FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL
domingo 4 de diciembre de 2011 12:00 AM
Venezuela se siente honrada por la presencia de ustedes: presidentes y primeros ministros de la América Latina y el Caribe. Nuestro pueblo considera como propias las ideas integracionistas. Está convencido que el camino para superar el subdesarrollo y la pobreza es la unidad de nuestros países. Cree que el ejemplo europeo es el camino que se debe tomar. Las dificultades que existían para lograr su unidad parecían insuperables. Los resentimientos producidos por dos guerras mundiales eran de tal magnitud que se hacían muy difíciles de olvidar. Lo lograron... Un factor fundamental fue la constancia y la claridad de objetivos. Nuestros países, al contrario, tienen todo a su favor, pero se debe entender que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños no debe nacer teniendo como objetivo enfrentar a Estados Unidos y destruir la OEA. Hacerlo comprometería su destino.
Esta organización tampoco puede servir como base de sustentación de ninguna hegemonía. La Unión Europea es también un buen ejemplo en este sentido: han logrado unir a 26 países de muy diferentes estados de desarrollo y capacidad económica. Claro está que existen dos elementos comunes: el régimen democrático y la sociedad de mercado. No importa la orientación ideológica. Logran convivir gobiernos de centro derecha y de centro izquierda sin mayores problemas. Eso sí, se respeta escrupulosamente la alternancia republicana al realizarse periódicamente elecciones transparentes y equitativas. Al mismo tiempo se consideran como inmutables ciertos principios: el imperio del estado de Derecho, la independencia de los poderes públicos y la protección de los derechos humanos. Una comunidad de naciones requiere para poder funcionar de instituciones jurídicas y de un conjunto de principios que deben ser cumplidos.
Aquí comienzan los problemas. En la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe existen varios países que no cumplen a cabalidad con los principios democráticos ni con los fundamentos de la sociedad de mercado. Me refiero a Cuba, Nicaragua y, con dolor, debo decir Venezuela. El caso de Cuba es el más grave: ni existe democracia ni sociedad de mercado. La muy tímida apertura económica que se ha observado en estos últimos años lo que busca es ganar tiempo para superar la delicada crisis política que enfrenta el castrismo. En relación con los principios democráticos, todos conocemos que en Cuba impera una dictadura que desconoce permanentemente los derechos políticos de su pueblo. En Nicaragua, la democracia se encuentra en gran riesgo: la reelección inconstitucional de Daniel Ortega compromete totalmente el estado de Derecho e indica la tendencia autoritaria de dicho régimen.
El caso de Venezuela es muy particular. Hay que conocerlo con detalle. El régimen chavista utiliza todos los medios posibles de propaganda para ocultar la realidad de lo que aquí ocurre. Es necesario hacer un esfuerzo para entenderlo. La permanente utilización de la consulta popular, como medio para legitimar sus acciones, crea una gran confusión en la opinión pública internacional. Es verdad, que en Venezuela hay elecciones, pero es tal el ventajismo que utiliza el régimen en cada oportunidad, que sin poder decir que existe un fraude electoral no se puede concluir que dicha consulta popular sea realmente legítima. Un buen ejemplo fueron las elecciones parlamentarias realizadas en el año 2010. Se modificaron de tal manera las leyes electorales que habiendo obtenido la oposición el 50,36 % de los votos contra 48,13 % del chavismo, éste obtuvo 98 diputados, mientras la oposición sólo logró 67 parlamentarios.
Los principios que deben regir un régimen democrático son violados flagrantemente por el chavismo. El Estado de Derecho es en Venezuela una irrealidad. Es tal el control que existe sobre todos los poderes públicos, que el poder Judicial demuestra en cualquiera de sus actos tal subordinación al poder Ejecutivo que difícilmente un ciudadano puede sentirse garantizado en sus derechos. La libertad de opinión se encuentra muy limitada. Es verdad que se puede escribir contra el régimen, pero se ha ido progresivamente controlando todo el espectro radioeléctrico. La mayoría de las televisoras y casi todas las radios han tenido que desarrollar un sistema de autocensura para evitar sanciones en su contra. Son ejemplos resaltantes de la represión en este campo, el cierre de Radio Caracas Televisión y de más de treinta emisoras de Radio. El acorralamiento de Globovisión ha llegado a extremos inaceptables.
Un aspecto que les debe causar particular preocupación es la permanente violación de la Constitución Nacional que ha venido haciendo el propio Hugo Chávez: su próxima candidatura presidencial es una muestra de esta realidad. Ella irrespeta el artículo 230 de la Constitución Nacional que limita a sólo dos veces la reelección presidencial. Podríamos seguir enumerando hasta el infinito los abusos de poder del régimen, pero existe un aspecto que hay que resaltar: en Venezuela se trata de establecer un régimen económico contrario a la libertad de mercado. El control del Estado es cada día mayor y las trabas a la iniciativa privada crecen permanentemente. Estas realidades deberían conducirlos a preguntarse si es posible construir realmente una Comunidad de Naciones, que tiene por objetivo lograr la unidad política y económica de nuestros países, con la presencia de esos gobiernos antidemocráticos y de tan marcada tendencia totalitaria.
Esta organización tampoco puede servir como base de sustentación de ninguna hegemonía. La Unión Europea es también un buen ejemplo en este sentido: han logrado unir a 26 países de muy diferentes estados de desarrollo y capacidad económica. Claro está que existen dos elementos comunes: el régimen democrático y la sociedad de mercado. No importa la orientación ideológica. Logran convivir gobiernos de centro derecha y de centro izquierda sin mayores problemas. Eso sí, se respeta escrupulosamente la alternancia republicana al realizarse periódicamente elecciones transparentes y equitativas. Al mismo tiempo se consideran como inmutables ciertos principios: el imperio del estado de Derecho, la independencia de los poderes públicos y la protección de los derechos humanos. Una comunidad de naciones requiere para poder funcionar de instituciones jurídicas y de un conjunto de principios que deben ser cumplidos.
Aquí comienzan los problemas. En la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe existen varios países que no cumplen a cabalidad con los principios democráticos ni con los fundamentos de la sociedad de mercado. Me refiero a Cuba, Nicaragua y, con dolor, debo decir Venezuela. El caso de Cuba es el más grave: ni existe democracia ni sociedad de mercado. La muy tímida apertura económica que se ha observado en estos últimos años lo que busca es ganar tiempo para superar la delicada crisis política que enfrenta el castrismo. En relación con los principios democráticos, todos conocemos que en Cuba impera una dictadura que desconoce permanentemente los derechos políticos de su pueblo. En Nicaragua, la democracia se encuentra en gran riesgo: la reelección inconstitucional de Daniel Ortega compromete totalmente el estado de Derecho e indica la tendencia autoritaria de dicho régimen.
El caso de Venezuela es muy particular. Hay que conocerlo con detalle. El régimen chavista utiliza todos los medios posibles de propaganda para ocultar la realidad de lo que aquí ocurre. Es necesario hacer un esfuerzo para entenderlo. La permanente utilización de la consulta popular, como medio para legitimar sus acciones, crea una gran confusión en la opinión pública internacional. Es verdad, que en Venezuela hay elecciones, pero es tal el ventajismo que utiliza el régimen en cada oportunidad, que sin poder decir que existe un fraude electoral no se puede concluir que dicha consulta popular sea realmente legítima. Un buen ejemplo fueron las elecciones parlamentarias realizadas en el año 2010. Se modificaron de tal manera las leyes electorales que habiendo obtenido la oposición el 50,36 % de los votos contra 48,13 % del chavismo, éste obtuvo 98 diputados, mientras la oposición sólo logró 67 parlamentarios.
Los principios que deben regir un régimen democrático son violados flagrantemente por el chavismo. El Estado de Derecho es en Venezuela una irrealidad. Es tal el control que existe sobre todos los poderes públicos, que el poder Judicial demuestra en cualquiera de sus actos tal subordinación al poder Ejecutivo que difícilmente un ciudadano puede sentirse garantizado en sus derechos. La libertad de opinión se encuentra muy limitada. Es verdad que se puede escribir contra el régimen, pero se ha ido progresivamente controlando todo el espectro radioeléctrico. La mayoría de las televisoras y casi todas las radios han tenido que desarrollar un sistema de autocensura para evitar sanciones en su contra. Son ejemplos resaltantes de la represión en este campo, el cierre de Radio Caracas Televisión y de más de treinta emisoras de Radio. El acorralamiento de Globovisión ha llegado a extremos inaceptables.
Un aspecto que les debe causar particular preocupación es la permanente violación de la Constitución Nacional que ha venido haciendo el propio Hugo Chávez: su próxima candidatura presidencial es una muestra de esta realidad. Ella irrespeta el artículo 230 de la Constitución Nacional que limita a sólo dos veces la reelección presidencial. Podríamos seguir enumerando hasta el infinito los abusos de poder del régimen, pero existe un aspecto que hay que resaltar: en Venezuela se trata de establecer un régimen económico contrario a la libertad de mercado. El control del Estado es cada día mayor y las trabas a la iniciativa privada crecen permanentemente. Estas realidades deberían conducirlos a preguntarse si es posible construir realmente una Comunidad de Naciones, que tiene por objetivo lograr la unidad política y económica de nuestros países, con la presencia de esos gobiernos antidemocráticos y de tan marcada tendencia totalitaria.
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