Víctor Salmerón
Al igual que en los tiempos primitivos los venezolanos dedican gran parte del día a la búsqueda de alimentos. Mujeres y hombres forman largas filas a las puertas de los supermercados a la espera de productos básicos que, invariablemente, se esfuman sin satisfacer la demanda: “Ya no queda mayonesa”, dice el encargado a un grupo de 80 personas que ha permanecido bajo el sol durante tres horas y se dispersa con frustración y hastío.
Si bien el día a día ya es bastante duro, todo indica que quienes visitan tres y hasta cuatro establecimientos por día para tratar de conseguir productos básicos necesitarán una mayor dosis de paciencia y capacidad de adaptación: el índice ponderado que mide la producción de todas las empresas que integran la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea), organismo que agrupa a 170 empresas privadas, registró una caída de 10% en los últimos cuatro meses y en el corto plazo la situación podría empeorar.
Manuel Larrazábal, presidente de Cavidea, explica:
“La industria enfrenta severos problemas de abastecimiento de materias primas, repuestos, insumos y materiales de empaque que afectan la continuidad operativa de las plantas de producción. La realidad de la industria ha alcanzado niveles de extrema criticidad”
Los productos escasos
En este momento existen diez rubros y un tipo de empaque cuya producción está suspendida o en grados muy importantes de paralización: atún, gelatinas, salsa de tomate, bebidas en polvo, flan en polvo, avena, mortadela, carne para almuerzo, quesos untables y los envases de larga duración conocidos como tetrapack.
Manuel Larrazábal agrega que también existe un grupo de catorce rubros y empaques cuya producción está en riesgo inminente de ser suspendida debido a los niveles críticos de inventarios e incertidumbre para su reposición.
La industria galletera está trabajando con niveles muy bajos de inventario de trigo, la elaboración de refrescos y jugos sufre por la insuficiencia de azúcar, la industria panadera cuenta con aproximadamente dos semanas de inventario de su principal materia prima, la escasez de huevos golpea a los productores de mayonesa, la industria arrocera cuenta con siete días de materia prima y la carencia de aceite vegetal impacta con fuerza a esta categoría.
Al referirse al tema de las salchichas Manuel Larrazábal indica:
“Existe un productor que tiene 300 mil cerdos vivos que alimentar y solo tiene un día de inventario de torta de soya y cuatro días de las otras materias primas que necesita”.
A lo anterior se añade la deficiencia en la producción de empaques de aluminio, hoja lata, plásticos y de vidrio.
Las causas
La producción de alimentos registra una baja sustancial en medio de una severa contracción en la cantidad de divisas que reciben las empresas para importar materias primas e insumos.
Manuel Larrazábal precisa:
“Ha habido una disminución dramática en las aprobaciones para el acceso a divisas a través de los mecanismos de Cencoex y Simadi llegando a cero durante los últimos meses de 2015”.
Otro factor a tomar en cuenta es que los proveedores internacionales han suspendido las líneas de crédito a las empresas que integran Cavidea porque existe una deuda de 1.600 millones de dólares producto de divisas que el gobierno aprobó pero que aún no ha desembolsado.
La decisión del gobierno de congelar el precio de los productos básicos por largo tiempo ha derivado en que no es posible cubrir los costos de producción de importantes rubros.
Manuel Larrazábal explica:
“El congelamiento de precios es ilegal porque contraviene la ley de precios justos (que estipula una ganancia que puede llegar hasta 30%). Muchas empresas han cerrado y están cerrando por esta razón, con estos precios la industria es inviable para las categorías reguladas”.
Cavidea indica que la harina de maíz precocida está regulada a 19 bolívares el kilo y de acuerdo a la ley de precios justos y sus cálculos debería costar 81 bolívares, el arroz está regulado en 25 bolívares y debería costar 102 bolívares, la pasta en 15 bolívares y debería costar 141 y el aceite en 28 bolívares y debería costar 212 bolívares.
Además la industria de alimentos sufre por el declive de la productividad laboral. En el 42% de las empresas afiliadas a Cavidea, unas 63 empresas, de cada 100 trabajadores, en promedio, diariamente 30 no van a trabajar.
Manuel Larrazábal dice:
“Esa práctica ha crecido por la impunidad laboral. En más de 80% de las calificaciones de falta que introducen las empresas ante el Ministerio del Trabajo la autoridad no procede a la apertura del procedimiento. También hay otro fenómeno: aproximadamente 1% de la población que trabaja en la industria de alimentos tiene calificación de despido. Se trata de personas que generan violencia, robo e incluso algunos han sido juzgados por tribunales de la República. Aún así, el Ministerio del Trabajo no aprueba la calificación de despido. Ese 1% está perjudicando al 99% restante que sí está comprometido con su trabajo y quiere producir más”.
La propuesta
Cavidea no fue invitada por el gobierno a formar parte del Consejo Nacional de Economía Productiva, un organismo que evalúa opciones para aumentar la producción, pero reitera la propuesta que hizo el pasado 10 de diciembre y se compromete a que si es escuchada el desabastecimiento disminuiría en el corto plazo.
En el tema de las divisas propone que el gobierno garantice una partida de 1.500 millones de dólares para solventar la insuficiencia de materia prima e insumos. Al mismo tiempo, es necesario que el Estado reconozca la deuda con los proveedores en el exterior y negocie un refinanciamiento que debería incluir el pago con bonos de la República.
Además considera vital un plan que permita aumentar el precio de los productos regulados hasta niveles que permitan cubrir los costos de producción y reporten ganancias adecuadas.
Otro elemento es promover el desarrollo agrícola para incentivar la producción en rubros donde Venezuela tiene ventajas competitivas como maíz blanco, café, arroz y cacao. Por su parte, la industria se compromete a adquirir la totalidad de la cosecha a precios adecuados para el productor.
Finalmente Cavidea propone “incentivar la productividad laboral a través de la aplicación de la Ley Orgánica del Trabajo sin discriminaciones y decidir calificaciones de falta para evitar la impunidad y el ausentismo laboral”.
La inflación
La escasez de alimentos marcha de la mano con un incesante incremento en el precio de los alimentos debido a que mientras la oferta cae el gobierno estimula la demanda con billetes que imprime el Banco Central de Venezuela.
Las cifras oficiales señalan que entre septiembre de 2014 y septiembre de 2015 el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas registró un salto sideral de 254,3% que diluyó la capacidad de compra del salario e impulsó la pobreza por ingresos.
Empresas públicas
El salto de la inflación de alimentos se produjo a pesar de que el Gobierno ha creado toda una estructura destinada a producir y abaratar alimentos: Mercal, se ocupa de la comercialización; Fundaproal otorga subsidios; el SADA diseña programas de almacenamiento; Pdval vende productos a precios regulados; Venalcasa empaqueta; Logicasa se encarga de la distribución, Casa comercializa y suministra insumos, mientras que las miles de hectáreas expropiadas deberían garantizar el crecimiento constante de la producción.
El Estado también posee una larga lista de empresas. En el rubro del aceite tiene participación en nueve compañías entre las que se encuentran Industrias Diana, Indugram y Caica.
En el sector cárnico controla o participa en 29 empresas como Porcinos del Alba, Carnes Venezuela y las unidades de producción primaria Finca San Juan.
En el área avícola cuenta con ocho empresas, en el sector de la pesca con 38, en lácteos y frutas con 45 compañías, 18 empaquetadoras y 15 empresas en el rubro de harina de maíz precocida.
Aunque el gobierno no provee cifras, los anaqueles vacíos señalan que las empresas públicas producen mucho menos de lo esperado y han sido incapaces de sustituir al ala privada de la economía.
La producción agrícola tampoco ha sido la esperada. Un trabajo elaborado por Alejandro Gutiérrez, profesor de la Universidad de Los Andes y que utiliza datos del Ministerio de Agricultura y el Instituto Nacional de Estadística, determina que el valor bruto de la producción agrícola por habitante cayó 4,7% en el lapso 2008-2014.
Alejandro Gutiérrez escribe:
“Es necesario observar el fuerte decrecimiento del período 2008-2014, que refleja el agotamiento de los estímulos de rentabilidad, los subsidios a insumos y los financiamientos que tuvieron algún efecto positivo durante los años de la bonanza petrolera, visto entre 2003 y 2008”.
¿Qué esperar?
Hasta ahora el gabinete económico no ha dado muestras de estar dispuesto a ajustar el precio de los productos regulados en la magnitud que requiere el sector privado y la merma en el presupuesto de divisas es evidente.
Pero incluso, aún aprobando los dólares que necesita el sector de alimentos hay que tomar en cuenta que las importaciones de insumos y materias primas tardarían al menos sesenta días en llegar a los puertos del país. Por lo tanto, todo apunta a que en el corto plazo los venezolanos sufrirán una mayor escasez e inflación por el declive de la oferta.
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