Carlos Julio Peñaloza
Algunos dicen que la historia no se repite, pero en Venezuela hemos visto que sí lo hace. Después de la separación de la Gran Colombia y de la muerte de El Libertador, el país se escindió en dos grupos irreconciliables: los que dijeron ser seguidores de Bolívar, quienes se llamaron liberales o federalistas, y los partidarios del general José Antonio Páez, catalogados de conservadores o “godos”.
En sus inicios Venezuela fue controlada por los paecistas (conservadores), pero en 1847 fue electo el liberal general José Tadeo Monagas. El 23 de enero de 1848 con las dos cámaras del Congreso en su contra el Congreso acordó declarar el enjuiciamiento y destitución de presidente. Ante la amenaza de cerrar el parlamento, los diputados votaron, 32 conservadores (72%) contra 12 liberales (28%), acordando trasladarse a Puerto Cabello para el juicio de destituir al Primer Mandatario. Una medida similar sería adoptada por el Senado.
La noche del 23 de enero de 1848 se apostó frente al parlamento una guardia de jóvenes estudiantes comandada por el coronel Guillermo Smith. Este era un militar conservador y su misión era velar por la seguridad de los miembros del Congreso. En ese momento el Ejército estaba comandado por el general Santiago Mariño, enemigo jurado de Páez.
Mariño fue un jefe patriota en la guerra de independencia, miembro activo del partido liberal. Comandó con Pedro Carujo el primer golpe de Estado en Venezuela, contra José María Vargas, en 1835. Carujo es el mismo que antes había intentado matar a Bolívar en un golpe que frustró Páez, quien, contra lo que suele decirse, fue un verdadero bolivariano.
Esa noche del 23 de enero de 1848 no hubo incidentes, pero al día siguiente, las turbas movidas por Monagas, atacaron el Congreso donde los parlamentarios recibían al ministro del Interior, asesinando a cuatro diputados. El Congreso se negó a seguir sesionando bajo amenaza.
Monagas envió mensajeros a exhortar a los parlamentarios que se reunieran, modo de darle legalidad a su propia presidencia. Famosa es la respuesta del conservador Fermín Toro: “Decidle a Monagas que mi cadáver podrán llevarlo, pero que Fermín Toro no se prostituye.”
A partir de ese día el general Monagas se convirtió en dictador dando comienzo al periodo conocido como “El monagato”. Curiosamente, Monagas era nativo del caserío Amana, estado Monagas, cercano a El Furrial, cuna de Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional. Agreguemos que, terminado su mandato en 1851, José Tadeo Monagas manipuló las elecciones para que su hermano lo reemplazara hasta 1858.
La pugna entre liberales y conservadores fue escalando hasta que en 1859 estalla la guerra civil conocida como Guerra Federal, que duró hasta 1863. En esa guerra fratricida murieron más de 175 mil venezolanos, casi el 20 % de la población. El país, calcinado por esa catástrofe, quedó en la ruina hasta que en la segunda década del siglo XX empezó a recuperarse gracias al ingreso petrolero.
Hoy Venezuela encara de nuevo un cataclismo ante la caída del precio del crudo y el desgobierno de Maduro, individuo de quien hasta se discute que sea venezolano por nacimiento. 167 años después del aciago “fusilamiento del Congreso”, todo indica que estamos en vísperas de repetir la historia ahora entre demócratas y castro comunistas.
El nuevo Monagas ha convocado a los colectivos -versión actual de las turbas que asaltaron el Congreso en 1848- y dio instrucciones de impedir la instalación de la AN elegida por los venezolanos. También ordenó impugnar resultados electorales pese a haber firmado el acta de aceptación. Maduro tiene al 67% del país declarado en su contra.
El porcentaje de sus adversarios ha de ser mayor, porque a un gobierno que maneja todo recurso muchos ciudadanos no se atreven a votarle en contra. Pero es evidente que los venezolanos estamos hartos de un régimen que nos atropella y nos arruina. Todo hace pensar que éste 5E la mayoría nacional saldrá a defender nuestros diputados. Demostraremos que en Venezuela hay militares y civiles dignos herederos de Fermín Toro, que a las FANB les queda un hálito de dignidad y patriotismo. Para evitar iniciar una segunda guerra civil, esta vez dirigida desde Cuba, solo falta que el régimen tenga un ápice de cordura y que la organización castrense cumpla con honor e hidalguía su deber constitucional. El 5E los venezolanos marcharemos unidos y en paz por nuestros hijos y el futuro de la Patria. Iremos hacia la AN, desarmados, con el corazón en la mano y la frente en alto. Venezuela está en peligro y nos necesita!
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