MARÍA TERESA ROMERO| EL UNIVERSAL
miércoles 3 de julio de 2013 12:00 AM
¿Cuántas veces en la historia mundial un día o varios días innumerables hombres y mujeres casi sin ponerse de acuerdo explotan colectivamente, hacen visible en forma violenta su acumulada indignación hacia las autoridades establecidas?
En Un día de cólera el escritor Arturo Pérez-Reverte registra con maestría la irrupción social en Madrid el 2 de mayo de 1808 que terminó, como casi siempre sucede, en tragedia por la manipulación de algunos grupos o partidos que se aprovechan, y en mayor represión hacia el pueblo protagonista. Muchas publicaciones y archivos recogen sucesos populares parecidos más cercanos en el tiempo; el Caracazo de 1989 en Venezuela, la Primavera Árabe que desde 2010 hasta hoy se suceden en varios países del Medio Oriente y el Norte de África; y los actuales en Chile y Brasil.
El momento, las causas y manifestaciones de las cóleras ciudadanas difieren según la situación interna y la idiosincrasia de los pueblos; pueblos tanto de la clase baja como media, no hay distinción en el mundo más comunicado y tecnológico de hoy, pueblos más conscientes de su fuerza y sus demandas, que se sienten frustrados y traicionados por sus gobernantes, sean de derecha, centro o izquierda, da igual. Es el caso de Brasil, uno de los países que más ha luchado contra la pobreza.
En Venezuela desde hace años están todas las condiciones dadas para una buena cólera social. Muchos se deshacen la cabeza pensando porqué aún no se ha producido. Por muchísimo menos se dio el Caracazo. ¿Será porque quienes le dieron fuelle desde hace 14 años están en el gobierno?, ¿o porque la dirigencia opositora ha encauzado a las masas por la ruta democrática, pacífica y electoral?, ¿o porque nos inocularon el gen conformista los 40 años de práctica democrática y los 15 años de amenazas y abusos militares?
Nadie sabe ni sabrá. Los colectivos estallan cuando coinciden millares de pequeños hartazgos individuales. La exteriorización de la ira popular no tiene horario ni fecha en el calendario
En Un día de cólera el escritor Arturo Pérez-Reverte registra con maestría la irrupción social en Madrid el 2 de mayo de 1808 que terminó, como casi siempre sucede, en tragedia por la manipulación de algunos grupos o partidos que se aprovechan, y en mayor represión hacia el pueblo protagonista. Muchas publicaciones y archivos recogen sucesos populares parecidos más cercanos en el tiempo; el Caracazo de 1989 en Venezuela, la Primavera Árabe que desde 2010 hasta hoy se suceden en varios países del Medio Oriente y el Norte de África; y los actuales en Chile y Brasil.
El momento, las causas y manifestaciones de las cóleras ciudadanas difieren según la situación interna y la idiosincrasia de los pueblos; pueblos tanto de la clase baja como media, no hay distinción en el mundo más comunicado y tecnológico de hoy, pueblos más conscientes de su fuerza y sus demandas, que se sienten frustrados y traicionados por sus gobernantes, sean de derecha, centro o izquierda, da igual. Es el caso de Brasil, uno de los países que más ha luchado contra la pobreza.
En Venezuela desde hace años están todas las condiciones dadas para una buena cólera social. Muchos se deshacen la cabeza pensando porqué aún no se ha producido. Por muchísimo menos se dio el Caracazo. ¿Será porque quienes le dieron fuelle desde hace 14 años están en el gobierno?, ¿o porque la dirigencia opositora ha encauzado a las masas por la ruta democrática, pacífica y electoral?, ¿o porque nos inocularon el gen conformista los 40 años de práctica democrática y los 15 años de amenazas y abusos militares?
Nadie sabe ni sabrá. Los colectivos estallan cuando coinciden millares de pequeños hartazgos individuales. La exteriorización de la ira popular no tiene horario ni fecha en el calendario
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