Charito Rojas
5 Julio, 2013
La Capitanía General de Venezuela estaba conmocionada aún por los acontecimientos del 19 de abril de 1810, cuando un grupo de mantuanos criollos condujo un “golpe seco” contra el Capitán General Vicente Emparan, con el pretexto de asumir la defensa de los derechos del Rey Fernando VII, prisionero de las fuerzas napoleónicas.
Una revolución
Después del 19 de abril, se establece una Junta de Gobierno, la cual ordena conformar juntas similares en las provincias de Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida y enviar delegaciones diplomáticas a los países que podían apoyar la insurrección, que en principio era contra el rey impuesto, José Bonaparte, hermano de Napoleón: el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, Estados Unidos, Nueva Granada y cercanas islas del Caribe.
Con medianos éxitos diplomáticos, estas misiones lograron poner en el mapa político a esta pequeña colonia suramericana de España. Simón Bolívar, uno de los enviados a Gran Bretaña, no logra el apoyo de esa nación, pero establece contacto en Londres con un viejo revolucionario, el más universal de los venezolanos: el General Francisco de Miranda, quien ya había intentado invadir Venezuela en varias oportunidades, aportó una bandera libertaria al país y mantenía una sólida campaña a favor de la independencia de las colonias del dominio imperial.
Los jóvenes criollos se integran a la Sociedad de Agricultura y Economía, que en principio tenía por objetivo analizar la problemática de la colonia. Pero muy pronto se convirtió en un epicentro de ideas revolucionarias, dando origen a la Sociedad Patriótica. Entre sus miembros estaban José Félix Ribas, Antonio Muñoz Tébar, Vicente Salias y Miguel José Sanz. En sus sesiones discutían sobre economía, política, asuntos civiles, religiosos y militares. Llegó a contar con hasta 600 miembros solamente en Caracas y con filiales en Barcelona, Barinas, Valencia y Puerto Cabello. El periódico del Patriota Revolucionario dirigido por Salías y Muñoz Tébar fue desde junio de 1811, su órgano divulgativo.
La incorporación del Generalísimo Francisco de Miranda y del joven Simón Bolívar, le dio pasión a la Sociedad: en el primer aniversario del 19 de abril abundaron las críticas al colonialismo, la idea de la independencia ya estaba sembrada y la Sociedad presionaba al Congreso para que declarase la separación de España.
El Congreso que decidiría la acción a seguir por la provincia de Venezuela se instaló el 2 de marzo de 1811 en la casa del Conde San Javier (hoy esquina de El Conde) en Caracas, con asistencia de la Junta Suprema integrada por Cristóbal de Mendoza, Juan de Escalona y Baltasar Padrón. Eligieron como Presidente provisional a Juan Antonio Rodríguez Domínguez y acto seguido, se trasladaron a la Catedral para que el Arzobispo Narciso Coll y Pratt oficiara una misa. Después del evangelio, los diputados prestaron juramento.
Y ganó la independencia
Durante las sesiones del Congreso, varios diputados, como Juan Germán Roscio, Fernando Peñalver, Francisco Javier Yanes y Francisco de Miranda hablaban reiteradamente de la separación de la dominación hispana. En la sesión del 2 de julio, después de la lectura de la correspondencia oficial del Comisionado de Venezuela en Estados Unidos, Telésforo de Orea, se presentó una “moción sobre la necesidad de la Independencia”, la cual quedó apoyada suficientemente. Los debates se iniciaron durante la sesión del día 3 y continuaron en la del 4. Con impaciencia, los jóvenes de la Sociedad Patriótica, que no eran diputados en el Congreso, enviaron una delegación que solicitó un derecho de palabra conminatorio, al ver que las discusiones no llegaban a punto final.
Ejerció la vocería el joven Simón Bolívar, quien convenció con sus alegatos: “pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana”, “¿Es que 300 años de calma no son suficientes?”, “Vacilar es perdernos”.
En la mañana del 5 de julio se celebró una sesión secreta para oír el criterio de la Junta Suprema, favorable a la declaración de la independencia. En el curso de la larga sesión pública que siguió, tomaron la palabra, casi la totalidad de los 36 diputados presentes.
El único que se oponía a la declaración era el presbítero Manuel Vicente de Maya, diputado por La Grita, quien sostenía que la declaración era prematura. Las barras formadas en buena parte por miembros de la Sociedad Patriótica como Simón Bolívar, Miguel Peña y Antonio Muñoz Tébar esperaban ansiosas el momento de la votación. Tras varias horas de debate, el presidente Rodríguez Domínguez lo declaró cerrado y se procedió a votar la moción.
La votación fue casi unánime, con la excepción del presbítero Maya, quien mantuvo su antagonismo. En medio de las aclamaciones, Rodríguez Domínguez anunció que estaba “declarada solemnemente la Independencia absoluta de Venezuela.”
Eran las 3 de la tarde del 5 de julio de 1811. En la Capilla Santa Rosa de Lima, lugar de las sesiones, los diputados de las siete provincias pertenecientes a la Capitanía General de Venezuela establecieron una nueva nación, basada en los valores de la igualdad de los individuos, la abolición de la censura y la libertad de expresión.
Consagra el principio constitucional, y se opone a las prácticas políticas, culturales y sociales de 300 años de colonización española.
Venezuela era la primera colonia española que declaraba su independencia y el tercer país americano, después de Estados Unidos y Haití.
La fiesta y la guerra
La celebración en las calles de Caracas no se hizo esperar: una manifestación popular encabezada por Miranda y por Francisco Espejo, con otros miembros de la Sociedad Patriótica de Caracas, recorrió calles y plazas vitoreando la independencia y la libertad, entonando cantos (uno de ellos dio origen al Himno Nacional); luego entraron en el Palacio Arzobispal, para que el arzobispo Narciso Coll y Prat se uniera al júbilo popular.
Fueron también a la plaza Mayor (la actual plaza Bolívar) donde Miranda, según lo expresa el testigo presencial fray Juan Antonio Navarrete, “…tremoleó la bandera de la Libertad e Independencia como teniente general de las Tropas Caraqueñas”. El Poder Ejecutivo plural, cuya presidencia ejercía ese 5 de julio Juan de Escalona, dirigió una proclama a los habitantes de Caracas informándoles que el Supremo Congreso de Venezuela había acordado la independencia absoluta.
El mismo 5 de julio el Congreso celebró una sesión vespertina en la cual se acordó redactar un documento, cuya elaboración fue encomendada al diputado Roscio y al secretario del Congreso Francisco Isnardi, que no era diputado. En este documento debían figurar “todas las causas y poderosos motivos que nos habían obligado a declarar nuestra independencia para que, sometido a la inspección del Congreso, sirviese de competente acta y pasara al Poder Ejecutivo”. Es el documento conocido como Acta de la Independencia, que aun cuando está fechado en Caracas el 5 de julio de 1811 (porque ese día fue declarada), en realidad fue redactado en la noche del día 5 al 6, aprobada el 7 por el Congreso y presentada el 8 al Poder Ejecutivo.
Valencia monárquica
Pero declarar los criollos la independencia y declarar España la guerra para recuperar su colonia, fue casi simultáneo. El 11 de julio de 1811, seis días después de la Declaración de la Independencia, estallaron dos insurrecciones, la de los isleños canarios en Caracas que fue controlada con rapidez, y la insurrección de Nuestra Señora de la Anunciación de la Nueva Valencia del Rey.
Los patriotas iniciaron una campaña militar para recuperar las provincias del occidente del país y hacer que éstas se sometieran al gobierno de la Junta Suprema. Marchan contra la ciudad de Valencia, que se había declarado leal a Fernando VII. Los valencianos tomaron los cuarteles de la ciudad prácticamente sin resistencia. Una tropa al mando del Marqués del Toro marchó a través de los Valles de Aragua. En Mariara encontraron resistencia, tras lo cual el Marqués fue vencido. Miranda lo sustituyó. Los valencianos habían fortificado la ciudad, la lucha fue casa por casa, los reductos más fuertes eran el cuartel de los milicianos pardos y el convento de San Francisco. Las acciones de calles y plazas fueron reñidas. Francisco de Miranda ordena atacar las posiciones más fuertes de los rebeldes y el 23 de julio los republicanos toman la ciudad.
Así que en Valencia comenzó la guerra por hacer real esa independencia de Venezuela, declarada en la jornada histórica del 5 de julio de 1811.
El Acta en Valencia
El acta original, firmada por los diputados, fue transcrita al Libro de Actas del Congreso, también firmada por los protagonistas de la historia. Pero lamentablemente el manuscrito original se extravió. Tal vez fue durante el terremoto que destruyó Caracas en 1812, o tal vez, durante la guerra independentista. Sin embargo, el texto auténtico se conoce gracias a su reproducción en el semanario La Gaceta de Caracas, del 16 de julio de 1811.
El Libro de Actas del Congreso estuvo extraviado durante 95 años. Desapareció cuando el Congreso fue disuelto en Valencia en 1812 y apareció en la misma ciudad en 1907. El Diario de Valencia, publicó el 11 de febrero de 1908 tan importante hallazgo histórico. Según la narración periodística, el señor Ricardo Smith, vecino de Valencia, alertó al historiador Francisco González Guinan de “la existencia de un libro que recoge las actas del Congreso de 1811, que está en poder de la distinguida señora María Josefa Gutiérrez de Navas Spínola”, en Valencia. Atraído por el insólito hecho, el doctor González Guinan, se presentó en la casa de la señora Navas Spínola y mientras hablaba en el salón con la dama, una linda niña tocaba el piano. La señora se levantó para buscar en la biblioteca el libro por el cual preguntaba, mientras el visitante admiraba las habilidades de la pequeña pianista…cuando de repente su vista se detuvo en un grueso libro que servía prácticamente de cojín para que la pequeña alcanzara el teclado. Era el libro del Congreso, que contenía el Acta de la Independencia.
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