Por
Amado Fuguet V @Amadofuguet.-
La agenda de los ajustes económicos
pragmáticos que hasta hace un mes esperaban las agencias analistas, ha
pasado a un segundo plano.
En su lugar, en las últimas dos semanas han cobrado vida las acciones que refuerzan el modelo de controles.
La
implantación del sistema biométrico (captahuellas) en los
establecimientos comerciales, para controlar los volúmenes de compra de
alimentos, medicinas y artículos de higiene, es solo una de ellas. La
ampliación de las guías que regulan la distribución de productos en el
mercado, la prohibición de exportaciones de rubros básicos y el cierre
parcial de la frontera, forman parte de este paquete de acciones que los
organismos empresariales han cuestionado, ya que tratan de resolver los
problemas de escasez atacando las consecuencias y no las causas.
En los
agentes económicos han surgido diversas interrogantes. ¿Significa esto
que las correcciones al esquema cambiario, la contención de la liquidez y
la sinceración de precios, incluyendo la gasolina, han sido
descartadas definitivamente? ¿O se está abriendo un compás de espera
táctico para encontrar el momento político adecuado?
Los
economistas, casi al unísono, insisten en que las medidas de ajuste son
ineludibles, presionadas por las realidades, especialmente las que se
presentan en la industria petrolera. PDVSA sigue registrando problemas
de caja, que intenta resolver con las deudas que ha ido asumiendo con el
BCV. Y sus aportes para las reservas internacionales siguen mermando.
La menor producción y exportación, así como las ventas externas al
Caribe no cobradas, el alto consumo interno de combustibles y la carga
de gastos no petroleros, la han puesto en aprietos, y con ello su
soporte a la economía. Los precios petroleros, que obraron milagros años
atrás, se estancan o bajan, aún en medio de conflictos
internacionales. Entre las razones está la mayor producción de países
OPEP y No OPEP, incluyendo la de los nuevos crudos de Estados Unidos. Y
al mismo tiempo, la posibilidad de financiamiento prácticamente le ha
sido vedada en los mercados a PDVSA. Uno de los atajos es ofrecer Citgo,
lo que ha encontrado una gran resistencia. Un escenario es venderla por
partes. Aún con la eventual venta de una de las tres refinerías de
Citgo, como la de Lemont, ubicada al norte de Estados Unidos y que
procesa petróleo canadiense, las cuentas siguen siendo apremiantes.
Venderla
toda está en entredicho. Existen varias razones que prácticamente
descartan esta posibilidad. Como bien lo ha explicado José Toro Hardy,
ex-director de PDVSA, Citgo es uno de los mecanismos para colocar los
petróleos pesados que significan cada vez más en la estructura de la
producción petrolera venezolana, progresivamente menos liviana.
La
opción del aumento de la gasolina parece inevitable. Diversos sectores,
especialmente la dirigencia opositora, han logrado elevar de alguna
manera el costo político de esta medida para el gobierno, al exigir que
primero deben restringirse los subsidios a otros países, como los de
Petrocaribe, tener una mayor disciplina fiscal y enfrentar la
corrupción. Aún así, los números siguen siendo tercos en el contexto
actual. El subsidio anual a la gasolina supera los 13 mil millones de
dólares. Una magnitud representativa: más de la mitad de las reservas de
divisas del BCV que este mes cayeron a 20.200 millones de dólares. La
fuga de combustible a Colombia es el epicentro del contrabando de
extracción, justo el eje temático que ha escogido el gobierno para
replantear la caracterización de la “guerra económica”. Según cálculos
de especialistas en el mercado de hidrocarburos, las pérdidas por
contrabando de combustible a Colombia podrían llegar a los 3 mil
millones de dólares anuales. El cierre parcial de la frontera no sería
suficiente para detener la hemorragia. El presidente de PDVSA ha
reconocido que salen más de 45 mil barriles por día a través de rutas
terrestres, a lo que se sumarían también las cargas que por barcos se
fugan hacia el Caribe, con lo que se superan los 100 mil barriles. El
ministro Ramírez anda pregonando corregir este problema con el ajuste de
a gasolina. Además de frenar el contrabando, Ramírez ha argumentado que
el aumento de la gasolina detendría el crecimiento del consumo interno
que hace diez años estaba en menos de 500 mil barriles diarios, y hoy
llega a los 730 mil barriles diarios.
Pero tal
vez el presidente de PDVSA no termine de convencer del todo. Surge el
escenario de una medida de ajuste de la gasolina progresivo. Ya
ocurrió en el ámbito cambiario, donde la unificación que Ramírez venía
anunciando perdió fuerza, abriendo más espacio a la tesis de Merentes
desde el BCV de mantener dos tipos de cambio.
“No hay
apuro”, han dicho los voceros oficiales. Las cuentas tienen urgencia,
pero el riesgo político frena por el momento las medidas. El escenario
de medidas progresivas y parciales, no integrales, combinadas con
controles, parece ser el que se adueña de las expectativas.
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