Por Amado Fuguet V.-
Rafael Ramírez, en su antiguo rol como presidente de PDVSA, justificaba la venta de Citgo. Sacaba a relucir que se podía exportar sin necesidad de tener refinerías en el exterior. Agregaba que, además, fue un error de PDVSA en los ochenta la internacionalización, ya que se había invertido en activos en el exterior.
Había
comentado, poco antes de salir de PDVSA que incluso, se podía vender
por partes. Se habría presentado ofertas directas en este sentido, no
por parte de bancos de inversión, sino por firmas petroleras.
Pero
mientras se deshojaba la margarita, vino el sacudón. En la propia PDVSA
y en las oficinas de sus socios en la Faja del Orinoco, se preguntaban
qué harían con la futura producción de pesados que están tratando de
impulsar, si al vender Citgo no tendrían puerto seguro.
Ya
fuera de la industria petrolera, la posición de Ramírez fue perdiendo
fuerza. Y Maduro escogió esta semana su visita al Bronx para anunciar
que PDVSA se quedaría con la empresa, y que eso garantizaría calefacción
para los pobres en Estados Unidos.
Más ventajas a mediano plazo quedarse
El
sistema CITGO está conformado por tres refinerías. La más importante es
la de Lake Charles, en Louisiana, que procesa 425.000 barriles por día
(bpd). Las otras dos son la de Lemont, de Illinois, al norte de los
Estados Unidos (167.000 bpd) –cuya fuente son principalmente crudos
canadienses- y la de Corpus Christi, en Texas (157.000 bpd). En total
refinan diariamente 750.000 barriles diarios.
Según PDVSA, procesan aproximadamente 280.000 BPD de crudos venezolanos. Las de Lousiana y Corpus Christison las más estratégicas para PDVSA, especialmente porque son las de más fácil acceso desde el Caribe.
Como
dice el ex-directivo de PDVSA Arnold Vockenberg, la misión de Citgo es
asegurar mercado. Sigue siendo la gran razón por la cual es preferible
mantenerla. En caso de que la producción de la Faja del Orinoco
efectivamente crezca, Citgo permitiría colocar este crudo pesado.
En
la hipótesis de que la producción llegara a 350 mil o 400 mil barriles
por día, esto significaría más de 10 mil millones de dólares cada año,
cifra que sería en un solo periodo de 12 meses, superior al neto que se
obtendría por la negociación de Citgo.
Construir
en Venezuela un complejo refinador del tamaño de Citgo costaría cuatro
cinco veces más de lo que se recibiría por su venta, y no incluiría el
mercado cautivo que esa empresa tiene dentro de Estados Unidos, donde
tiene una poderosa red de distribución. Según Volckenborg y otros
expertos, son escasas las refinerías en el mundo para procesar pesados.
Colocar en Europa sería difícil. China, el mercado que PDVSA ha ido
tratando de penetrar, no cuenta con plantas para estos crudos pesados.
Una estrategia clave
Ramón
Espinasa, quien dirigió los estudios económicos de PDVSA durante años y
actualmente es profesor en Georgetown University, sostiene que la
petrolera venezolana fue exitosa en los ochenta y noventa ya que
desarrolló tres estrategias claves que le permitieron crecer hasta el
año 2000, aún en épocas donde el precio del petróleo estaba muy lejos de
los que existen hoy: la creación y acumulación de conocimiento, la
internacionalización y la expansión del potencial de producción.
“Previendo
la creciente producción de crudos pesados y ácidos (de peor calidad y
difícil disposición), la dirección de PDVSA inició un proceso de compra
de capacidad de refinación en el exterior, para irla adaptando para
tomar y procesar cantidades crecientes de crudos venezolanos y así no
tener que venderlos a descuento. El proceso de integración vertical
internacional de la industria petrolera nacional se tradujo en
cuantiosas ganancias para el país”, dice Espinasa.
El
economista ha insistido en que el legado más emblemático de esta
estrategia de internacionalización es el sistema Citgo. “La importancia y
conveniencia de esta estrategia queda de relieve en la medida que
después de anunciarse muchas veces la posible venta de esta empresa,
sigue ahí”.
Si
bien existen los riesgos de posibles embargos, en la decisión de Maduro
pesó más la pérdida del mercado estadounidense, que el mejor pagador.
Como dice el refrán, vender Citgo significaría pan (y no mucho) para
hoy, y hambre para mañana.
EEUU: cliente y competidor
Esta
decisión se produce en momentos cuando han caído los precios del barril
venezolano a menos de 90 dólares, aún en medio de los conflictos en el
Medio Oriente. Razones hay varias. Pero una de ellas es el fenómeno de
petróleos livianos que a rápidos pasos ha venido produciendo Estados
Unidos.
Este
miércoles lo dijo a la prensa Adam Sieminski, de la Agencia de
Información de Energía norteamericana: si no fuera por la creciente
producción en Dakota del Norte y Texas, el precio del petróleo estaría
en 150 dólares.
Tradicionalmente, la producción petrolera de
EEUU estuvo basada en los crudos como Texas, FO Gulf, Alaska y
California, que sumaban en 2010 unos 4 millones de barriles diarios en
2010 y habían bajado este año a 3,8 millones.
Pero
los crudos emergentes como el Permian y el Bakken, que en en 2010
apenas sumaban 1,5 millones, ya este año superan los 4 millones de
barriles diarios, es decir, mucho más que la cesta tradicional
norteamericana.
La
firma de inversiones energéticas Tudor Pickering Holt &Co dice que
“hay que ajustarse los cinturones por la velocidad de crecimiento de
estos crudos nuevos de los pozos estadounidenses, a razón de 800 mil
barriles diarios por año, lo que llevaría su producción a 8 millones de
barriles diarios para el año 2020”.
Como
se prevé que los tradicionales se mantendrían en su nivel actual
cercano a los 4 millones de barriles diarios, el total de la producción
norteamericana, que hoy está en 8 millones de barriles diarios, pasaría
en seis años a nada menos que 12 millones de barriles por día.
El
asunto es que la misma firma advierte que este ritmo representa un reto
para desarrollar nuevas refinerías o ampliar las actuales para
procesar estos petróleos.
Las
refinerías de Citgo no se adaptan a estos crudos emergentes, ya que su
patrón está concebido para pesados, donde juegan los petróleos de
Venezuela, México y Canadá. Y ello mantiene el valor estratégico de este
complejo para PDVSA, que ahora tiene al mercado de Estados Unidos como
cliente y como competidor productor.
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