RAFAEL BELLO| EL UNIVERSAL
sábado 6 de julio de 2013 12:00 AM
Elocuente lo que significa un régimen transgresor de la legalidad. Un estado tal de destrucción que deja en la indigencia a millones de seres humanos en un país portento de riqueza petrolera. Ruina en vez de bienestar. Durante largo tiempo la delincuencia política ha instaurado un estado de frío cálculo con la destrucción de los bienes nacionales, reparto oneroso del ingreso nacional en la complicidad del abuso de poder con los recursos del Estado.
Venezuela vive una situación que podría derivar en conflictos sociales muy peligrosos, todo ello por el cuadro patente de escasez cotidiana de alimentos y otros bienes esenciales que, en tiempos de cordura y sostenido esfuerzo productivo, eran envidiables de un país con notable empuje económico y social. Un país capaz de abastecer sus propias exigencias de alimentos y otros bienes.
Ahora es un cuadro ruinoso que se vive y una población que hierve de descontento mientras hay una dirigencia opositora huida de la realidad de las carencias que estremece toda la nación. Eso pareciera no sentirlo quienes no atinan con las acciones que demanda la sociedad democrática para la reconstrucción exigente y perentoria. Una nación que se debate entre la formalidad de la paciencia irresponsable de políticos indolentes, mientras una pandilla llena de ignominia la historia independiente de la patria.
Entonces, ¿qué podemos hacer los venezolanos de este tiempo? Luchar como lo hacen los estudiantes y las personas que no renuncian a sus derechos para vivir en una sociedad libre y democrática.
Que lo entiendan de una vez quienes echan mano al regodeo politiquero huidizo de las actitudes que demanda una tragedia de tal magnitud. Hay un país que reclama defensa de la nacionalidad. Hay una población que crece en el descontento y comienza a pisar las calles con ansias de libertad en uso de sus derechos.
Venezuela vive una situación que podría derivar en conflictos sociales muy peligrosos, todo ello por el cuadro patente de escasez cotidiana de alimentos y otros bienes esenciales que, en tiempos de cordura y sostenido esfuerzo productivo, eran envidiables de un país con notable empuje económico y social. Un país capaz de abastecer sus propias exigencias de alimentos y otros bienes.
Ahora es un cuadro ruinoso que se vive y una población que hierve de descontento mientras hay una dirigencia opositora huida de la realidad de las carencias que estremece toda la nación. Eso pareciera no sentirlo quienes no atinan con las acciones que demanda la sociedad democrática para la reconstrucción exigente y perentoria. Una nación que se debate entre la formalidad de la paciencia irresponsable de políticos indolentes, mientras una pandilla llena de ignominia la historia independiente de la patria.
Entonces, ¿qué podemos hacer los venezolanos de este tiempo? Luchar como lo hacen los estudiantes y las personas que no renuncian a sus derechos para vivir en una sociedad libre y democrática.
Que lo entiendan de una vez quienes echan mano al regodeo politiquero huidizo de las actitudes que demanda una tragedia de tal magnitud. Hay un país que reclama defensa de la nacionalidad. Hay una población que crece en el descontento y comienza a pisar las calles con ansias de libertad en uso de sus derechos.
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