Miguel Méndez Rodulfo
24 Septiembre, 2011
Históricamente el Banco Central de Venezuela ha sido una institución fundamental de la Nación. El instituto emisor ha gozado de la credibilidad de los estudiosos de la economía, de la academia, de los sectores público y privado, de los organismos internacionales relacionados y en general de los venezolanos. Esgrimir una cifra del BCV para apuntalar un argumento, era santa palabra. Eso, lamentablemente, ha comenzado ha cambiar. Ya lo decía desde hace más de un año José Guerra y Miguel Ángel Santos, también desde esa época, comentaba que faltaba poco para que “el central” dejara de dar cifras confiables en materia de inflación. La intromisión gubernamental en la generación de la información económica de esta institución, cuyo carácter apolítico y cuya independencia de cualquier otro poder público debe estar garantizada, comienza a ponerse seriamente en duda.Durante el mes de abril de 2011, como corespondía a cada trimestre, el BCV emitió su primer boletín del año correspondiente a infraestructura, marco dentro del cual se cobija el sector de la vivienda. Entonces el emisor emitió cifras estadísticas que señalaban que el sector privado había construido, hasta el 30 de marzo, 10.000 viviendas, mientras que el sector público sólo había hecho 1.700 viviendas. Ya el Ejecutivo Nacional había lanzado con bombos y platillos la Gran Misión Vivienda Venezuela, o misión maqueta, como se reconocería después, y esos habían sido los magros resultados luego de tan espléndidos anuncios gubernamentales. Poco después de la emisión del boletín del BCV, el ministro Ramírez anunciaba al país unas cifras que contradecían las del emisor: sector público13.000 viviendas, sector privado 6.000. Posteriormente, el 25 de agosto, el Presidente anunciaba a la Nación que se había cumplido un 94% de la meta de construcción de viviendas establecida para la fecha que era de 47.000 soluciones habitacionales, de manera que se habían levantado en todo el país, para entonces, 44.000 viviendas.
En tanto el país y sobre todo las instituciones públicas y privadas, que requieren data estadística para su toma de decisiones, se quedaron esperando el boletín del BCV que revelaría las verdaderas cifras del sector vivienda. No lo entregaron el julio, como correspondía, ni en agosto. En septiembre salió el boletín de infraestructura, sin dato alguno de vivienda. Con este ruidoso silencio el BCV va a convalidar las mentiras del gobierno en materia de cifras de vivienda. No es ese el rol de una institución tan prestigiosa como el BCV. Emplazamos a los técnicos de esa institución a que hagan valer la verdad, no que la maten.
El gobierno, que en todas las áreas de la vida nacional, oculta las cifras en unos casos y en la mayoría las adultera, nunca presentó al país el cronograma de ejecución de las obras de vivienda por estados, urbanismos y por partidas. Luego no conocemos más que cifras gruesas, relativas a inversión, construcción total y tiempos. No hay más deralles que esos. En tanto que el BCV podía emitir cifras que revelaran la verdad, los estudiosos del sector vivienda teníamos una referencia cierta sobre la cual contrastar las engañosas cifras oficiales, hoy perdimos esa referencia cosa que no deja de ser una seria limitación para el análisis.
La pérdida de la fuente del BCV significa un paso más en la escalada gubernamental para tapar los espacios de libertad que le quedan a la nación, para conocer el verdadero desenvolvimiento del gobierno en su gestión pública. La verdad es que el chavismo se está jugando a Rosalinda con su desempeño en materia de vivienda. La GMVV es su misión emblemática, es el portaestandarte que ondean sus legiones, por lo cual no pueden permitirse el lujo de fallar en tal crucial asunto. De allí el interés supremo en publicitar éxitos en viviendas construidas a como dé lugar. No importa que ya no sean viviendas nuevas, sino que el régimen se ha decantado por la sustitución de ranchos por vivienda, una vía más económica, más corta y más expedita de producir logros; el problema es que estas viviendas no contribuyen al abatimiento del déficit habitacional que agobia a más de dos millones de venezolanos, ni remedia a las familias cuyas viviendas están en condición de riesgo imminente o están hacinadas en una vivienda precaria. Pero tampoco las viviendas sustituídas reunen las normas que la planificación y el desarrollo urbano prescriben para asentamientos humanos de calidad. ¿Darán los rècnicos del BCV una lucha valiente, sin miedo, para que las verdaderas cifras de construcción de vivienda, las conozca el país?
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