ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
viernes 14 de septiembre de 2012 12:00 AM
La campaña ha entrado en su fase final y la revolución vuelve a intentar lo que no ha conseguido en el transcurso de los meses anteriores. Incluso antes de que el CNE diera la voz de partida, Chávez había tratado de proponerle al país una polarización entre el pasado y el presente. Sus esfuerzos fueron todos inútiles, aunque no significa que "el proceso" se dé por vencido. La fraudulenta historia del "paquetazo" busca precisamente colocar la contienda en el plano donde el Presidente siempre ha salido bien librado: en una lucha de clases, donde Capriles encarnaría a una "derecha" nostálgica por los viejos tiempos, y ansiosa de reeditar el denostado programa de ajustes de Carlos Andrés Pérez.
La juventud de Capriles -y su independencia respecto de los viejos factores resistidos al refrescamiento de la política nacional- le habían complicado las cosas al oficialismo que -al menos hasta ahora- no ha podido etiquetar a su rival como parte de las llamadas "cúpulas podridas" ... El nuevo ensayo -basado en la infame falsificación del programa de gobierno de Capriles- procura, en una jugada por las bandas, desfigurarlo a él y a la propia Mesa de la Unidad Democrática, cuyo esfuerzo unitario posee una amplia evaluación favorable de la opinión pública, que reconoce y aprecia los cambios cualitativos ocurridos en el campo democrático.
El propósito final de toda esta engañifa inescrupulosa no es otro que "catastrofizar" al eventual gobierno de Capriles, sembrando temor entre los auditorios del chavismo blando y de los indecisos. No sólo se trata de plantar la idea de que el supuesto "paquete" les arrebataría a los venezolanos sus conquistas más preciadas. El esquema incluye además presentar a Capriles como una figura de perversas intenciones, cuyo ascenso al poder significaría la desestabilización del país: tanto por el amañado programa "neoliberal" -convincentemente desmentido por la propia gestión de Capriles en el estado Miranda-, como también por la frágil plataforma política que le respalda.
La ruda ofensiva bolivariana -concebida para vincular a Capriles con un futuro de inestabilidad y desasosiego- comprende el empleo de la intriga para acentuar las diferencias que, ciertamente, existen en el seno de la Unidad, y que el gobierno -con la ayuda de unos cuantos maleados impenitentes- amplifica, en su aspiración de desfigurar la limpia imagen de su contendor. El diseño es redondo y exige una respuesta firme que describa quién es el que de verdad representa un peligro para Venezuela. Es esta la hora de exponer los riesgos del continuismo: la hora de advertir que la catástrofe tiene el rostro de quien busca la reelección del caos y la negligencia.
La juventud de Capriles -y su independencia respecto de los viejos factores resistidos al refrescamiento de la política nacional- le habían complicado las cosas al oficialismo que -al menos hasta ahora- no ha podido etiquetar a su rival como parte de las llamadas "cúpulas podridas" ... El nuevo ensayo -basado en la infame falsificación del programa de gobierno de Capriles- procura, en una jugada por las bandas, desfigurarlo a él y a la propia Mesa de la Unidad Democrática, cuyo esfuerzo unitario posee una amplia evaluación favorable de la opinión pública, que reconoce y aprecia los cambios cualitativos ocurridos en el campo democrático.
El propósito final de toda esta engañifa inescrupulosa no es otro que "catastrofizar" al eventual gobierno de Capriles, sembrando temor entre los auditorios del chavismo blando y de los indecisos. No sólo se trata de plantar la idea de que el supuesto "paquete" les arrebataría a los venezolanos sus conquistas más preciadas. El esquema incluye además presentar a Capriles como una figura de perversas intenciones, cuyo ascenso al poder significaría la desestabilización del país: tanto por el amañado programa "neoliberal" -convincentemente desmentido por la propia gestión de Capriles en el estado Miranda-, como también por la frágil plataforma política que le respalda.
La ruda ofensiva bolivariana -concebida para vincular a Capriles con un futuro de inestabilidad y desasosiego- comprende el empleo de la intriga para acentuar las diferencias que, ciertamente, existen en el seno de la Unidad, y que el gobierno -con la ayuda de unos cuantos maleados impenitentes- amplifica, en su aspiración de desfigurar la limpia imagen de su contendor. El diseño es redondo y exige una respuesta firme que describa quién es el que de verdad representa un peligro para Venezuela. Es esta la hora de exponer los riesgos del continuismo: la hora de advertir que la catástrofe tiene el rostro de quien busca la reelección del caos y la negligencia.
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