El miedo a la división. La crisis económica que encrespa la situación interna en el PSUV. Los términos de la unidad en la MUD. El cronograma electoral. Todos son factores que evitan que chavismo y oposición despejen la ruta electoral. La procesión va por dentro.
Por Pedro
Pablo Peñaloza.-
En el Partido Socialista Unido de Venezuela dirán que el papel lo aguanta todo. Y en la Mesa de la Unidad Democrática, que las palabras se las lleva el viento. Pero lo cierto es que si ambos hubieran cumplido lo prometido, hoy miércoles 28 de enero ya estaría claramente definido el proceso de “refrescamiento” de los unos y se conocerían los detalles del acuerdo electoral de los otros.
El acta de decisiones del III Congreso del PSUV, en su apartado número 21, establece: “Aprobar el Cronograma de Ejecución para llevar a cabo todas las acciones necesarias que permitan, en el lapso de seis meses desde el 31 de julio de 2014 hasta el 28 de enero de 2015, la reorganización, renovación y legitimación de los Órganos de Dirección del Partido Socialista Unido de Venezuela, utilizando la metodología de abajo hacia arriba, desde las UBCH hasta la Dirección Política Nacional”.
El 23 de noviembre pasado, los rojos iniciaron una sucesión de consultas para seleccionar a los responsables de sus círculos de lucha populares y de las unidades de batalla Bolívar-Chávez (UBCH), así como a los jefes de patrullas sectoriales. El secreto mejor guardado de aquellos comicios: el nivel de participación, que el primer vicepresidente de la formación, Diosdado Cabello, calificó como “histórico”, mientras otros lo tachaban de “pírrico”.
Sin embargo, faltando a su compromiso, el PSUV todavía no emprende la renovación de su cúpula ni ha dicho cómo procederá el “cambio” de sus máximas autoridades. “Todo se pospone para el primer trimestre de este año, el presidente Nicolás Maduro lo planteará en una reunión con las UBCH”, señala una fuente, evitando ofrecer mayores detalles.
La crisis económica obliga al chavismo a apuntalar su cohesión, y toda elección implica competencia. El 9 de marzo de 2008 el PSUV escogió a sus líderes por medio de una votación de segundo grado, cuyo resultado fue interpretado como una derrota para el “entorno presidencial” de Hugo Chávez, el ala militar y la odiada “derecha endógena”. Figuras “mediáticas” como Mario Silva y Vanessa Davies, hoy al margen de los centros de decisión partidista, desplazaron entre los principales a Francisco Ameliach, Jesse Chacón y al propio Cabello, quien solo entró en el cuadro de suplentes.
Hace siete año, Chávez “enmendó” la plana a su militancia para garantizar la permanencia de sus más estrechos colaboradores en las alturas del poder. ¿Podría Maduro soportar la rebelión de sus bases, en caso de que resuelvan descabezar a sus elementos de confianza? Si la contienda degenera en una lucha de “grupitos” y “chismosos” –Cabello dixit- por el control del aparato, ¿el hijo del Comandante podría imponerse y evitar el enfrentamiento?
No se trata de simplemente estirar el calendario. En el mecanismo que emplee el PSUV para remozar su “cogollo”, puede estar la clave de la unidad de los herederos de Chávez.
En cuanto a la oposición, el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, declaró que el 23 de enero llevarían a cabo una “suerte de asamblea nacional” que incluiría un “conjunto de anuncios que tienen que ver con primarias”. En el marco de la conmemoración de los 57 años del comienzo de la era democrática, la Unidad desarrolló en Petare un acto en el que intervinieron sus más destacados referentes; no obstante, aún no ha divulgado las condiciones de su pacto electoral.
La información no oficial de que los comicios legislativos se celebrarán en diciembre y que probablemente el PSUV realice sus primarias en junio, quitó presión a la oposición. Pero no es solo eso. Las tensiones internas dificultan los acuerdos y se multiplican las voces que exigen primarias en rechazo a los “dedazos” de Caracas.
La Unidad no está en peligro, de acuerdo con las fuentes consultadas. Aquí el asunto es qué clase de Unidad se presentará a las parlamentarias. Una que preserve cuotas y meta con calzador a algunos dirigentes históricos “difíciles” de vender a las mayorías, o una que amalgame a todas las fuerzas y sume a las piezas necesarias para ganar la Cámara.
Chavismo y oposición se pelean entre ellos, mientras la procesión va por dentro. Y el tiempo pasa.
En el Partido Socialista Unido de Venezuela dirán que el papel lo aguanta todo. Y en la Mesa de la Unidad Democrática, que las palabras se las lleva el viento. Pero lo cierto es que si ambos hubieran cumplido lo prometido, hoy miércoles 28 de enero ya estaría claramente definido el proceso de “refrescamiento” de los unos y se conocerían los detalles del acuerdo electoral de los otros.
El acta de decisiones del III Congreso del PSUV, en su apartado número 21, establece: “Aprobar el Cronograma de Ejecución para llevar a cabo todas las acciones necesarias que permitan, en el lapso de seis meses desde el 31 de julio de 2014 hasta el 28 de enero de 2015, la reorganización, renovación y legitimación de los Órganos de Dirección del Partido Socialista Unido de Venezuela, utilizando la metodología de abajo hacia arriba, desde las UBCH hasta la Dirección Política Nacional”.
El 23 de noviembre pasado, los rojos iniciaron una sucesión de consultas para seleccionar a los responsables de sus círculos de lucha populares y de las unidades de batalla Bolívar-Chávez (UBCH), así como a los jefes de patrullas sectoriales. El secreto mejor guardado de aquellos comicios: el nivel de participación, que el primer vicepresidente de la formación, Diosdado Cabello, calificó como “histórico”, mientras otros lo tachaban de “pírrico”.
Sin embargo, faltando a su compromiso, el PSUV todavía no emprende la renovación de su cúpula ni ha dicho cómo procederá el “cambio” de sus máximas autoridades. “Todo se pospone para el primer trimestre de este año, el presidente Nicolás Maduro lo planteará en una reunión con las UBCH”, señala una fuente, evitando ofrecer mayores detalles.
La crisis económica obliga al chavismo a apuntalar su cohesión, y toda elección implica competencia. El 9 de marzo de 2008 el PSUV escogió a sus líderes por medio de una votación de segundo grado, cuyo resultado fue interpretado como una derrota para el “entorno presidencial” de Hugo Chávez, el ala militar y la odiada “derecha endógena”. Figuras “mediáticas” como Mario Silva y Vanessa Davies, hoy al margen de los centros de decisión partidista, desplazaron entre los principales a Francisco Ameliach, Jesse Chacón y al propio Cabello, quien solo entró en el cuadro de suplentes.
Hace siete año, Chávez “enmendó” la plana a su militancia para garantizar la permanencia de sus más estrechos colaboradores en las alturas del poder. ¿Podría Maduro soportar la rebelión de sus bases, en caso de que resuelvan descabezar a sus elementos de confianza? Si la contienda degenera en una lucha de “grupitos” y “chismosos” –Cabello dixit- por el control del aparato, ¿el hijo del Comandante podría imponerse y evitar el enfrentamiento?
No se trata de simplemente estirar el calendario. En el mecanismo que emplee el PSUV para remozar su “cogollo”, puede estar la clave de la unidad de los herederos de Chávez.
En cuanto a la oposición, el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, declaró que el 23 de enero llevarían a cabo una “suerte de asamblea nacional” que incluiría un “conjunto de anuncios que tienen que ver con primarias”. En el marco de la conmemoración de los 57 años del comienzo de la era democrática, la Unidad desarrolló en Petare un acto en el que intervinieron sus más destacados referentes; no obstante, aún no ha divulgado las condiciones de su pacto electoral.
La información no oficial de que los comicios legislativos se celebrarán en diciembre y que probablemente el PSUV realice sus primarias en junio, quitó presión a la oposición. Pero no es solo eso. Las tensiones internas dificultan los acuerdos y se multiplican las voces que exigen primarias en rechazo a los “dedazos” de Caracas.
La Unidad no está en peligro, de acuerdo con las fuentes consultadas. Aquí el asunto es qué clase de Unidad se presentará a las parlamentarias. Una que preserve cuotas y meta con calzador a algunos dirigentes históricos “difíciles” de vender a las mayorías, o una que amalgame a todas las fuerzas y sume a las piezas necesarias para ganar la Cámara.
Chavismo y oposición se pelean entre ellos, mientras la procesión va por dentro. Y el tiempo pasa.
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