la expresión, en un país atosigado de héroes militares, cuartelarios, hombres de a caballo, de guerra y destrucción; a favor de los nuestros, los de inteligencia, verbo y pluma, promotores de una cultura de paz.
Es también un llamado a la responsabilidad y la coherencia, pues otro hecho palmario e indiscutible es que el cerco contra la universidad venezolana es apoyado, respaldado e incluso promovido por algunos egresados de estas mismas casas de estudio.
Es imposible seguir admitiendo calladamente que ex-rectores y aspirantes a rectores de la UCV respalden la arremetida contra la universidad venezolana, con el mismo desparpajo de los supuestos periodistas de medios oficialistas, que no son responsables de nada, que no saben nada de lo que pasa aquí a diario.
En la universidad se asalta a salones enteros, en medio de una clase, grupos armados se pasean por los pasillos intimidando a todo el mundo, se agrede a profesores y estudiantes, se insulta, difama y golpea a las autoridades, se destruye el patrimonio de la universidad y últimamente incluso se le propinan palizas a conferencistas y los egresados en el gobierno, bien gracias. Esperando que esto colapse para reinar sobre las ruinas.
Pero, como diría Gershom Scholem: “Hay un misterio en el mundo”. Los partidarios del nudo poder, como Stalin y Hitler, son la vergüenza de la humanidad. Así terminan todos los tiranos, sea que mueran en su cama o en las hecatombes que ellos mismos producen.
Los hombres sabios, en cambio, los mostramos con orgullo, queriendo ser sus semejantes.
Luis Marín
05-12-11
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