La Nación
9/12/2012 http://www.lanacion.com.ar/1534959-una-sociedad-disenada
Alicia de Arteaga
Pali Pali es el título del libro de Martín Caparrós (Planeta), que está ahora en las librerías. Lo tengo en la mano y siento que hemos dado los mismos pasos, visitado los mismos lugares y nos hemos sorprendido con las mismas cosas. ¿Viajes diseñados? Hasta es probable que hayamos dormido en el mismo cuarto high tech del The Plaza, piso 20, con inodoro inteligente y vista al Town Hall.
Fue Park Chung-hee, presidente entre 1963 y 1979, el factótum de la transformación que desembocó en la Corea actual. Park tenía un plan: potenciar la alianza con Estados Unidos (garante del cese de hostilidades con Corea del Norte), sacar partido de la ubicación estratégica en la nueva geografía del poder
con China, Japón y Rusia como vecinos, y reconciliarse con Japón, que tuvo a la península bajo su bota entre 1910 y 1945. Una suculenta indemnización y los dólares norteamericanos fueron el principio del cambio. Y los Juegos Olímpicos de 1998 y el Mundial de fútbol de 2002 (compartido con Japón) la oportunidad para mostrarlo al mundo.
Aprender de Japón. Dar vuelta como un guante la lección tecnológica y llegar más lejos con un puñado de empresas líderes (las chaebol) son los chevaux de courses, van adelante abriendo el camino.
¿Y el resto? "Las demás compañías y los emprendedores tendrán su momento", dice mi interlocutor, mezcla de funcionario, diplomático y economista. Se formó en Oxford, vivió en Nueva York ocho años, pero prefiere hablar en coreano. Eva traduce mientras damos cuenta de un menú de diez pasos, pequeños platos de verduras, pescados, fideos acompañados del kimchi, la clave de la gastronomía nacional. Picante de verdad, es una mezcla de col, nabo, ají en polvo, cebolla de verdeo y pepino. "Un país sin recursos naturales debía convertirse en un país exportador y tener los mejores productos. Liderar el mercado", me dice Kim con voz suave. Nunca levanta la voz. Líderes del mercado como Samsung, Hyundai, Kia, Lotte y LG son marcas paraguas para todo tipo de productos y servicios, desde celulares hasta barcos, desde tiendas de lujo hasta resorts de alta gama. Con 48 millones de habitantes, en un territorio menor al de la provincia de Santa Fe, y casi un 70% de suelo montañoso, Corea pasó de ser una nación pobre a una potencia rica. En 1974 el volumen comercial era de 11.000 millones de dólares; en 2010 fue de 892.000 millones de dólares. Todo en cuarenta años. Pali Pali.
Si en el mundo occidental veneramos los 60 como la década prodigiosa, en Corea los 70 dieron vuelta la historia. Seúl es una Nueva York del siglo XXI. Torres y rascacielos que ganan el cielo con las formas más extrañas; un paisaje vertiginoso atravesado por un río calmo y un arroyo convertido en paseo ecológico, el Cheonggyecheon. La idea fue de Lee Myung-bak que tiró abajo una autopista para crear un remanso verde con agua cristalina: ecopolítica. Puso en marcha el proyecto en 2005, cuando era alcalde de la ciudad. Hoy es el presidente de la república.
La invasión japonesa, entre 1910 y 1945, dejo un país arrasado. Se apropiaron de sus mujeres, cambiaron los nombres, quemaron los templos y hasta reemplazaron
la c por la k, para que Korea estuviera después de Japón, alfabéticamente hablando.
Cuando el presidente Park mandó construir una autopista entre Seúl y Busan, ciudad puerto, potencia y destino turístico, sus colaboradores le preguntaron: "¿Para qué, si no hay autos?" El mandatario respondió: "Justamente, para que los haya". Profecía cumplida: nació la más pujante línea de producción; un coche cada 13 segundos.
Las calles de Seúl viven un rush hour permanente, pero nadie se inquieta; en todo caso, sacan bien las cuentas y nunca llegan tarde. La gente es pulcra, educada, sonriente y no da besos. Pensar que los suizos, tan formales, dan tres. Acá se impone el estilo oriental. Una pequeña reverencia, un golpe de cabeza y la sonrisa, siempre la sonrisa. En seis días y contra reloj he visitado el templo de Bulkuksa y la gruta de Seokguram en Gyeongju, y he dormido en un hanuk (vivienda tradicional), sobre una fina estera con una almohada rellena de arroz, en el silencio recoleto de un viejo monasterio convertido en hostel. El techo es de tejas, las paredes de madera y papel, y el suelo, tibio. Una combinación extraña de austeridad y confort.
Capital Internacional del Diseño en 2010, Seúl está creando su propio ícono. Será un símbolo de la ciudad y el fondo para la foto, como la Torre Eiffel, el Obelisco o la Estatua de la Libertad. Es un edificio ondulante, diseñado por la arquitecta iraní Zaha Hadid, premio Pritzker, famosa por la concepción orgánica y modular de sus creaciones. Ganó el concurso internacional con un gigantesco gusano de cristal y piel verde, que albergará salas de diseño, de concierto, estudios para artistas, bibliotecas, talleres. Aún no tiene nombre. Hay tiempo hasta el 2014, cuando la obra (con una inversión de 1500 millones de dólares) estará terminada.
El arte ocupa su lugar en la sociedad diseñada. Primero fue Nam June Paik, padre del videoarte con museo propio y fama internacional. Murió hace pocos años, pero en su huella siguieron desde los diseñadores de Samsung hasta los directores de cine que conquistaron para Corea el oro veneciano. Se exhibe en estos días una retrospectiva de Paix, alude a la nostalgia, pero es premonitoria. El artista usó televisores como soporte en la producción de aparatos enormes con una cuota de humor, cosas que funcionan a la manera de las máquinas absurdas de Jean Tinguely. Finalmente, su país sería líder en la producción de plasmas. Paix fue el
pionero. Se codeó con Joseph Beuys y John Cage cuando Corea era un país de agricultores. Pobrísimo. Un cuadrado de tierra y una vaca era todo lo que había en cada casa. A la vaca la vendieron para mandar los hijos a la universidad, a la que terminaron bautizando cementerio de vacas. Son universidades de excelencia, competitivas hasta la crueldad. En la ciudad diseñada, el margen entre éxito y fracaso se paga con la vida: Corea tiene el mayor índice de suicidios de un país desarrollado.
Volar 24 horas es tiempo suficiente para leer revistas y diarios a pata tendida. Leí en Forbes una nota sobre decisiones que cambiaron la vida de las empresas. Recuerdo dos ejemplos: Henry Ford, cuando duplicó el sueldo de sus obreros para que fueran los mayores compradores del Ford T (cosa que efectivamente ocurrió), y el señor Lee, patrón de la Samsung, que llamó a sus empleados más calificados y les dijo: "No los quiero sentados en sus escritorios, sino viajando por el mundo con presupuesto libre para que regresen en un año con diez ideas". Misión cumplida.
Si se cumplen las predicciones de los gurúes mediáticos, en marzo de 2013 el video de la canción del rapero surcoreano Psy, Gangnam Style, más conocido como El baile del caballo, habrá registrado más de 1000 millones de reproducciones en la red. Es el más visto de la historia de YouTube, y tiene además un récord Guinness por ser el video con más me gusta en las redes sociales. El primer impulso para este producto de exportación lo recibió en Seúl, donde las canteras de K-pop garantizan éxitos a primera vista. El video hace referencia al estilo de vida de los ricos vecinos de Gangnam, donde está también el megastore de Samsung. llamado D'Light. Las visitas guiadas por promotoras políglotas hacen una escala en los enormes plasmas que muestran a Psy bailando en los boxes. Créase o no, Psy con su baile pegadizo ha hecho más popular a Corea en los chats mundiales que Sumi Jo, la cantante lírica radicada en Roma que tiene voz angelical y cuerpo de sirena. Otro tanto puede decirse de Sunwook Kim, primer asiático en conquistar un Award internacional. Es un formidable intérprete de las sonatas de Beethoven.
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