En sus trabajos humorísticos, a usted le gusta indagar en la identidad nacional. Más allá de la explicación política ¿ha encontrado las claves del éxito del Presidente?
Pondría, en primer lugar, que Chávez logra una identidad con la gente y lo hace al conectarse con las necesidades de la gente. A lo mejor no resuelve satisfactoriamente, pero que la ciudadanía termina sintiendo que se preocupa por sus problemas. Y eso es algo que muchos, quizás, tenían tiempo que no sentían. Una de las preguntas que me hago es cómo una persona que es tan mala resolviéndole los problemas a la gente, logra todavía que le sigan creyendo y teniendo fe.
Por otro lado, Chávez tiene una habilidad comunicacional espectacular, eso hay que reconocerlo. Logra comunicarse en el propio lenguaje de la población y creo que esa personalidad es auténtica, que no es una pose, por más que después lo pueda explotar.
Eso también habla de cierta candidez de los venezolanos
Sí, hay una candidez y eso tiene que ver con no saber en definitiva para qué le sirven los gobiernos a uno y con la creencia de que los gobiernos están por encima de uno, que no están al servicio de uno sino que uno está a su servicio, y que uno logra que los gobiernos funcionen no como ciudadano, sino como súbdito. Nosotros no tenemos todavía la condición de ciudadanos sino la condición de súbditos, por eso es que nos acercamos al poder adulando el poder.
Los ciudadanos no adulan al poder, exigen sus derechos. Nosotros pensamos que el poder político es algo que está por encima de nosotros y a lo cual le debemos obediencia, incondicionalidad. La adulancia es un componente de la vida política venezolana porque no hay institucionalidad y cuando no hay instituciones, uno adula para conseguir lo que necesita.
¿Se refuerza la condición de súbditos con el lenguaje monárquico de Chávez?
Cierto, es un lenguaje monárquico. Si ves como habla de la economía: me voy a traer los lingotes, tengo un dinero; es decir, es mío. Yo como soberano tengo el dinero, yo mando a callar, yo mando a cerrar, yo detengo. Chávez actúa como el soberano absoluto, como la monarquía absoluta, tiene muy claro ese concepto.
Se preguntaba en una de sus columnas por qué tanta gente abandona un país que, según Gallup, es el quinto más feliz del planeta ¿El venezolano miente o se conforma con tan poco?
Quisiera ver cómo se midió esa felicidad porque a mí me parece que ahí hay algo que no está bien. No entiendo por qué tanta gente tan feliz se va. Uno no ve a los suizos huyendo masivamente de Suiza. Cuando la gente emigra es porque el país está mal, eso es elemental. Yo me he preguntado mucho eso, si en verdad nosotros podemos ser felices como estamos.
Y sí noto que nosotros tenemos cierto conformismo. Un conformismo que tiene un cierto origen trágico y es que no hemos terminado de asumir nuestra nacionalidad y nuestro compromiso como país; seguimos viéndolo como nuestro negocio, más que como nuestra casa. No nos comprometemos demasiado con nuestro sentir colectivo, con nuestro proyecto de país. Todavía no hemos logrado tener un sentido de lo que somos y terminamos negociando el bienestar colectivo en función del bienestar personal.
El humor y la burla
Caracas pasó de "sucursal del cielo" a "sucursal del miedo". ¿Le conviene a esta "revolución", en la que se han cuadruplicado los crímenes, una población acorralada?
No lo sé porque cuando tú tienes que preocuparte tanto por estar vivo, empiezas a poner en segundo lugar otras preocupaciones como si la economía está marchando bien, si los servicios están funcionando adecuadamente. En los campos de concentración la gente estaba demasiado preocupada en sobrevivir para poder preocuparse de otras cosas. El problema era conseguir el plato de sopa del día y hacer la cola de manera tal que cuando el tipo batiera el cucharón le saliera algo de sustancia.
Yo no sería tan duro como para pensar que el tema de la inseguridad es algo planificado; no creo que nadie pueda odiar tanto a su propia gente como para propiciar una inseguridad como la que estamos viviendo. Ahora, una cosa es eso y otra las consecuencias reales que esa inseguridad produce, venga de donde venga y tenga los orígenes que tenga. Efectivamente, la inseguridad es lo que hace que la gente esté como adormecida frente a otras cosas también y cuando uno habla, por ejemplo, con la gente que se ha ido del país la principal motivación es que cada vez la vida vale menos entre nosotros.
Se dice que los venezolanos no nos tomamos nada en serio. ¿Es una forma de sobrevivir, una manera de resistir, incapacidad para la tragedia?
Creo que el hecho de que los venezolanos no nos tomemos las cosas en serio no tiene que ver mucho con el humor y con los chistes. Mucha gente piensa lo siguiente: como nosotros tenemos capacidad para llevar todo al humor y al chiste o a la burla, no nos tomamos las cosas en serio y como no nos las tomamos en serio, no estamos dispuestos a cambiarlas, nos la vacilamos. Yo creo que la motivación es otra: nosotros no nos tomamos las cosas en serio, no porque echemos broma con ello, sino porque no nos hemos terminado de tomar en serio como país.
No nos hemos puesto a pensar qué somos nosotros, de dónde venimos, hacia dónde vamos y qué queremos ser. Una persona logra grandeza espiritual y avanza en la vida en la medida en que tiene claro qué quiere ser y hacia dónde va. Si uno no sabe hacia dónde va como persona o como país, termina estancándose en el eterno presente. De ahí surgen cosas como esa famosa frase que se ha puesto en boga: "como vaya viniendo, vamos viendo", de Eudomar Santos; es no tener proyecto y no asumirse con seriedad, lo cual no tiene que ver con el humor porque las grandes cosas serias que se han dicho en Venezuela se han dicho con humor y la han dicho, probablemente, humoristas como Aquiles Nazoa y Zapata.
¿Y no puede ser también el humor una de las formas de la resignación?
No lo creo. El humor termina siendo siempre la expresión de un descontento que, a veces, no puede expresarse de otra manera. No es casual que en Venezuela en los tiempos en que mayor propensión tenemos a la tiranía es cuando más haya florecido el humor. Si uno analiza, por ejemplo, la época de Gómez, el florecimiento del humor fue extraordinario y hubo humoristas presos como Leoncio Martínez o Job Pim. Creo que el humor baja la guardia mientras más pluralidad y libertad hay.
El humor se siente menos convocado cuanto más libre es una sociedad. Sin embargo, cuanto más amenazada está la libertad, más fuerza va a tener el humor porque el humor tiene la capacidad de vencer las barreras y las censuras que una sociedad opresora coloca. El humor es el que más logra comunicar porque tiene otros códigos, otros lenguajes y se establece una complicidad. A lo mejor, uno no puede hablar del personaje que quiere hablar, pero le pone otro nombre, lo llama Esteban, y se establece una complicidad entre quien escribe y quien lee. Todo el mundo sabe que cuando estás hablando de esa persona la estás nombrado de otra manera, porque no puedes nombrarla por su nombre.
El humor es siempre un acto de inconformidad del ser humano frente a la situación que tiene. Aquiles Nazoa lo definía así: Es un ser humano que está inconforme frente a lo que vive, pero que no tiene otra manera de desmontar esa situación sino a través del humor, que es una forma de amar también. El humor es amor, por eso el libro fundamental de Aquiles Nazoa se llama Humor y Amor porque vienen siendo dos nombres de lo mismo. El humorista es un ser que tiene que amar el mundo en el que vive. Por ejemplo, yo noto entre mis compañeros humoristas, a veces, mucho más angustia que entre gente "seria" porque uno se nutre de esa angustia.
A propósito de Esteban, él presume de divertido. ¿Cree usted que tiene sentido del humor?
Hay una diferencia fundamental entre el humor y la burla: son dos cosas distintas. La burla es una agresión disfrazada de humor. Esteban usa mucho más la burla que el humor, lo cual no significa que pueda tener cierta gracia para contar las cosas. La burla tiene un contenido agresivo, descalificador, pero además descalificador por el lado de lo anecdótico.
Yo pienso que el humor es un mecanismo de corrección social y que tiende a ocuparse de aquellas cosas que el aludido pueda corregir. Por ejemplo, uno puede criticar humorísticamente a una persona que es corrupta, porque uno cree que esa es una actitud que puede ser cambiada. Hacer un chiste de una persona por un defecto físico es una agresión, una burla disfrazada de humor, porque es algo que no se puede cambiar. Por eso, no creo que (Esteban) tiene sentido del humor.
La iguana saboteadora
¿Hay gente en el Gobierno y en la oposición que le parezcan involuntariamente cómicos?
Yo veo mucha tragedia, pero sí; efectivamente se producen situaciones de comicidad involuntaria. Por ejemplo, con el tema eléctrico ha habido muchas cosas que uno dice: esto tiene que ser una joda, no me pueden decir que una iguana pone en jaque a todo un país. Hay cosas verdaderamente asombrosas como destapar el sarcófago del Libertador. En un país donde mueren todas las semanas 60 ó 70 personas y no se investiga quién las mató, nosotros estamos investigando un crimen de 1830. Esto tiene que ser una joda, no puede ser en serio.
Cuando dicen que la información del Censo es para trazar políticas públicas, uno se pregunta: ¿Después de 12 años, trazar políticas públicas? Repatriar el oro, por ejemplo, ¿qué sentido tiene?, ¿dónde está el oro?, ¿dónde va a estar?, ¿quién lo va a traer?, ¿quién va a contar esos lingotes? Yo tengo la angustia de que eso se pierda en el camino y de que terminen llegando dos lingotes al Banco Central. Cosas de esas hay muchas y en la oposición también.
Quizá uno se ensaña menos con la oposición porque la ve más débil y produce lástima porque no tiene poder, pero el día que lo tenga, seguramente será patética igual. Yo siempre lo he dicho: en lo que tenga poder, el primero en declararse enemigo soy yo. Creo que las sociedades necesitan gobiernos, pero los gobiernos cometen muchos errores y, entre otras cosas, los humoristas tenemos como deber decir que el emperador está desnudo.
¿Cuál ha sido el momento político más cantinflérico de Venezuela en los últimos 13 años?
Hay tantos que uno está saturado. Las explicaciones de por qué no tenemos electricidad: primero, porque llueve mucho, después porque llueve poco, el saboteo. Las acusaciones de que todo lo que sucede es culpa de la oposición. Una de las cosas más insólitas es el acto fundacional de este gobierno, cuando el presidente dijo: "Juro sobre esta Constitución moribunda", algo absolutamente cantinflérico. Juro sobre esta Constitución a la cual desconozco en este mismo acto. Estaban todos los representantes de los Poderes Públicos y que nadie dijera: "este juramento no tiene validez" es también una cosa asombrosa.
¿Qué opina del cierre del semanario 6to Poder?
Ningún medio debe ser cerrado por las cosas que diga, independientemente de que sea una imbecilidad como en este caso. ¿Quién determina cuál es la opinión inteligente y cuál no? Cuando una persona se siente agredida tiene instituciones civiles a las cuales recurrir, pero que un Estado cierre un medio de comunicación me parece una agresión, algo que no es democrático.
Una de las cosas que tenemos que aprender es a entender que la expresión del pensamiento es un valor y que eso acarrea cosas que a veces no nos gustan. Cuando dicen cosas malas de uno, uno tiene que aguantársela y, sobre todo, el que está en el poder. Los gobiernos están expuestos al escrutinio y el escrutinio puede hacerse algunas veces de una manera más racional y acertada, y otras veces de manera más emotiva. Ni siquiera estoy de acuerdo con el cierre de un programa de VTV, lo que pasa es que la diferencia es que tienen por detrás el uso del poder para amedrentar.
Es la idea de generar miedo porque pueden hacerlo y porque pueden destruir. Muy distinto de un medio opositor que critica a un tipo que tiene mucho más poder y que lo puede cerrar. Pero por ejemplo: ¿quién puede cerrar La Hojilla? Nadie. Tienen todo el poder y además tienen el respaldo del Estado.
¿Qué presidente soportó mejor la crítica?
Carlos Soublette tiene una anécdota significativa. Cuando se escribió una obra titulada Excelentísimo señor, en la que se hacía sátira de él, Soublette citó al escritor Francisco Robreño a su despacho y le dijo que se la leyera. El tipo la leyó y Soublette, que se rió en algunos casos, y le dijo: "Veo efectivamente que usted se burla de mí, pero yo le voy a hacer honesto, esperaba mucho más", y agregó: "Vaya y monte su obra, que Venezuela no se ha perdido ni se perderá porque el pueblo se ría de su presidente sino cuando el presidente se ría de su pueblo".
Es una imagen aleccionadora de cómo debe comportarse un gobernante. Un gobernante tiene que tener piel dura frente a la crítica y soportarla porque él escogió ese camino y está bajo el escrutinio. Tiene que defenderse y argumentar, pero cerrar un medio de comunicación es una pésima idea para un gobernante porque denota su poco talante democrático.
Enfermedad y poder
Usted ha dicho que Chávez quiere tener el monopolio de la manipulación con su enfermedad, ¿manipula con su salud conscientemente? o ¿su narcisismo ha llegado a tal punto que ya no se da cuenta?
Creo que ya es un acto que sale natural y espontáneo de quien se sabe muy poderoso. Nace de manera natural, producto de saberse dueño de la situación y del país. Él está viviendo de una manera muy personal y muy íntima esto. El hecho de cambiar los lemas, que ahora no se diga muerte sino vida, todo depende de su estado de ánimo, de su salud, y eso lo que demuestra es nuestra orfandad institucional. En los países que tienen instituciones sólidas tratan de ser muy claros para evitar rumores. Aquí todo es un misterio, un secreto.
¿Es el tumor presidencial tan misterioso como la enfermedad de Lenin, que de 27 médicos 20 se negaron a firmar la autopsia oficial?
Así como uno mide los países por la cantidad de gente que se va o por la fuerza política que cobra el humor, una de las maneras de medir los modelos autoritarios es por el misterio que envuelve el poder. El poder autoritario siempre tiene un misterio, un secreto, nada puede ser divulgado, todo depende de una sola voluntad. En los países plurales si un presidente se enferma se habla claramente. Cuando se oculta es porque el poder no depende de la institucionalidad sino de otras razones.
Castro ha sido un maestro en eso, en ocultamiento, en el disimulo. En la Unión Soviética nadie se enteraba de la salud de los mandatarios y los sacaban casi que movidos con hilos porque esas sociedades muy personalistas dependen mucho del líder que conduce el asunto y, para mí, eso es un síntoma de atraso social. Yo deseo, de todo corazón, que el Presidente se reponga bien de su dolencia.. Mi sueño es que el Presidente sea derrotado donde tiene que ser derrotado, que es en las urnas electorales. Nosotros los venezolanos hemos confiado demasiado en la providencia y seguimos esperando que sea ella la que nos resuelva los problemas.
El Presidente confesó que en los dos momentos más críticos de su vida, los sucesos de 2002 y el diagnóstico de cáncer, lloró frente a un espejo. ¿No le parece curioso eso?
Sí, es raro llorar frente a un espejo. Frente a un espejo uno no debe llorar. Yo he llorado mucho en otras circunstancias, frente a otro ser humano o leyendo un poema, o viendo una película que me conmueve, pero llorar frente a un espejo es como un acto de mucho egocentrismo. Que uno diga: ¡qué cosa tan triste para la humanidad lo que me está sucediendo a mí! es un acto muy egocéntrico. Lo otra es que uno llore frente a un espejo por lástima o por vergüenza de uno mismo, que uno no resista la contemplación de su propia imagen. Y eso es muy doloroso y muy triste.
Resentimiento acumulado
Usted ha dicho que uno de los momentos históricos que más le gusta es el Pacto de Punto Fijo.
Lo seguiría sosteniendo. A veces me digo: qué raros somos los venezolanos; de las cosas de las que debemos avergonzarnos, a veces, no nos avergonzamos y de las cosas de las que deberíamos sentirnos orgullosos, no nos sentimos orgullosos. El pacto de Punto Fijo marcó un punto de inflexión, un acuerdo, para respetar los resultados electorales en un país donde todo se cambiaba a través de golpes militares y revueltas. Fue un gran avance, independientemente de que lo que vino después no nos satisfizo del todo. Eso fue lo que propició que en Venezuela comenzara a traspasarse el poder, colocándole una banda presidencial a otra persona y dándole un abrazo, no un golpe militar.
El pacto marcó un cambio en la historia venezolana y lo valoro como un acuerdo para la estabilidad política y para instaurar un sistema democrático lleno de imperfecciones, pero que fue modelo y punto de referencia para muchas transiciones, por ejemplo, la transición española. Fue un punto de partida interesante. Y es que las sociedades, en el fondo, se establecen sobre la base de acuerdos y compromisos. Creo que los venezolanos tenemos muchas cosas en común. En estos últimos años se nos ha pretendido dividir y no se ha logrado porque prevalece un acuerdo.
Hay muchas cosas en las que tácitamente estamos de acuerdo, inclusive sin necesidad de discutirlas. Uno quiere un hospital que funcione y no uno que esté en ruinas, uno quiere avenidas transitables y no avenidas por las que no se pueda transitar, uno quiere buenos colegios para los niños y no colegios deprimentes ni en mal estado. Hay un acuerdo tácito de un montón de cosas. Los venezolanos, por ejemplo, a diferencia de otras sociedades, no tenemos graves desacuerdos religiosos, raciales. A nosotros se nos ha intentado crear un desacuerdo que no ha terminado de calar en la sociedad venezolana porque es que la gente, en el fondo, no lo percibe de verdad. Tenemos cierto nivel de integración, de valores compartidos, de una historia común, de unas características culturales comunes que nos facilitan la vida a diferencia de otros países.
En términos de polarización, ¿estamos mejor que antes? En 2002, el clima de tensión era muy fuerte. Ahora es más soterrado, tal vez...
Creo que ahora es más soterrado, pero sí creo que hay mucho resentimiento acumulado todavía y que nuestro deber, el de todos de cualquier bando que uno sea, es luchar en contra de eso. Nosotros debemos creer que somos parte de una comunidad espiritual y que esa comunidad tiene intereses compartidos y que, independientemente de que uno pueda tener visiones diferentes, hay puntos en común sobre los cuales podemos establecer grandes acuerdos.
Me atrevo a pensar aún más que son mucho más los acuerdos que las diferencias, que se nos ha tratado de inducir y de meter en la cabeza que las diferencias son más y no es así. Hay más acuerdos, lo que pasa es que realmente no nos escuchamos y cuando uno no escucha al otro, no puede saber si uno está de acuerdo o no. La descalificación en Venezuela va más por el lado personal que por el lado argumental. Yo veo las críticas que hacen a mis artículos y, de verdad, de cien, una o dos pueden tener argumentos. El argumento logra hacer que yo me cuestione. Un insulto me reafirma. Si este tipo me está mentando la madre porque no tiene otra cosa que decirme, es porque le dolió y si le dolió es la verdad. Fíjate lo que puede suceder. Nosotros hemos caído mucho en el insulto y no en el intercambio de ideas porque no hay espacio para el debate.
El problema no es si tú eres escuálido o chavista, el problema es qué hace el paciente que va para un hospital; es cómo enciendo la luz de mi casa esta noche y cómo hago para que no se pudra la comida en la nevera. Cómo me traslado de Caracas a Valencia sin perecer en el camino; el problema de Venezuela es cómo llego esta noche a mi casa sin que me maten y yo creo que sobre esos problemas no tiene que ver ni el marxismo leninismo ni (el padre del liberalismo Friedrich) Hayek. Esos son problemas muy concretos de toda sociedad, independientemente de la orientación ideológica.
Yo digo que si el gobierno de Chávez quiere desmantelar el sistema de salud privado, tiene una manera sencilla, muy fácil, de hacerlo: hacer de los hospitales públicos hospitales de primera categoría. Con ese aval moral, voy a ir a un hospital y no a una clínica. ¿Quieres acabar con la educación privada? Haz colegios públicos de excelencia. Ésa es la manera, haciendo bien las cosas. Lo que pasa es que nosotros padecemos de un gobierno cuya finalidad no es gobernar sino permanecer en el poder y son dos cosas diferentes. Gobernar no es permanecer en el poder. Gobernar, en definitiva, es resolver los problemas a los ciudadanos y eso, este gobierno, lamentablemente, no lo sabe hacer. Por eso, hay que cambiarlo en diciembre del año que vi
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