Tal Cual, martes 6 de diciembre de 2011
Isaac Mencía
¿Es casual o simplemente producto de la incompetencia estructural del gobierno de
Chávez, la deplorable y costosa crisis que sacude a PDVSA en todos los órdenes siendo
su irresponsable endeudamiento tan sólo un aspecto de la dimensión de dicha crisis?;
¿Es casual que el gobierno haya despedido 20 mil trabajadores de PDVSA perdiendo
ésta su capital más valioso formados durante muchos años en el conocimiento y manejo
de la industria petrolera venezolana?; ¿Es casual que PDVSA esté hoy produciendo
cerca de 800 mil barriles de petróleo menos de los que producía en 1998, el año previo
al ascenso al poder de Chávez?; ¿Es casual que la Misión-Visión de PDVSA enfocada
en el negocio petrolero haya sido desvirtuada obligándola a cumplir funciones y
actividades como programas sociales que no corresponden con su naturaleza de
empresa petrolera?; ¿Es casual que PDVSA además de su aporte fiscal previsto en las
leyes esté financiando la voracidad de gastos del gobierno entregándole una porción de
los ingresos de divisas percibidos por las exportaciones petroleras y que esté
asumiendo deudas del gobierno como ocurre con el Fondo Chino?
La respuesta a estas y muchas otras interrogantes que evidencian la situación caótica
en que se encuentra la principal empresa del país, es una sola: PDVSA ha sido
expoliada, usurpada, para ponerla al servicio de un proyecto político personalista de
inspiración ideológica totalitaria.
En efecto, la elite política en el poder comandada por Chávez, le asignó desde un
principio a PDVSA el papel de ser el principal instrumento económico-financiero para
ejecutar su proyecto político de imponer en Venezuela un régimen autocrático calcado
ideológicamente del modelo fracasado del “socialismo real”. Basados en la convicción
de que el petróleo es una fuente ilimitada de recursos que puede financiar y sostener el
desmontaje (destrucción) del Estado calificado como burgués y de la economía
capitalista existente en el país, como condición para instaurar un Estado y una
economía socialista, el gobierno decidió expoliar progresivamente a PDVSA, es decir,
apropiarse de ésta convirtiéndola en una empresa al servicio pleno de la revolución y
de la pretensión de perpetuar en el poder a Chávez.
Para hacer de PDVSA un instrumento de la revolución debía cambiarse radicalmente
la misión de la misma, su estructura corporativa y sus funciones, su plan de negocio de
expansión de la producción sustrayéndole recursos para otros fines mermando la
inversión requerida para cumplir las metas fijadas; despedirse a todo el personal que
mostrara resistencia a esta política y defendiera la meritocracia como sistema de
gestión del recurso humano; manejarse de manera opaca la gestión operativa y
financiera de la empresa para que el país no se entere del uso que se hace de los
recursos. En fin, PDVSA debía ser convertida en una agencia política para apoyar
todos los planes y acciones orientados a imponer el mencionado proyecto político.
La usurpación del petróleo y de PDVSA por parte de la revolución bolivariana ha
servido, pues, no sólo para financiar en lo interno el proyecto social populista
(populismo con medidas socialistas de aniquilamiento de la propiedad privada), sino
también para comprar el apoyo de aliados ideológicos como la dictadura de los Castro
en Cuba, la cual ha podido sobrevivir en gran medida gracias a los recursos recibidos
provenientes de la renta petrolera venezolana; ganar otros aliados políticos que
respalden sus actuaciones antidemocráticas e impidan su aislamiento internacional
como los gobiernos de países como Irán, Rusia, Siria, Bielorrusia y los que integran
Petrocaribe y el Alba.
Muy contrario a lo que dice la cínica propaganda oficialista “Ahora el petróleo es del
pueblo”, el gobierno revolucionario ha hecho del petróleo y de PDVSA su gran botín
del cual disponen como les da la gana. Revertir todo el daño hecho y hacer del petróleo
una palanca para impulsar el progreso y el bienestar de todos los venezolanos,
constituye uno de los retos más importantes del gobierno de la Unidad democrática que
se instale en febrero de 2013. El petróleo y PDVSA deben estar al servicio de la nación
y no de ningún grupo político en el poder
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