OSWALDO PÁEZ-PUMAR| EL UNIVERSAL
lunes 22 de julio de 2013 12:00 AM
El usurpador se acostumbró durante los 14 años de permanencia al lado de Chávez a tomar como natural la destrucción que éste realizaba cotidianamente de uno de los principios básicos de la democracia que es la separación de poderes. Por supuesto estuvo acompañado de otros no menos propiciadores del régimen totalitario, como la expresidenta del TSJ, LEM.
Resulta por lo tanto natural que salga hoy de bocón a referirse al caso del diputado Mardo; y a pretender darle indicaciones a la oposición sobre la conducta que debe seguir en relación con el caso.
Maduro no siendo juez ha sentenciado, como ayer lo hiciera Chávez al calificar de plasta la sentencia del TSJ que negó la existencia de un golpe de Estado y la generación de un vacío de poder gestado por su renuncia y la estampida a esconderse de los más altos colaboradores, o a través de la mano y confesión de Aponte Aponte para condenar a los comisarios Simonovis, Vivas y Forero, o la orden impartida por televisión para la condena de la jueza Afiuni, que hoy ya muerto hace metástasis para que se condene al abogado defensor de la juez por obstrucción a la justicia.
Es el régimen el que practica la obstrucción a la justicia al ejercerla desde el Poder Ejecutivo con la cooperación de unos jueces que quizá no son venales todos, pero sí miedosos. Sin embargo, el usurpador no ha captado que una cosa es el miedo que podía provocar Chávez con sus desplantes y gritos a pesar de que siempre reculó cuando las cosas se pusieron feas; y otra muy distinta él, cuyo mérito principal es haber sido visto por los hermanos Castro como el pupilo de Chávez, por lo que como todo pupilo está sujeto al régimen de tutela.
Lo que decida el TSJ en el caso del diputado Mardo ya está teñido por la inmadurez de la boca del bocón usurpador. Pero la comedia iniciada por el diputado Carreño no ha llegado a su fin. El último capítulo debe ser necesariamente el relativo al allanamiento de la inmunidad del parlamentario cuando "Dios dado mediante" se niegue el derecho de palabra a los diputados que cuestionan la legitimidad del usurpador.
Resulta por lo tanto natural que salga hoy de bocón a referirse al caso del diputado Mardo; y a pretender darle indicaciones a la oposición sobre la conducta que debe seguir en relación con el caso.
Maduro no siendo juez ha sentenciado, como ayer lo hiciera Chávez al calificar de plasta la sentencia del TSJ que negó la existencia de un golpe de Estado y la generación de un vacío de poder gestado por su renuncia y la estampida a esconderse de los más altos colaboradores, o a través de la mano y confesión de Aponte Aponte para condenar a los comisarios Simonovis, Vivas y Forero, o la orden impartida por televisión para la condena de la jueza Afiuni, que hoy ya muerto hace metástasis para que se condene al abogado defensor de la juez por obstrucción a la justicia.
Es el régimen el que practica la obstrucción a la justicia al ejercerla desde el Poder Ejecutivo con la cooperación de unos jueces que quizá no son venales todos, pero sí miedosos. Sin embargo, el usurpador no ha captado que una cosa es el miedo que podía provocar Chávez con sus desplantes y gritos a pesar de que siempre reculó cuando las cosas se pusieron feas; y otra muy distinta él, cuyo mérito principal es haber sido visto por los hermanos Castro como el pupilo de Chávez, por lo que como todo pupilo está sujeto al régimen de tutela.
Lo que decida el TSJ en el caso del diputado Mardo ya está teñido por la inmadurez de la boca del bocón usurpador. Pero la comedia iniciada por el diputado Carreño no ha llegado a su fin. El último capítulo debe ser necesariamente el relativo al allanamiento de la inmunidad del parlamentario cuando "Dios dado mediante" se niegue el derecho de palabra a los diputados que cuestionan la legitimidad del usurpador.
No comments:
Post a Comment