Tuesday, January 27, 2015

La conexión Argentina-Irán-Venezuela o el enredo que Chávez le dejó a Maduro

En: http://konzapata.com/2015/01/la-conexion-argentina-iran-venezuela-o-el-super-enredo-que-chavez-le-dejo-a-maduro/

El cómo y el por qué se enredó Cristina Kirchner con el presunto caso de encubrimiento que hoy la acosa, tiene mucho que ver con el quién la enredó. Para los venezolanos el nombre salta a la vista: nuestro recordado ex presidente Chávez.



74Por Pedro Benítez. @PedroBenitezF.-

Un día antes de la cuestionada elección presidencial de Maduro, una nota del diario Clarín de Buenos Aires firmada por Nicolás Wiñazki informaba que el gobierno de Caracas habría usado el denominado Fondo chino para financiar proyectos de la República Argentina y la República Islámica de Irán para construir fábricas en territorio venezolano.
Esos proyectos se enmarcaban en el denominado “Plan 200 fábricas socialistas” bajo la responsabilidad directa del ministro del Poder Popular para la Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, Ricardo Menéndez. Según la investigación periodística argentina, en junio de 2010 Meléndez habría solicitado y recibido autorización de Chávez para usar 14 millones de dólares del Fondo chino-venezolano para proseguir esos proyectos.
Un año después, miembros del Congreso de los Estados Unidos habrían manifestado sospechas de que por solicitud de Mahmud Ahmadinejad, Chávez venía desde 2007 intercediendo ante Néstor Kirchner a fin de cambiar la política de la Argentina hacia Irán marcada por el atentado contra la AMIA.
El 18 de julio de 1994 la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de Buenos Aires fue víctima de un ataque terrorista dejando un saldo de 85 fallecidos y 300 heridos. Fue el mayor ataque sufrido por judíos desde la Segunda Guerra Mundial. En 2006 la justicia argentina acusó al gobierno iraní de planificar el atentado y a Hezbollah de ejecutarlo.  En noviembre de 2007, por solicitud argentina, la Interpol expidió orden de captura contra de seis ciudadanos iraníes acusados por su participación en el ataque terrorista. La respuesta de Irán consistió en pedir la captura del juez y del fiscal argentino del caso.
Esta situación llevó a una crisis diplomática entre los dos países. Kirchner denunció a Irán ante Asamblea General de las Naciones Unidas ese mismo año.
Se sabe que Néstor Kirchner se negó en principio a la solicitud de su par venezolano, y ese no fue el único desencuentro entre los dos. Pero el presidente argentino tenía una deuda de gratitud muy grande con Chávez. Con recursos venezolanos contribuyó a rescatar la economía argentina a inicios del mandato de Kirchner en 2003 y luego sufragó parte de la campaña que eligió a Cristina Fernández de Kirchner a la Presidencia en 2007, y muy probablemente la de 2011, utilizando entre otros mecanismos el envío de maletas llenas de dólares en efectivo como valijas diplomáticas.
Por cierto, ese es un escándalo que no termina de estallar: los detalles del financiamiento ilegal del gobierno venezolano a las campañas electorales de políticos amigos como Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y Lula en Brasil en 2002, tal como en los últimos dos años se ha financiado a Podemos en España. Pero esa es otra historia.
De modo que para los Kirchner, Chávez era un gran amigo. Y no sólo por sus abundantes dólares. Con él también había impunidad y prestigio. Impunidad absoluta pues había logrado un control político y judicial en Venezuela que sus amigos argentinos (pese a sus esfuerzos) aun no tenían. Eso les daba a todos un gran margen de maniobra.
75Prestigio internacional, porque ser amigo de Chávez implicaba entrar automáticamente al club que tenía de presidente honorario nada más y nada menos que a Fidel Castro, con todo el mito que la retórica cincuentenaria de la revolución cubana tiene en el imaginario latinoamericano, el antimperialismo yanqui, etc, etc, etc. Y además, sin pagar la membresía. Todo corría a cuenta de Chávez, o más bien del petróleo venezolano que pagaba todo.
Si en el exterior o dentro del país se les cuestionaba por corrupción, mala gestión o abusos de los derechos humanos o civiles, los miembros de ese club siempre podían afirmar que toda crítica era parte de una “gran conspiración del imperialismo norteamericano y sus lacayos nacionales”. Era la respuesta prefabricada. Después de todo uno era amigo de Chávez y Fidel. Suficiente credencial. Prestigio impune.
El simpático y dicharachero presidente venezolano era el tipo de amigo que el día de tu cumpleaños o el de tu esposa se presenta con las bebidas y los mariachis pagados por él. Además, ser de su círculo daba prestigio y seguridad. Era estar en la moda. ¿Cómo no ser amigo de un sujeto así? Varios cayeron en la tentación.
Así fue como se montó lo que he denominado la internacional de la corrupción latinoamericana: un sindicato de presidentes interesados más que nada en mantener su estabilidad laboral y sus negocios a buen resguardo con una buena coartada. El acuerdo incluye un canal de televisión con señal internacional.
Pero el problema era que Chávez tenía otros amigos problemáticos. Digamos que era aficionado a las malas compañías.  Lukashenco, Robert Mugabe, Gadafi, Putin y Mahmud Ahmadinejad eran los más conocidos. Chávez fue el único mandatario que desafiando las sanciones de la ONU cruzó el desierto para visitar a Sadam Hussein en su palacio en Bagdad. Las fuerzas militares norteamericanas se interpusieron en esa relación que prometía. De todos los anteriores, parece que con quien tuvo mejor química fue con el iraní.
Recordemos que durante el mandato de Ahmadinejad, Irán estuvo al borde la guerra con Estados Unidos e Israel por el asunto de su programa atómico, eso junto con sus provocadoras declaraciones antisemitas, por relativizar el Holocausto, su radicalismo islámico y su para nada disimulado apoyo a Hezbollah en el Líbano, lo fueron aislando internacionalmente.  No obstante, Ahmadinejad no tenía dentro de su país el poder que tenía Chávez en Venezuela. Por encima de él estaba el Líder espiritual. Otras fuerzas dentro de la República Islámica de Irán lo cuestionaban.
Así pues, su situación no era fácil. Pero allí estaba Chávez.  Quien no sólo expresó su apoyo público al programa nuclear iraní sino que, y, probablemente más importante que eso, es que fue Chávez  el que abrió las relaciones de Irán con América Latina sacándolos del aislamiento.  Irán firmó numerosos acuerdos económicos con Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y hasta con Brasil. El agente promotor fue el presidente venezolano.
Chávez viajó nueve veces a Irán y Ahmadinejad cinco veces a Venezuela. En 2009 los dos tuvieron un encuentro muy publicitado en Londres.
76Ahmadinejad llegó a decir: “Siento que he encontrado un hermano y un compañero de trinchera luego de haberme encontrado con Chávez”. Cuando falleció, Ahmadinejad causó un escándalo en su país al besar el féretro de su amigo y abrazar a su madre. Y remató afirmado que Chávez regresaría con algunos de los profetas del Islam.
De modo que entre los dos había una relación especial.
Hay que recordar que en todo esto Chávez jugaba con el destino de Venezuela, pues enfrentaba por un lado a Estados Unidos, el principal cliente del petróleo venezolano, precisamente en el momento que el país (como consecuencias de sus políticas) se hacía más dependiente que nunca del petróleo, y por otro lado al principal socio en la OPEP en la estrategia de defensa de los altos precios internacionales del crudo: Arabia Saudita, enemigo mortal del Irán.
Pese a eso, en algún momento Chávez metió la mano para normalizar las relaciones entre sus amigos iraníes con sus amigos argentinos. No sabemos si por solicitud de Ahmadinejad o por iniciativa propia. Da lo mismo.
El 27 de enero de 2013 (Néstor Kirchner falleció en octubre de 2010), el gobierno argentino anunció la firma con el gobierno de Mahmud Ahmadineyad, del Memorándum de Entendimiento argentino-iraní que incluía la creación de una Comisión de la Verdad sobre el atentado de la AMIA que debería ser refrendado por los parlamentos de ambos estados.
El acuerdo generó una intensa polémica en Argentina, la comunidad judía argentina exigió su derogación y recurrió a los tribunales.
En mayo de ese mismo año, el fiscal Alberto Nisman acusó formalmente al gobierno de Irán de organizar, fomentar y patrocinar grupos terroristas en Sudamérica. Dos años después, el 14 de enero de 2015, denunció a Cristina Fernández de Kirchner y al canciller Héctor Timerman por “decidir, negociar y organizar la impunidad de los prófugos iraníes en la causa AMIA con el propósito de fabricar la inocencia de Irán”.
Cinco días después apareció muerto de un tiro calibre 22.
En el caso Nisman el punto de encuentro entre Argentina e Irán no fue otro que Hugo Chávez.
77Uno acepta los amigos como son. Y sino, pues mejor no ser amigos.  Pero Cristina (no es la única) aceptó la amistad y el dinero de Chávez (en realidad de los venezolanos) y se dejó envolver.
Tal vez eso explique por qué el sindicato de presidentes no ha salido todavía a defenderla.
Con todo este recuento, Ollanta Humala en Lima debe sentir un profundo alivio de no haberse unido a la bandita.
Mientras tanto, Maduro hace dos viajes en menos de quince días a Arabia Saudita con la esperanza de que ese país modifique su política petrolera, mientras que hasta ayer el Gobierno que representa tenía relaciones muy especiales con Irán, el enemigo de los saudíes en el Golfo Pérsico.
De modo que Chávez no sólo le legó a Maduro un pesado fardo económico, también dejó un gran enredo internacional.

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