A poco más de un año de la elección presidencial en Venezuela, se espera más miedo
MICHAEL ROWAN | EL UNIVERSAL
martes 20 de septiembre de 2011 12:00 AM
Se palpa el miedo en Venezuela. La gente teme qué pasará si peca por acción o por omisión. A título ilustrativo: el militar implicado con terroristas, ventas de armas o de cocaína enfrenta dos problemas: primero, si la verdad se pone de manifiesto, sus superiores lo sacrificarán; segundo, si opta por salirse del juego, sus superiores podrían matarlo. Igualmente, la empleada del Ministerio que sabe demasiado sobre casos de corruptela se encuentra atada con el mismo nudo: si dice la verdad, pueden execrarla o matarla; si no lo hace, pudiera ir a juicio. De igual forma está en conflicto el dirigente comunal que gobierna una finca privada otrora productiva donde una vez confiscada mataron todo el ganado y no se ha plantado en ninguno de los campos: si dice abiertamente la verdad acerca de lo que ha pasado pueden despedirlo; si calla pero lo delatan, pueden despedirlo.
El miedo también asedia la oposición. El empresario independiente pudiera temer porque le hace falta el dinero del Gobierno para sobrevivir, aunque éste destruya paulatinamente su negocio. Si se pronuncia, es fatal: pudiera caer preso bajo acusaciones fabricadas. Si no habla, también sería fatal, porque entonces se volvería blanco de chantaje, de extorsión y hasta asesinato. Incluso el ni-ni, que se cree inmune a la presión de ambos bandos, tiene miedo. Cualquier cosa puede pasarle si lo ven como un problema: bien sea su apartamento, su carro y escuela, hasta su trabajo y pasaporte. Los accidentes ocurren, y muchas veces. Y también se perpetran homicidios; más que en cualquier otra parte del planeta, incluidos algunos países donde hay conflictos bélicos. De hecho, los homicidios se vinculan con drogas, corrupción y tratos delictivos que salen mal o bien.
A poco más de un año de la elección presidencial en Venezuela, se espera más miedo. Se espera que los nudos de los últimos 13 años se ajusten más. Se estima que la tasa de homicidios que no han sido resueltos ni investigados se mantenga por las nubes. Y también se prevé lo imprevisto: nunca se sabe; pudiera ser un año para la valentía. ¿Acaso no vieron lo que sucedió en Libia? Algo parecido pudiera ocurrir en cualquier otra parte del mundo si es que el coraje domina el miedo.
El miedo también asedia la oposición. El empresario independiente pudiera temer porque le hace falta el dinero del Gobierno para sobrevivir, aunque éste destruya paulatinamente su negocio. Si se pronuncia, es fatal: pudiera caer preso bajo acusaciones fabricadas. Si no habla, también sería fatal, porque entonces se volvería blanco de chantaje, de extorsión y hasta asesinato. Incluso el ni-ni, que se cree inmune a la presión de ambos bandos, tiene miedo. Cualquier cosa puede pasarle si lo ven como un problema: bien sea su apartamento, su carro y escuela, hasta su trabajo y pasaporte. Los accidentes ocurren, y muchas veces. Y también se perpetran homicidios; más que en cualquier otra parte del planeta, incluidos algunos países donde hay conflictos bélicos. De hecho, los homicidios se vinculan con drogas, corrupción y tratos delictivos que salen mal o bien.
A poco más de un año de la elección presidencial en Venezuela, se espera más miedo. Se espera que los nudos de los últimos 13 años se ajusten más. Se estima que la tasa de homicidios que no han sido resueltos ni investigados se mantenga por las nubes. Y también se prevé lo imprevisto: nunca se sabe; pudiera ser un año para la valentía. ¿Acaso no vieron lo que sucedió en Libia? Algo parecido pudiera ocurrir en cualquier otra parte del mundo si es que el coraje domina el miedo.
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