En: http://www.lapatilla.com/site/2012/10/07/orlando-viera-blanco-al-dia-siguiente/
Orlando Viera-Blanco
Viernes negro: 18 de febrero de 1983. Media centuria de estabilidad económica reflejada en la fortaleza de nuestra moneda el bolívar se convirtió en mito, tras la devaluación del gobierno de Luis Herrera Campíns. Ello marcó el hito de una crisis económica que muchos anticipaban, otros apostaban, pero pocos aceptaban. Y de esa crisis no hemos salido …quedando embriagados de dinero fácil y alharacas igualitarias. Más tarde, otra profecía (en la que tampoco creíamos) llegó de golpe, liquidando la democracia pactada. Una transición que lleva 14 años, y que nos puede conducir o a la consolidación de la autarquía o a una lección aprendida. En todo caso, ello se disipará el 7-O.
¿Cómo llegamos a la Venezuela de hoy? ¿Cómo un país favorecido por todos los dioses derramó todas sus bondades y al decir de Maquiavelo, con la fortuna y el alea de su lado, derrochó su futuro? Es un tema de idoneidad, ética y competencia. Los clásicos alertaron que cada clase social debía cumplir su rol. “Chaque classe a sa place” (cada clase a su lugar) decía Platón, desde lo cual anticipaba el principio de la predeterminación del oficio. La dirigencia política debe demostrar capacidad para dirigir a sus conciudadanos y garantizar el buen destino de la polis. Los militares deben exhibir disciplina y obediencia, intitulando la virtud del coraje en defensa del territorio, la justicia y la integridad de sus pobladores. Los artesanos deben demostrar temperancia y humildad para sujetarse a las directrices de la ley, pulsando su talento para producir alimentos, hábitos, herramientas e indumentarias precursoras de prosperidad y felicidad en la ciudad. De este constructo ciudadano ideal, emerge el saber-como que fundamenta la convivencia familiar y la permanencia del orden. Así los clásicos no-concebían a la democracia como un modelo ejemplar para La República. La democracia o el poder de las masas, sólo sería conductora del “desorden, la tiranía y el fin de la República”.
Venezuela desde su independencia no ha ensayado un modelo político que apreste una república que se reconozca hábil, más allá de la caña del caudillo. Y después de la muerte de Gómez y el agotamiento de nuestra versión rural y residual de un positivismo iletrado, el poder siguió siendo forjado como el mando de un hombre en nombre de unas muchedumbres, llamadas pueblo. Esta visión plebeya, vertical y sumisa ante el Estado, se agravó el día que partidos políticos, gremios, empresas, militares e Iglesia, pactaron lademocracia social, todo lo cual degeneró profundamente hasta la revolución gendarme que tenemos. Un cotidianismo colectivista alimentado de lucha de clases, ha sido nuestro continuo desde Bolívar hasta Chávez, generando una sociedad subyugada y encandilada, por el taita redentor.
Sobre la base del igualitarismo maniqueo y un liberalismo disociado de sus reales luminarios, se han “justificado” abusos, crímenes y despojos. El poder popular ha legitimado los excesos del mandamás. Y sin jurisdicción ni preparación para hacerlo, los mandamases han hecho lo que han querido sin mayor desobediencia, porque las masas también “han comprendido”, que tal aptitud resume los deleites del cabecilla… Coroneles se han convertido en mercaderes de pollos y verduras; indoctos han llegado a parlamentarios, magistrados o tribunos; legos a Ministros; policías al plagio; jueces en súbditos, maestros en ideólogos y comandantes a presidentes. El resultado lo predijo Platón: el triunfo de la anarquía a cuenta del sacrificio de la sabiduría y la razón… Pero ha llegado el tiempo de una nueva era, que no pasa por un cambio en el estilo de gobernar, sino por una transformación profunda en la filosofía del poder. Cada quien a su sitio, debe ser el lema de un nuevo gobierno… Periodistas a sus mesas de redacción, no a las curules; empresarios a producir, no a simular divisas preferenciales; militares a defender la patria, no un modelo político o hacer negocios; políticos a rendir cuenta de su gestión, no apropiarse del Estado; banqueros a dar créditos no a recibirlos; jueces a administrar justicia, no a sablearla, diputados a legislar no a perseguir al enemigo y ciudadanos a estudiar, trabajar y progresar, no en medio de una batalla dogmática, sino en sana paz.
Yo le diría al amigo Emeterio Gómez, que a fin de cuentas, Sócrates, Platón o Aristóteles no eran tan ineptos. Es un término muy duro para quienes sobre la base de la prudencia y la ética, anticiparon una sociedad armoniosa y virtuosa, avisando los estragos de las tiranías populistas… Desde el día siguiente del 05 de julio de 1810; del 19 de abril de 1811, del 23 de enero de 1958 o del 04 de febrero de 1992, nuestra realidad ha sido un quiebre de todo orden, donde no ha quedado de lado la crisis de identidad, cultural y conductual. Es hora de tomar un camino distinto. Es tiempo de otro tiempo, el inicio de un fin que debe concretarse. Y ese momento es al día siguiente del 7-O… fecha que sin duda será histórica, para bien o ¡para mejor!
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