En: http://www.noticierodigital.com/2011/09/%c2%a1si-volveran/
Charito Rojas
We will come back” (“Regresaremos”). Rómulo Betancourt, cuando AD perdió las elecciones presidenciales en 1968 con Rafael Caldera.
Acción Democrática celebra sus 70 años de supervivencia. Porque hay que ser un partido bien atrinca para sobrevivir a media docena de divisiones, ocho accidentadas Presidencias y una cuerda de dirigentes que en las últimas décadas se dedicaron a destruir la honestidad que le imprimieron sus fundadores al llamado “partido del pueblo”. Sobre todo, sobrevive a la demolición institucional a que ha sometido el gobernante actual a todos los partidos que no sean el suyo, que en su criterio, es el único que debe existir. Tan democrático él.
Un emotivo mitin en el Nuevo Circo en 1941 dio inicio a la más importante organización política que ha tenido Venezuela. Acción Democrática agrupó al más destacado grupo de profesionales, intelectuales y políticos lo cual le permitió ganar las elecciones que llevaron al poder a Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez (dos veces), y Jaime Lusinchi. Además de haber tenido dos Presidentes temporales adecos para culminar la truncada segunda presidencia de CAP: Octavio Lepage y Ramón J. Velázquez. Acción Democrática ha gobernado por casi 28 años y tiene un saldo positivo a su favor no solo en construcción democrática, sino en obras palpables que hicieron posible el tránsito de Venezuela hacia un país desarrollado.
Cuando Rómulo Betancourt ganó las elecciones en 1959, recibió un país con grandes estructuras pero con pocos servicios. Tanto él como Raúl Leoni siguieron un plan de construcción de acueductos y centrales termoeléctricas. Con ellos la red de carreteras del país paso a ser la primera de América Latina, ciudades y pueblos fueron dotados de acueductos y electricidad, cientos de escuelas y liceos fueron inaugurados. El puente sobre el Lago de Maracaibo, sobre el Orinoco, la represa de Guri, aeropuertos, autopistas, urbanizaciones populares. Pero lo más importante fue la creación y fortalecimiento de las instituciones del Estado que protegían la democracia y las libertades públicas, así como la organización de sindicatos y colegios profesionales, amén de otras organizaciones sociales. Ambos mandatos estuvieron azotados por invasores cubanos que dirigidos por Fidel Castro, intentaron sabotear a la incipiente democracia venezolana. Bajo la égida de Betancourt Venezuela participó en la fundación de la Opep con el ilustre venezolano Juan Pablo Pérez Alfonzo.
Los gobiernos de Acción Democrática eran populares y populistas. Jaime Lusinchi llega a la Presidencia con el mayor número de votos obtenido por Presidente alguno. Carlos Andrés Pérez gana su segunda presidencia con más del 50% de los votos. En algún momento del camino, los adecos comenzaron a alejarse de quienes eran su razón de existir: Juan Bimba, el pueblo, fue relegado a las campañas electorales y nada más. El discurso perverso, la anti política y una complicada situación económica en la que existía una Venezuela saudita y una Venezuela muy pobre que no era debidamente atendida hizo explosión y la salida de Carlos Andrés de la Presidencia, acatando con talante democrático una sentencia que hoy luce más que ridícula, inició el deslave de la democracia venezolana.
Dos intentos de golpe de estado contra un Presidente Constitucional y una insólita destitución, seguida por las presidencias provisionales y la caótica Presidencia de Rafael Caldera fueron los polvos que trajeron los lodos revolucionarios. Doce años después, el gobierno chavista muestra el peor desempeño económico del último siglo, sus índices han involucionado contrastando con el mayor ingreso que haya recibido nunca el país, el pueblo sigue pobre pero muchos se contentan con que “los tomen en cuenta” y con el hecho de que el Presidente es “uno de los nuestros”. El populismo impera y el hambre es alimentada con promesas. Sin embargo, hay una reacción de la razón ante el inocultable hecho que el actual gobierno fue, es y será absolutamente incapaz de gobernar con eficiencia el país.
Esta es la brecha y el momento preciso para que los partidos, piezas fundamentales en un país que presuma de democrático, se posicionen seriamente. AD ha tenido la durísima experiencia de pasar de ser el primer partido del país a casi desaparecer del panorama político, con un cerro de acusaciones y desprecios a cuestas. Han sido años difíciles para los adecos, que se han negado a dejar morir sus laureles democráticos y su carga histórica. Una luchadora contra el perezjimenismo, tan anciana como brillante, preside el partido: Isabel Carmona de Serra, la “Estefanía” de la resistencia contra el dictador. Henry Ramos Allup, el más antipático de los adecos pero también el que ostenta el más grande par de agallas, manda desde la Secretaría General.
En las elecciones parlamentarias de 2010, AD cosechó los frutos de su trabajo de hormiga y de ese corazoncito blanco que aún sobrevive en muchos que se declaran romuleros o carlosandresistas. Casi un millón de votos colocaron a AD como el tercer partido de la coalición democrática que sienta a 40 agrupaciones políticas en la Mesa de la Unidad, precedido por Primero Justicia (de inspiración socialcristiana) y por Un Nuevo Tiempo, escisión de Acción Democrática y constituida por indudables adecos. De modo que en este proceso de escogencia de un candidato presidencial unitario, el apoyo de Acción Democrática es de gran peso para cualquier precandidato.
Y la presencia de gran parte de ellos en la celebración aniversaria así lo demuestra. Antonio Ledezma, adeco de pura cepa aunque se haya ido con su Alianza Bravo Pueblo, se lanzó un impecable discurso de estadista en la presentación de su precandidatura y pidió el apoyo de sus ex compañeros adecos. La respuesta fue inmediata, donde va Ledezma le sigue una masa vestida de blanco con insignias de AD. En la fiesta aniversaria, Ledezma le propuso a Pablo Pérez, el gobernador del Zulia, también con pasado adeco que no niega (“me cambiaban los pañales en la casa de AD”), que unieran otra vez sus organizaciones políticas con AD, buscando formar un bloque invencible.
El anuncio del CNE, el mismo día del aniversario adeco, de que las elecciones presidenciales han sido adelantadas para el 7 de octubre de 2012, ha borrado la incertidumbre, pero añade la especulación del por qué tal adelanto. Unos hablan de la precaria salud del Comandante, mientras otros analizan que el gobierno podría utilizar el tiempo entre la elección y la toma del posesión del nuevo Presidente en enero de 2013, como un período para arreglar desaguisados, limpiar la olla y botar las llaves. Todo es posible en este ique socialismo.
El cansón slogan “No Volverán” como que se va a quedar frío. Tal vez no vuelvan los mismos funcionarios, porque los venezolanos quieren caras nuevas y de allí la preferencia en las encuestas por los precandidatos más jóvenes. Seguro que no volverán las prácticas clientelares y que se cuidarán mucho de la corrupción.
Pero les voy a decir lo que sí volverá de ganar la oposición, tal vez en la figura de un adeco, en las elecciones de 2012. Volverán por ejemplo, los miles de botados petroleros que tuvieron que emigrar por la persecución implacable del régimen en su contra; volverán los cientos de miles de exiliados, de jóvenes profesionales, de perseguidos políticos que hoy están dando su esfuerzo a otros países; volverá el respeto a la propiedad privada, a los derechos por igual, al respeto al ciudadano. Volverán las obras públicas, la academia, la cultura y las instituciones.
Venezuela ha recibido una dura lección. AD y los demás partidos también. Ojalá la lección esté aprendida. Y ojalá aquellos que tienen un adeco en su pasado vuelvan por sus fueros a rescatar lo que dejamos en el camino de los próceres que fundaron nuestra democracia. Veremos en 2012 si Rómulo tenía razón cuando decía que “adeco es adeco hasta que se muera”.
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