Asdrubal Oliveros
Venezuela culmina el año 2014 con un
desempeño macroeconómico mediocre, amén del deterioro institucional.
Estimamos que la economía decrezca este año 4,0%, la inflación del Banco
Central de Venezuela (BCV) en 72,8% (con una inflación subyacente de
83,8%), un déficit fiscal del sector público récord de 19,6 puntos del
Producto Interno Bruto (PIB) y un diferencial cambiario exacerbado sin
ninguna lógica económica. Por el lado del sector privado, persiste la
escasez de divisas, que afecta la operatividad de las empresas, además
de la fuga de talentos y mayores regulaciones. El ciudadano común
enfrenta una caída de poder adquisitivo de 8,9% este año, elevando la
proporción de los empleos precarios.
Frente a este cuadro de crisis, la
perspectiva en 2015 no luce halagadora. En medio de los múltiples
desequilibrios de la economía venezolana hay que agregar la caída en el
precio petrolero. En lo que va de año, la cesta petrolera venezolana
(CPV) promedia US$90,3/bl, que representa 10,7% menos que lo que
cotizaba un año atrás. En 2015 los escenarios de caída en los ingresos
se mueven en un rango de US$9.200 millones y US$24.000 millones,
exacerbando la crisis, a pesar de ser un año electoral.
Las expectativas están puestas en las
medidas que tendrá que tomar el Ejecutivo. Es claro que ante una caída
de ingresos tan significativa, el Gobierno pondrá en marcha algún tipo
de ajuste. El impacto del mismo sobre las diferentes variables clave
dependerá de la calidad, alcance, diseño y tiempo de implementación. En
cualquier caso, el desempeño macroeconómico del próximo año estará
marcado por el choque adverso en los precios petroleros, con una
perspectiva negativa: hemos ajustado el crecimiento económico desde
-2,9% hasta -4,6%, la tasa de inflación en un rango que se mueve entre
110,0% y 120,0%, la devaluación del tipo de cambio ponderado oficial
entre 38,0% y 66,0%.
Un cambio clave que está aflorando en la
Venezuela actual, que es un factor clave frente a 2015, es que la
economía venezolana comienza a enfrentar problemas estructurales más
profundos, donde ya el gasto público no tiene el impulso necesario para
revitalizarla, dada la aceleración inflacionaria que venimos sufriendo
desde el último trimestre de 2012.
Los retos para el gobierno de Maduro no
son menores. El chavismo se acostumbró a vivir con altos precios
petroleros, a esconder desequilibrios y postergar ajustes. Somos de la
opinión de que ese período de gracia y benevolencia se termina. El reto
está en cómo redimensionar el Estado que hoy necesita para vivir de un
barril petrolero de US$122,0/bl a manejarse con un precio petrolero a la
mitad de ese valor, con los costos políticos que esto implica. Atacar
el desequilibrio fiscal venezolano es clave para poder resolver otros
desequilibrios no menos importantes: el monetario y el cambiario, por
ejemplo.
También para Maduro y su gobierno será
determinante precisar hasta dónde están dispuestos a realizar el viraje
del modelo aplicado hasta ahora y que ha resultado en un fracaso o,
dicho de otro modo, un modelo que resulta inviable en época de bajos
precios petroleros. El tema va más allá de ganar la elección
parlamentaria de 2015, pues implica la viabilidad del chavismo como
opción de poder en el mediano y largo plazo.
¿Qué novedades nos pueden venir? Por un
lado, están los impactos de los graves problemas microeconómicos y
regulatorios en el sector privado, además de la crisis de los servicios y
la infraestructura, y la manera como el Ejecutivo va a enfrentarlos. A
esto debe unirse el manejo cambiario. ¿Seguirá el Gobierno con un
régimen de tipos de cambio múltiples? ¿Cuáles serán los impactos de la
recién reformada Ley de Ilícitos Cambiarios?
Las interrogantes son muchas más: ¿Podrá
Pdvsa lidiar con sus elevados costos en bolívares sin que se ajuste el
tipo de cambio oficial como es debido? ¿Se creará un mecanismo
alternativo que le permita solventar esta situación? ¿Seguirá estancada
la producción de crudo y cuál será el manejo de los subsidios
energéticos, tanto el interno como el externo?
Estas son interrogantes que intentaremos
responder en este reporte. Por supuesto, que las dudas van más allá:
los temas ya recurrentes como, por ejemplo, la inflación. Es una
constante lo difícil que resulta para el Gobierno reducirla. La otra
constante, asociada a esta, es la caída del poder adquisitivo, en un
contexto agravado por la desaceleración de la actividad económica. Y la
última, para completar esta especie de “Santísima Trinidad” de la
economía venezolana, es el tema de las divisas.
Al cierre de 2015 hemos ajustado
nuestras proyecciones. En materia de precios petroleros, dado el
contexto internacional, hemos reducido nuestras proyecciones. En
promedio, la proyección 2014-2018 bajó 17,5%. Por tópicos tenemos que:
− Producto interno
bruto: Aumentamos nuestra caída de la actividad económica para 2015
desde -2,9% hasta -4,6%. Adicionalmente, estimamos un crecimiento
ligeramente mayor en 2016, producto principalmente de una política
agresiva de ajustes.
− Inflación y tipo
de cambio: En este apartado aumentamos nuestros estimados de inflación
para 2015 y 2016; ahora se ubican en 109,8% y 62,1%, respectivamente.
Respecto al tipo de cambio, mantenemos nuestra tesis de que el Ejecutivo
devaluará en el primer bimestre del próximo año, aunque incrementamos
el porcentaje del ajuste
− Tasas de interés y
liquidez: Mantenemos invariable nuestra premisa de tasas de interés
reales negativas para los próximos años. Sin embargo, en esta
oportunidad ajustamos nuestras proyecciones para el crecimiento de la
liquidez.
− Gestión fiscal: En
materia fiscal ajustamos nuestras previsiones de gasto del sector
público, por lo que redujimos ligeramente nuestra previsión del déficit
fiscal para 2014 y 2015. Un punto importante acá es que la política de
endeudamiento tan agresiva que ha llevado a cabo el Ejecutivo tiene
impactos en materia del servicio de la deuda, el cual se eleva, en
promedio, en 2,9 puntos del PIB por año.
− Balanza de pagos:
Deterioro en la cuenta corriente, producto del desempeño de las
exportaciones petroleras. Estimamos a la baja el déficit en la cuenta
capital en los próximos años.
Sin ánimo de ser fatalistas, 2015 será
uno de los años más críticos para Venezuela de su historia reciente, no
solo por las implicaciones de la crisis económica, sino también por la
dinámica social, empresarial y política. En el caso específico del
sector privado, los retos están en mantenerse a flote en un contexto de
recesión, restricción de divisas y aceleración de inflación. El sector
privado debe estar desde ya en fase de alerta y visualizar el próximo
año como un período para resistir.
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