Manuel Felipe Sierra
2 Noviembre, 2012
¿Quién duda a estas alturas que el CNE es una pieza clave del proyecto chavista? ¿No está claro, acaso, que sus decisiones apuntan a favorecer la relegitimación y la perpetuación de este modelo político? Desde los días previos al referéndum revocatorio presidencial de 2004 quedó en evidencia la construcción de una estructura electoral ventajista y fraudulenta. Si bien la dirigencia opositora de entonces tuvo claridad de la situación y ello condujo a que todos los partidos opositores llamaran a no votar en la consulta parlamentaria de 2005, las circunstancias posteriores que significaron avances de la disidencia de 2007, 2008 y 2010 impusieron un criterio simple y engañoso: es cierto que el CNE no es imparcial ni equilibrado, pero es preferible ponerle sordina al tema para no estimular la abstención.¿Cuál debería ser el comportamiento de la sociedad democrática burlada y agredida por la arrogancia de los directivos del organismo? ¿Seguir “pasando agachado” a sabiendas de que por ese camino se facilitan los planes autocráticos, o asumir que efectivamente los esfuerzos que se hagan en lo adelante pasan por afrontar este enorme escollo? ¿Ello conduce a la abstención? ¿Hasta dónde minimizar ese riesgo ante un electorado que sabe que él existe no lleva más bien al desencanto de los votantes? Denunciar y afrontar la plataforma viciada del CNE no implica llamar a la abstención sino todo lo contrario. Sólo enfrentando esos obstáculos se estimula una participación activa y militante. Las experiencias históricas son numerosas. Jóvito Villalba coronó su hazaña de 1952 contra el régimen militarista advirtiendo que era una lucha a contracorriente. Alejandro Toledo en Perú hizo frente al entramado putrefacto que servía de sostén a Fujimori (incluso con el aval de la OEA) y creó un clima político que obligó a la fuga del gobernante. Exigir nuevas condiciones y subrayar la verdadera naturaleza de un árbitro que no es imparcial ni equilibrado tendrían que acompañar las ofertas de los candidatos democráticos a las elecciones del 16-D y las que vengan después.
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