Monday, July 29, 2013

Cuánto vale un dólar; y una vida?

En: http://www.eluniversal.com/opinion/130729/cuanto-vale-un-dolar-y-una-vida

MIGUEL BAHACHILLE M.| EL UNIVERSAL
lunes 29 de julio de 2013 12:00 AM
La teoría económica convencional sustenta desde hace mucho tiempo que las partes que ingresan en los ordenamientos del mercado en condiciones más o menos iguales como compradores y vendedores, trabajadores y patrones, lo hacen por voluntad propia y dispuestos a participar en una gama de opciones libres. Cuando se arrincona la economía de mercado, como infructuosamente lo ansía el régimen desde hace 14 años, repudiándola o queriéndola eliminar, lo único que hace es negar su existencia mientras alienta su crecimiento de manera atropellada. Lo mismo ocurre con los políticos díscolos del gobierno cuando tratan de manipular el mercado de las ideas como instrumento de chantaje y control social.

La mal llamada subasta de divisas no fue otra cosa que un sondeo al voleo buscando información de los oferentes. Se evidenció una vez más la torpeza oficial para estipular una tasa cambiaria verosímil del Bolívar-Dólar para cada sector en particular acorde con la cabida financiera del Estado; tal como ocurre en cualquier país con instituciones serias. Ese remedo monetario sirvió para premiar a quienes tenían información "conveniente" sobre la tasa conclusiva, mientras la mayoría quedó colgada ante otra farsa cambiaria.

De nada servirá a los ruidosos socialistas de pacotilla seguir ostentando una "ideología radical de izquierda" si en el fondo saben que están obligados a entrar en la realidad del mundo regido por la más crasa economía capitalista (preguntar a China). En materia de ideología casi todo está dicho. Cuando comenzaba una de las décadas de más conflictos sociales en Estados Unidos, Daniel Bell, muy atacado por la izquierda, publicó (1960) el libro "El fin de las ideologías" el cual propagaba a la democracia y la economía de mercado como patronato imperioso.

Así como el Gobierno desconoce los dispositivos adecuados para mover racionalmente la economía de mercado, tampoco sabe cómo hacerlo para preservar la vida de los venezolanos. Mientras se incrementa el número de asesinatos abrigados por la más absoluta impunidad, el régimen se refugia en términos banales e inútiles para prevenirlos como Patria Segura, Ley Desarme, etc., la ministro de Servicios Penitenciarios se resiste a mencionar a los presos confesos como delincuentes sino "privados de libertad". ¡Vaya patraña!

El Gobierno se ha convertido en un perfecto "manipulador de crisis" no sólo en lo que se refiere a la dinámica convencional de la empresa privada y la política cambiaria, sino en los desgarramientos más visibles que a diario emergen en nuestro tejido social. Más que resolver conflictos, los encargados de controlar conciencias al estilo cubano están dedicados casi con exclusividad a conjeturar axiomas destinados a justificar sus fracasos, aturdir la sensibilidad pública, y debilitar los reclamos sobre las evidentes deformaciones del sistema democrático.

Pero la hora de la probidad y de rendir cuentas está mucho más próxima de lo que suponen los ofuscados oficialistas. A la jefatura comunicacional estatal se le está haciendo difícil racionalizar la marrullera programación diaria de los múltiples canales que controla negando los conflictos, mientras en el barrio o urbanización próxima a su emisora ocurren media docena de asesinatos cada dos horas.

Así, pues, no es sólo la economía inflacionaria y carente de organicidad lo que aturde al ciudadano, sino el surgimiento de territorialidades controladas por grupos anárquicos renuentes a acatar cualquier legislación que ampare los valores fundamentales de la vida republicana. Los colectivos oficialistas, haciendo caso omiso de la formalidad legal "aplicable a los otros", imponen las suyas incluso con rango superior a las estipuladas en nuestra Constitución.

Es axiomática la torpeza del régimen para sistematizar la distribución de la mermada cantidad de divisas que ingresan al país, como evidente es su desprecio por la vida de cada vecino. Al parecer no son prioridades para la revolución. Luego de 14 años nadie sabe cuánto vale un dólar aunque sí el valor de una vida: "CERO"

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