ORIAN BRITO PEÑA| EL UNIVERSAL
sábado 6 de julio de 2013 12:00 AM
La revuelta árabe que ha provocado la salida de dos presidentes en Egipto y la reciente reacción de los brasileños contra las políticas de Dilma Rouseff, que desembocaron en fuertes protestas sin importar el desarrollo de la Copa Confederaciones y además significó una caída drástica del 30% en la popularidad de la mandataria, producen reacciones y lecturas en los ciudadanos de todo el mundo.
En el caso de Venezuela por ejemplo, las opiniones se dividen entre quienes aspiran una reacción contundente de los ciudadanos frente a los abusos del Gobierno y los que apuestan a una salida democrática, donde predomine el diálogo y no produzca más retroceso del que ya existe. No obstante, el caso venezolano es particular, en 14 años ocurrieron sucesos claves que acorralaron al Gobierno en diversas oportunidades, el 11 de abril, las épocas del paro, el cierre de RCTV, entre otros, pero un Chávez astuto sacó provecho de todos los acontecimientos, con el paro, por ejemplo, se dio el gusto de sacar a los profesionales que exigían el respeto a la meritocracia y colocó a "leales" del proceso. Resultado similar ocurrió en el ámbito militar después de 11 de abril y al final, el fortalecido fue el expresidente.
El Estado es muy astuto cuando quiere sembrar el miedo, la represión que no tiene límites, no consiste simplemente en disparar perdigones, sino que abarca una persecución por todas las vías, mientras hostiga a la disidencia utiliza un aparato propagandístico para desvirtuar la protesta, estimulando la división de quienes la organizan y al mismo tiempo asume un rol de víctima frente a una "conspiración", un papel que aún algunos creen, el ejemplo más reciente es lo ocurrido con reacciones por las elecciones del 14 de abril, en donde organizaron todo un show para culpar a Henrique Capriles por 7 fallecidos, lo que inhabilitó la acción de protesta y la redujo a una cacerola frente al temor o el peligro que significaba la detención del líder opositor. Otro aspecto es que cada gremio ha tenido que luchar solo porque la división de criterios en algunos casos perjudica la unidad al momento de alcanzar un objetivo, pero lo que es inocultable es que los venezolanos no se quedan de brazos cruzados frente a los atropellos, un ejemplo actual es el de los profesores universitarios quienes junto a los estudiantes están librando una batalla titánica para obtener un aumento de sueldo.
Al Gobierno no le interesa resolver los problemas de los venezolanos, la inflación sigue en ascenso, los asaltos, asesinatos y secuestros se desarrollan con excesiva normalidad, ni hablar del desabastecimiento que intentan combatir dándole ventaja a otros países para que pongan sus productos en anaqueles venezolanos. El interés firme es mantenerse en el poder por las vías que sean. En el caso de las protestas en Egipto y Brasil, las redes sociales fueron vitales para aglutinar el descontento y llevarlo más allá de un retweet, actualmente la participación de los ciudadanos en las redes sociales es altísima, será el tiempo el que responda si serán claves para crear propuestas cívicas para que la gente haga valer el derecho de vivir en mejores condiciones a las brindadas por el socialismo de otoño.
En el caso de Venezuela por ejemplo, las opiniones se dividen entre quienes aspiran una reacción contundente de los ciudadanos frente a los abusos del Gobierno y los que apuestan a una salida democrática, donde predomine el diálogo y no produzca más retroceso del que ya existe. No obstante, el caso venezolano es particular, en 14 años ocurrieron sucesos claves que acorralaron al Gobierno en diversas oportunidades, el 11 de abril, las épocas del paro, el cierre de RCTV, entre otros, pero un Chávez astuto sacó provecho de todos los acontecimientos, con el paro, por ejemplo, se dio el gusto de sacar a los profesionales que exigían el respeto a la meritocracia y colocó a "leales" del proceso. Resultado similar ocurrió en el ámbito militar después de 11 de abril y al final, el fortalecido fue el expresidente.
El Estado es muy astuto cuando quiere sembrar el miedo, la represión que no tiene límites, no consiste simplemente en disparar perdigones, sino que abarca una persecución por todas las vías, mientras hostiga a la disidencia utiliza un aparato propagandístico para desvirtuar la protesta, estimulando la división de quienes la organizan y al mismo tiempo asume un rol de víctima frente a una "conspiración", un papel que aún algunos creen, el ejemplo más reciente es lo ocurrido con reacciones por las elecciones del 14 de abril, en donde organizaron todo un show para culpar a Henrique Capriles por 7 fallecidos, lo que inhabilitó la acción de protesta y la redujo a una cacerola frente al temor o el peligro que significaba la detención del líder opositor. Otro aspecto es que cada gremio ha tenido que luchar solo porque la división de criterios en algunos casos perjudica la unidad al momento de alcanzar un objetivo, pero lo que es inocultable es que los venezolanos no se quedan de brazos cruzados frente a los atropellos, un ejemplo actual es el de los profesores universitarios quienes junto a los estudiantes están librando una batalla titánica para obtener un aumento de sueldo.
Al Gobierno no le interesa resolver los problemas de los venezolanos, la inflación sigue en ascenso, los asaltos, asesinatos y secuestros se desarrollan con excesiva normalidad, ni hablar del desabastecimiento que intentan combatir dándole ventaja a otros países para que pongan sus productos en anaqueles venezolanos. El interés firme es mantenerse en el poder por las vías que sean. En el caso de las protestas en Egipto y Brasil, las redes sociales fueron vitales para aglutinar el descontento y llevarlo más allá de un retweet, actualmente la participación de los ciudadanos en las redes sociales es altísima, será el tiempo el que responda si serán claves para crear propuestas cívicas para que la gente haga valer el derecho de vivir en mejores condiciones a las brindadas por el socialismo de otoño.
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