Fernando Mires
Es ya lugar común referirse a la
“decadencia” de los EE UU. Mi afirmación será contraria: Obama ha
fortalecido la imagen de su nación elevándola a posiciones de poder que
no había logrado ocupar desde el comienzo del periodo post- Guerra-
Fría.
Para sustentar dicha, tal vez para
muchos, arriesgada tesis, será necesario destacar que la mayoría de los
críticos de Obama no ha sabido distinguir entre dos conceptos
elementales de la política: me refiero a los de dominación y hegemonía.
La diferencia es importante. La dominación se basa en la fuerza
militar. La hegemonía, en el liderazgo. O dicho a través de una
comparación: Durante Bush, EE UU ejerció dominación, pero ningún
liderazgo. Durante Obama, EE UU ejerce mayor liderazgo, renunciando a
determinadas formas de dominación. Ese punto lo dejó muy claro Obama en
su discurso del 11.09.2014.
Cuando el gobierno de Obama sea
analizado sin las pasiones y confusiones de nuestros días, será
inevitable referirse a los tres grandes éxitos de su política
internacional. Ellos son:
1. Restauración política y militar de la Alianza Atlántica
2. Demarcación de los límites geográficos y militares del imperio ruso.
3. Notable aumento de influencia en el espacio islámico.
2. Demarcación de los límites geográficos y militares del imperio ruso.
3. Notable aumento de influencia en el espacio islámico.
De más está decir que ninguno de los
puntos mencionados puede ser analizado con prescindencia de los otros.
La restauración de la Alianza Atlántica, por ejemplo, no es un “hecho en
sí”. Ocurrió frente a las extralimitaciones de Putin (invasión de
Crimea y agresión a Ucrania) y del aparecimiento de una amenaza
internacional como el EI (o ISIS) en Irak y Siria.
En ese sentido los gobiernos europeos no
se diferencian de los no europeos. Solo están dispuestos a actuar
unidos bajo la condición de que exista un enemigo común. Pero no un
enemigo hipotético o preventivo, sino un enemigo visible y actuante. Así
ha ocurrido con las dos coaliciones internacionales formadas
recientemente entre Europa y los EE UU. Ni las agresiones de Putin ni
las salvajadas de EI son inventos intelectuales.
Al suelo caen las necedades de algunos
críticos cuando se refieren a una Europa decadente (versión nueva de la
vieja tesis proto-fascista de Oswald Spengler respecto a la “decadencia
de Occidente”). Europa, lo está demostrando, está dispuesta a actuar en
el concierto de las naciones, si es que las condiciones así lo
requieren.
Por supuesto, la coalición atlántica no
podrá mantenerse en el tiempo sin diferencias e incluso deserciones.
Algunos gobiernos tienen demasiados compromisos con Rusia y el cercano
oriente es para ellos todavía lejano. De modo inverso, Polonia, la
República Checa y los países bálticos, exigen una mayor decisión de la
OTAN frente a Rusia. Lo importante, en cualquier caso, es que el eje
formado por Gran Bretaña, Francia y Alemania ya está formado.
¡Qué lejos se ven los tiempos cuando
Bush invadía naciones sin más apoyo que Inglaterra! Pocas veces, como
sucedió bajo Bush, EE UU estuvo tan aislado del mundo. Hoy, en cambio,
Obama emerge como líder de un bloque que concita el apoyo de diversos
gobiernos.
Por cierto, una demostración global de
fuerzas trae consigo riesgos. Si Rusia es –como subrayó Obama- solo una
potencia regional, es también una potencia nuclear. Pero sin una
demostración de fuerzas, Putin será aún más peligroso.
Ya llegará el momento de hacer
concesiones a Putin. Pero serán muchas menos si hoy se actúa con una
fuerte demostración de poder. Esas concesiones tendrán por cierto
límites. Uno de esos límites es Ucrania. Pero Ucrania no es una pelota
de pimpón sino una nación soberana. Un acercamiento de Ucrania a Rusia,
si es que ocurre, solo puede ser decisión del gobierno ucraniano. Los
tiempos en que Stalin, Roosevelt y Churchill se sentaban para
repartirse el mundo, ya quedaron atrás. Ese es un grave problema para
Rusia.
La mayoría de la población de los países
satélites de Rusia quiere acercarse a Occidente. Pero hasta ahora no se
ha sabido de alguna nación occidental cuyos habitantes sientan
atracción por Rusia. Esa es la gran diferencia entre Rusia y la URSS.
Rusia es una potencia geográfica sin proyecto histórico.
De la misma manera, los riesgos de que
en 2014 se repita algo parecido a 1914, como suponen los supersticiosos,
son menos que mínimos. Rusia ya no está en condiciones de ser miembro
de una coalición junto a países occidentales como en 1914. Con
excepción de gobiernos títeres como el de Bielorrusia y la retórica
vacía de un par de gobernantes latinoamericanos, Rusia no tiene a nadie
en el mundo.
Problemática pero aún más eficaz ha sido
la coalición lograda por Obama frente al peligro de un califato en Irak
y Siria. Problemática, porque precisamente en el Oriente Medio, Putin
había logrado formar un eje junto a la Siria de Al- Asad y el Irán de
Ahmadineyah.
Cuando las naciones europeas se negaron a
apoyar a los EE UU y delegaron a Putin el control sobre las armas
químicas sirias, Obama pareció perder puntos. Y bien, precisamente ahí
demostró sus condiciones de estadista. En lugar de lidiar con Rusia se
acercó a Irán. Fue una jugada maestra. Tuvo así lugar un verdadero
trueque. El presidente Rouhaní, interesado en un mayor desarrollo
económico, aceptó posponer planes nucleares a cambio de apoyo
tecnológico en otras áreas de la producción. El resultado está a la
vista: en la coalición anti-yihadista, Obama cuenta con el apoyo de
Irán. Si eso es debilidad ……..
Más todavía, aún pese a los bombardeos
de Israel en el Gaza, nunca en toda su historia, ni siquiera durante la
Guerra Fría, EE UU ha tenido tantos aliados en el Oriente Medio. Todas
las potencias regionales –Turquía, Egipto, Arabia Saudita e Irán- han
pasado, objetivamente, sea de modo tácito o explícito, a formar parte de
la gran coalición antiyihadista junto a Irak.
Curiosa paradoja es que las más acerbas
críticas a Obama vienen de América Latina. Por un lado, de los restos de
la izquierda viuda (de la URSS). Por otro, de comentaristas situados a
la derecha del Tee Party norteamericano. Pero ¿a quién le importa hoy
América Latina?
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