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Editorial de www.analítica.com
El 7 de octubre no se votará por Chávez o Capriles, sino por el progreso en libertad o por el despotismo totalitario. No hay que tener miedo, depende de cada uno de nosotros que se recupere la legitimidad democrática y se alcance un mejor futuro
¿Cuál es la diferencia entre la autoridad legítima y la mera coerción?. Esta pregunta se la formuló hace años Max Weber y hoy está más vigente que nunca en un Estado que se proclama democrático, por el mero hecho de haber convocado a numerosas elecciones, sin por supuesto hacer referencia alguna a todos los mecanismos de coerción empleados para lograr resultados favorables.
Si bien es cierto que el gobierno actual de Venezuela tuvo legitimidad de origen ya hace tiempo que ha perdido la legitimidad de ejercicio por ignorar las reglas fundamentales del ejercicio del poder en democracia. El derecho internacional ha venido lentamente evolucionando en el sentido que viene cobrando cada vez mayor importancia lo que se denomina " el derecho a una gobernabilidad democrática". Prueba de ello son, en nuestra región, La Carta Democrática de la OEA y las cláusulas que van el mismo sentido en MERCOSUR.
El gobierno actual venezolano hace tiempo que dejó de ser demo crático. La ausencia absoluta de separación de poderes, las violaciones continuas a las disposiciones constitucionales y el uso de las amenazas y coerción para obtener respaldo político, son solo unas muestras fehacientes de que nuestro país sometido al mando por una clique militar, por ahora presidida por Chávez, se viene convirtiendo en una Birmania caribeña.
Los venezolanos debemos rescatar la democracia como forma de gobierno en la que la perpetuación en el poder no sea la norma y en la que la alternabilidad en el poder sea lo normal.
El 7 de octubre no se votará por Chávez o Capriles, sino por el progreso en libertad o por el despotismo totalitario. No hay que tener miedo, depende de cada uno de nosotros que se recupere la legitimidad democrática y se alcance un mejor futuro.
Hay que generar un verdadero tsunami electoral para erradicar de una vez para siempre al militarismo corrupto y mentiroso que ha destartalado a nuestro país.
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