Señores y Señoras:
Tengo pocas esperanzas de que esta carta les llegue a ustedes. No ha sido característica de los líderes latinoamericanos de nuestra época escuchar la voz de los pequeños. Sin embargo, la publico porque pienso que representa una posición compartida por muchos miembros de nuestra comunidad hemisférica.
Esta visita de ustedes a Caracas relacionada con la instalación de la CELAC tiene dos aspectos fundamentales. Uno es geopolítico y tiene que ver con la creación de una nueva organización regional que apunta a la desintegración. El otro es moral y tiene que ver con la presencia de ustedes en un país que sufre una inepta y corrupta dictadura de corte militar y fascista.
Cuales son las razones para crear una organización política hemisférica de carácter excluyente, dejando afuera a dos países del hemisferio, como lo son Canadá y los Estados Unidos de América? Ninguna organización producto de complejos de inferioridad puede tener el éxito asegurado. Las organizaciones de naturaleza regional y mundial, por definición, no deben tener una naturaleza excluyente y de disgregación. Las sociedades del planeta tienden hacia una progresiva integración de esfuerzos, como única vía para logar la prosperidad y bienestar comunes. Y he aquí que el CELAC viene a crearse con el objetivo opuesto de excluir a dos países miembros del hemisferio porque no tienen las mismas culturas y costumbres nuestras. No son de confiar porque, según ustedes, son demasiado desarrollados para co-existir con nosotros, los “jóvenes” países del hemisferio. Sin embargo, cuando Chicago se fundó, Caracas tenía unos 250 años de haber sido fundada. Hoy Chicago tiene un PIB casi el doble del PIB de Venezuela.
Dirán ustedes: ¡hay que separarse de esa gente!
El segundo aspecto tiene que ver con la tácita validación que ustedes hacen, con su visita, de una dictadura feroz, inepta y corrupta que tiene a nuestro país al borde del colapso material y espiritual total. Debiera haber sido un acto didáctico elemental del liderazgo político hemisférico haberse negado a asistir a un evento que le da al dictador una fisonomía falsa de estadista, de líder de una fraudulenta soberanía regional. Ustedes llegan a una Caracas recién pintada y barrida a toda prisa, inmensa aldea Potemkin que da una errónea impresión de buen mantenimiento. Se ha declarado dia no laborable para mantener a la gente fuera de las calles. Se prohibe el porte de armas, como si ello fuera solamente asunto de un día. Hay 1500 soldados armados en las calles de la capital para garantizar una seguridad momentánea durante las horas del evento, seguridad que dista mucho de ser la que experimenta el pueblo venezolano. Se reúnen ustedes en un cuartel, en negación del espíritu civilista y civilizado que deberían ustedes promover.
Visitan ustedes un pais donde $60.000 a $90.000 millones han desaparecido en los bolsillos de la pandilla que ocupa el poder y los de sus amigos del planeta, entre quienes están algunos de quienes nos visitan. Donde las instituciones del estado y los funcionarios que deberían servir al país solo responden a los intereses del dictador. Donde la transparencia en el manejo de los dineros nacionales ha desaparecido. Donde la oposición es hostigada, insultada y perseguida de manera sistemática.
Pienso que este liderazgo moralmente invertebrado que ustedes representan está basado en razones que no tienen nada que ver con el bienestar y progreso de nuestros pueblos. Tiene que ver con la obtención de ventajas materiales o de estrategias políticas para satisfacer agendas personales o tribales, de espaldas a los habitantes de nuestro hemisferio. Esta es otra “fiesta” de egos, de deseos de figuración, del mundo de los discursos sin sustancia, lienzos mál pintados y elogios mutuos.
Regresen ustedes a sus países. Habrán dejado en Caracas algunos jirones de su ya maltrecha dignidad. No representan ustedes la solución para nuestros pueblos, son gran parte del problema.
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