Editorial de El Nacional
Una
noticia sorprendió a medianoche a todos los venezolanos que descansaban en sus
casas. Una información publicada en el diario español ABC anunciaba
que un alto miembro del anillo de seguridad del extinto Hugo Chávez y luego del
jefe de la Asamblea Nacional había solicitado protección al gobierno
estadounidense y se encontraba en Washington dentro del programa de “protección
de testigos”.
La
primera reacción de la prensa fue de incredulidad pues entre otras presuntas
actividades se señalaba al jefe de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, como
supuesto cabecilla del famoso y misterioso Cartel de los Soles, integrado por
generales que en sus presillas llevan soles y hacen gala de ello.
Que se
nombre a Diosdado Cabello como capo del tráfico de drogas manejado por los
militares genera inquietud y escepticismo porque hasta ahora, que se sepa,
nadie lo ha señalado como un hombre vinculado a ese tipo de negocios. Si fuera
así ya la prensa lo hubiera dicho. De manera que entre los venezolanos se abrió
un compás de espera para aceptar si lo dicho podía sostenerse en hechos o
pruebas concretas.
Pero en
la mañana, el diputado militar Pedro Carreño confirmó por la red Twitter, sin
querer queriendo, que la deserción del capitán de corbeta Leamsy Salazar no era
más que unas de las tantas maneras del imperio de comprar militares para
socavar las bases del gobierno. Ahora bien, ¿cómo sabía el diputado militar
Carreño que el oficial estaba colaborando con el gobierno de Estados Unidos y,
de paso, revelando los secretos y los vínculos de la cúpula militar rojita con
el narcotráfico? Pues, asómbrense, desde diciembre ya Salazar estaba ido y eso
lo sabían Diosdado y Carreño.
El
Departamento de Estado no ha emitido una declaración que nos permita constatar
que Leamsy Salazar esté en Washington declarando contra el jefe de la Asamblea
Nacional, pero si Pedro Carreño interviene y revela parte de la trama, entonces
tenemos el derecho de especular que lo que se dice tiene un piso de verdad y
que el señor Cabello está en el centro de una trama que debe aclararse no sólo
por su bien, sino por lo que ello perjudica a Venezuela.
No
olvidemos que Panamá con Noriega, y sus vínculos con el narcotráfico, llevó a
una tragedia a su país y terminó metido en una cárcel casi, o tal vez, para
siempre. Debemos evitar que el narcotráfico siga penetrando el estamento
militar en sus niveles más bajos y en sus generales. No hace falta una prueba
más de los organismos internacionales antinarcóticos para demostrar que
seguimos siendo un gran portaviones para trasportar la droga hacia otros
continentes.
Este es un país delincuente que
permite que el narcotráfico tenga en Venezuela pistas para aterrizar, almacenes
para poder atender los pedidos del exterior, que a pesar de tener una Fuerza
Aérea bien entrenada, se la mantiene en tierra o se les da falsa información
sobre los aviones que sobrevuelan hacia Guárico, Apure y Barinas.
Vía El Nacional
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