Saturday, September 27, 2014

Volver al diálogo

En: http://www.eluniversal.com/opinion/140927/volver-al-dialogo

MIGUEL SANMARTÍN |  EL UNIVERSAL
sábado 27 de septiembre de 2014  12:00 AM

El momento lo requiere, camarita. Las circunstancias lo demandan. Diríase que (debatir un acuerdo nacional anticrisis) es inaplazable. La situación política, institucional, económica y social del país está mal y continuará empeorando si no se produce una rectificación (¿consensuada?) de rumbo en el corto plazo.

El malestar es general. Creciente. Se instaló en todos los estratos, sectores y actividades de la sociedad. Se manifiesta de múltiples  formas y en distintos grados. Las empresas, factorías, comercios, talleres, oficios artesanales y hasta las ocupaciones profesionales particulares cesan temporal o definitivamente por las dificultades que les aquejan derivadas del (anacrónico-fracasado) modelo (cubano) socialista. Empresarios y también los trabajadores (privados, públicos e informales) formulan advertencias, denuncias, reclamos, exigencias o llegan a la protesta pública porque la crisis y el deterioro general están afectando sus actividades productivas regulares con las consecuencias que ello implica.

A la preocupación preexistente por la inflación, la falta de materia prima, insumos, repuestos y maquinaria, los apagones, el ausentismo laboral, la falta de divisas, los controles, la inseguridad personal y jurídica y el desabastecimiento general de productos y bienes se suma ahora la incertidumbre por la caía de los inventarios de alimentos (según reporta la Agroindustria) debido a la insuficiente producción nacional. El déficit impone la necesidad de importar varios rubros para completar la demanda de la población. Si este desmoronamiento no se revierte oportuna y debidamente, Cuba parecerá una glamorosa postal turística comparada con el aspecto que ofrecerá Venezuela en el futuro próximo.
 
La vez pasada era previsible la ruptura del diálogo. Era evidente que no llegaría a nada debido a la tensión, prejuicios, desconfianza e inflexibilidad de las partes. Por otro lado fue manejado inadecuadamente el acercamiento. Más que una negociación pareció un torneo de descalificaciones, imputaciones y recriminaciones. Al final se perdió la oportunidad e iniciativa y quedó una profunda sensación de derrota y frustración

La vez pasada el diálogo lo propuso el Gobierno porque necesitaba aplicar una mano de barniz democrático a su imagen, desacreditada nacional e internacionalmente después de la desproporcionada actuación de los organismos policiales y militares reprimiendo las protestas ciudadanas (febrero-marzo) que dejaron 42 muertos, decenas de heridos y centenares de estudiantes detenidos. Entonces la oposición (cogida del brazo por el Nuncio Apostólico y la comisión mediadora de cancilleres de Unasur) planteó como condiciones para sentarse a la mesa la libertad de todos los presos políticos, amnistía para los exiliados,  la renovación consensuada de los poderes públicos (TSJ y CNE) y el cambio del modelo económico que estaba (está) arruinando al país a paso de vencedores.  

Ahora es distinto. El diálogo lo plantea la oposición (fortalecida después de superar las desavenencias de la MUD) alarmada por el deterioro de la situación y el creciente malestar de la gente. La oposición quiere debatir. Aportar. Incluso manifestó su disposición de respaldar medidas de ajuste necesarias. El Gobierno necesita ese acercamiento y más aún el apoyo (para las reformas) que pueda darle el país que no comparte su visión revolucionaria. La situación apremia. Aunque algunos factores oficialistas se muestren desdeñosos y renuentes a conversar, el acuerdo para un cambio indispensable en el rumbo de la economía merece el esfuerzo. Transigir es indispensable. El colapso está próximo. Y más cerca la reacción indignada del soberano.

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