China le supera por primera vez en más de una
década como destino de la inversión extranjera
La
expansión económica de Estados Unidos se moderó en el cuarto trimestre a una
tasa anualizada del 2,6% del producto interior, tras crecer en el precedente al
mayor ritmo en una década. La tasa de crecimiento para 2014 queda así en el
2,4%, a medio camino del 2,2% un año antes y del 2,8% en 2012. La creación de
empleo y abaratamiento de la gasolina hicieron de soporte por la vía del
consumo, pero la apreciación del dólar y la debilidad internacional penalizan a
las multinacionales que exportan.
El dato está sujeto aún a dos revisiones. El mercado esperaba un
rendimiento algo mejor, próximo al 3% para el cuarto trimestre. El ejercicio
2014 empezó muy mal, con una contracción que se acercó al 3% por el efecto de
las nevadas. De ahí repuntó con fuerza a un crecimiento del 4,6% en el segundo
trimestre y mejoró al 5% en el tercero, la mayor tasa de crecimiento en 11 años. Los
analistas consideran que se crea una buena base para 2015.
El consumo, que representa tres cuartas partes del crecimiento, creció
en el cuatro trimestre a una tasa anualizada del 4,3%, frente al 3,2% del
tercero. Es el mayor incremento desde el primer trimestre de 2006, cuando la
mayor economía del mundo avanzaba a toda máquina. La gasolína, que se abarató
un 43% desde junio, dejó más dinero en el bolsillo para gastar. El mercado
laboral, entre tanto, sigue mejorando y se acerca a una situación de pleno
empleo.
El robusto comportamiento del consumo se ve aguado, sin embargo, con una
caída del 1,9% en la inversión empresarial en equipamiento. Es la mayor
contracción desde el segundo trimestre de 2009, cuando la economía de EE UU
atravesaba por el peor momento de la crisis financiera, y contrasta con un alza
del 11% en el tercer trimestre. Este vuelco se atribuye a los problemas que
pueden tener las petroleras por el abaratamiento del crudo.
El otro punto de vulnerabilidad está en la balanza comercial, que
anticipa un crecimiento del déficit porque las exportaciones se ven penalizadas
para el débil crecimiento global mientras el alza de la demanda interna crea
apetito por los productos importados. Este componente restó un punto porcentual
al PIB en el cuatro trimestre, cuando en el tercero aportó 0,8 puntos. Los
resultados de empresas como Apple o P&G ya muestran el impacto.
Pese a la moderación en la recta final de 2014, la solidez del
crecimiento de EE UU en los tres últimos trimestres -del 4% de media- contrasta
con el estancamiento que atrapa a Europa y Japón. Aun así, los tipos de interés
seguirán al 0% durante algún tiempo. La Reserva Federal mantuvo el miércoles las cosas como están e
insistió en que será paciente antes de dar el próximo paso en el proceso de
normalización de la política monetaria.
La última vez que la Fed subió tipos fue en junio de 2006 y están fijos
en la zona cero desde diciembre de 2008. En su mensaje sobre la situación
económica es más optimista. Aunque el plan es elevar el precio del dinero en
junio o julio, no se descarta tampoco que pueda aplazarse a septiembre. Eso se
verá en marzo, si la palabra “paciente” se mantiene o no en el comunicado, lo
que será la más clara indicación temporal delpróximo movimiento para los
mercados.
Desplome de la
inversión extranjera
La rápida apreciación del dólar podría trastocar el plan. Y aunque una
moneda fuerte convierte en la teoría a EE UU en un puerto seguro para el dinero
en medio de la incertidumbre global, la últimas cifras que maneja Naciones
Unidas revelan que China volvió a convertirse en 2014 como el principal destino
de la inversión extranjera directa, algo que no sucedía desde 2003.
Las empresas extranjerasdestinaron 127.600 millones de dólares a China, frente
a 123.900 millones en 2013, de acuerdo con los últimos datos de la Conferencia
sobre Comercio y Desarrollo. Por el contrario, las inversiones extranjeras en
EE UU se redujeron en el mismo periodo de 230.800 millones a solo 86.000
millones. Eso le coloca en el tercer lugar, por detrás de Hong Kong.
Este vuelco,
como señala el organismo, pone en evidencia una tendencia que se lleva
observando desde hace años y que se aceleró tras la crisis financiera. La
inversión extranjera tiende a distanciarse de las economías ya maduras para
buscar más oportunidades en los países emergentes o en desarrollo, que
atrajeron el 56% de los activos movilizados por las empresas.
Vía El País. España
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