José Guerra
1 Febrero, 2012
El programa de Henrique Capriles es una propuesta estructurada que ataca los problemas fundamentales de Venezuela y cuya consigna es progresos para todos por igual.Con el colapso del modelo rentista petrolero de Venezuela, desde comienzo de los años ochenta es claro el deterioro del país, evidenciado en dos hechos. Un aumento de la pobreza y de la desigualdad. El actual gobierno ha profundizado al extremo la dependencia de Venezuela del precio del petróleo. Esa situación de pobreza hace que el destino de una gran parte de los venezolanos se determine no por lo que esos venezolanos puedan hacer cuando ya sean hombres sino desgraciadamente cuando nacen.
Quien nace en un hogar pobre tiene una altísima probabilidad de seguir siendo pobre y morir como pobre y eso es inaceptable para una sociedad democrática y progresista. Esa situación es la que Capriles Radosnki y su programa de gobierno pretende atacar en la raíz, combatiendo a fondo las causas sin generar otros problemas. La idea de progreso consiste en superar tanto la pobreza como la desigualdad.
Estas no se resuelven quitándole al que tiene sino dándole oportunidades e incentivos a quienes no tienen y que han carecido de oportunidades. Por eso es que la tesis de expropiar y confiscar las propiedades en todas partes y más en Venezuela ha acabado en un fracaso monumental. La idea del progreso se expresa en varias políticas. Primero, usar el petróleo como palanca para el desarrollo, impulsando la producción, la inversión tanto del Estado como de capitales nacionales y extranjeros.
Ello marca una diferencia con el modelo vigente que corta la producción de petróleo y concentra todo el negocio en manos del gobierno. Segundo, se trata de impulsar la producción nacional, en particular la producción de alimentos en momentos en que en Venezuela se vive un serio problema de caída de la producción de rubros fundamentales que ha forzado a realizar importaciones masivas, convirtiendo a Venezuela en una economía de puertos.
Tercero, avanzar a una flexibilización de los controles de precios y de cambio, de manera gradual y sostenida mientras se restaura la confianza, bastante deteriorada por un clima hostil hacia las inversiones y los inversionistas.
Cuarto, diseñar un plan de empleo que permita generar al menos quinientos mil puestos de trabajo por año para poder dar trabajo a los jóvenes y a quienes estén desempleados. Para ello es fundamental unir el esfuerzo público y privado, sin lo cual no hay empleos. Quinto, colocar a la educación como el eje de la política social. Todos los países que ha progresado tienen una educación de calidad.
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