AXEL CAPRILES M.| EL UNIVERSAL
jueves 4 de julio de 2013 12:00 AM
Mientras la cólera social se desborda en Egipto y miles de manifestantes pernoctan en tiendas de campaña en la plaza Tahrir exigiendo la dimisión del presidente Mursi, la protesta brasileña obliga a la presidenta Rousseff a apurar las acciones para el plebiscito consultivo exigido por los manifestantes. Los búlgaros "no dejan respirar al nuevo gobierno" socialista y exigen la dimisión del presidente Plamen Oresharski, y una nueva marejada de manifestantes turcos levanta barricadas con sillas y mesas de cafeterías en desafío a Erdogan. La ola de rabia que recorre el mundo es tan notoria que la revista The Economist le dedica su portada y compara la turbulencia del año 2013 con los movimientos sociales de 1848, 1968 y 1989. Las revoluciones de 1848, la Primavera de los Pueblos, terminaron con la Europa de la Restauración, el Mayo Francés y los demás movimientos de protesta del 68 cambiaron radicalmente el concepto de libertad en el siglo XX y las revoluciones de 1989 llevaron a la caída del Muro de Berlín y la derrota de las dictaduras del bloque del Este.
Lo peculiar del año 2013 es que las furias han aparecido simultáneamente en las poblaciones de cuatro continentes, en manifestaciones diversas, por distintas razones y en todas partes. Llama la atención, entonces, el caso Venezuela, país con condiciones objetivas que supondrían un natural y poderoso despertar de la protesta pero que ha caído en la apatía. A contracorriente del viento de los tiempos, Venezuela ha producido un extraño liderazgo de oposición que está más interesado en mantener la paz y la tranquilidad que el propio gobierno. A diferencia de los manifestantes de todas las naciones que retan a las instituciones maniatadas y asechan a la autoridad, los líderes de nuestra oposición le han levantado un altar a la no violencia sin ni siquiera conocer y aplicar las prácticas de la política de la acción no violenta. En la Antigüedad, Las Furias eran, como la justa indignación, deidades despertadas por los crímenes sin expiar.
Lo peculiar del año 2013 es que las furias han aparecido simultáneamente en las poblaciones de cuatro continentes, en manifestaciones diversas, por distintas razones y en todas partes. Llama la atención, entonces, el caso Venezuela, país con condiciones objetivas que supondrían un natural y poderoso despertar de la protesta pero que ha caído en la apatía. A contracorriente del viento de los tiempos, Venezuela ha producido un extraño liderazgo de oposición que está más interesado en mantener la paz y la tranquilidad que el propio gobierno. A diferencia de los manifestantes de todas las naciones que retan a las instituciones maniatadas y asechan a la autoridad, los líderes de nuestra oposición le han levantado un altar a la no violencia sin ni siquiera conocer y aplicar las prácticas de la política de la acción no violenta. En la Antigüedad, Las Furias eran, como la justa indignación, deidades despertadas por los crímenes sin expiar.
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